MARIANO BENLLIURE. 150 ANIVERSARIO
CRISTO DE LA AGONÍA - ANDÚJAR (JAÉN)

Jesús Abades


 

 

El patrimonio escultórico del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza fue destruido durante los disturbios de la Guerra Civil. Con el fin de reponer las esculturas perdidas, Leopoldo López, fundador de una institución llamada Obra Pro-Imágenes en los Frentes de Combate, encarga al escultor valenciano Mariano Benlliure la ejecución de una talla que represente a Cristo vivo y suplicante en el madero (1).

La imagen se halla sujeta a una cruz plana por tres clavos que no son metálicos, sino aplicados de forma figurada en la madera, sobrepuestos sobre pies y manos. El Varón muestra cubiertos la cintura y el pubis con un perizoma de color blanco, ceñido con una áspera soga. Los brazos de disponen rectos, casi paralelos al travesaño de la cruz, en cuyo centro se dispone un círculo dorado, a modo de nimbo, que sirve para exornar la testa de Jesús. La mano izquierda queda abierta en abanico, mientras la derecha se muestra semicerrada, con los dedos flexionados. Ambas se encuentran taladradas por sus palmas.

La anatomía es atlética, sin restar esbeltez a los miembros; con el torso ancho, el vientre ligeramente hundido, y las piernas flexionadas y ligeramente ladeadas hacia el lado izquierdo, con el fin de atenuar la frontalidad de la obra. Los pies se cruzan y se sobrepone el derecho sobre el izquierdo.

La cabeza de Jesús aparece erguida, con la mirada dirigida hacia el Padre mientras pronuncia las palabras finales: "Dios mío, perdónalos, porque no saben lo que hacen". A pesar del angustioso momento, Benlliure concibe un rostro sereno y majestuoso, de facciones semíticas, con leve rictus frontal, ojos policromados en la madera, larga nariz y pómulos afilados. La cabellera partida al centro, lisa, con guedejas simétricas y lineales que caen sobre ambos hombros, refleja el peculiar estilo del alicantino.

No es un Crucificado cruento. El autor prescinde de corona de espinas y demás recursos sangrientos que eviten presentar una piel limpia, de pálida policromía, donde las únicas heridas, de las que apenas asoman tímidos regueros de sangre, sean las provocadas por los clavos.

Junto con el malagueño Cristo de la Expiración, con el que guarda notables analogías, es el único Crucificado vivo que realizó Mariano Benlliure a lo largo de su prolífica trayectoria. La imagen recibe culto en una hornacina situada en el lado izquierdo de la Basílica y Real Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) AYALA SAURA, Juan. "Escultura Religiosa de Mariano Benlliure", artículo publicado en la revista Escuela de Imaginería, nº 33, Córdoba, Cajasur, 2002, p. 5.

 

Fotografía de www.andujarperegrina.com

 

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