RUBINA A LA VENTA

Carmen de Tortosa


 

 

Les he contado en este portal otras veces que, en los últimos veinte años, han matado -insisto, matado- a doscientos millones de mujeres en Asia. Concretamente, en la India y en cualquiera de sus rincones más lejanos, proliferan las máquinas que efectúan ecografías para detectar el sexo del bebé; y si es niña, aborto al minuto.

También les relaté que, en dichas zonas, hay una generación y media de varones que, por la anterior circunstancia, no tiene mujeres con las que casarse, con lo cual existe un tráfico de esclavas sexuales/vientres de alquiler, procedentes de países limítrofes y todavía con mayor índice de pobreza, donde es más fácil comprar niñas.

A Rubina Ali, protagonista de la oscarizada Slumdog Millonaire, el caché popular de su película le ha pasado factura y su familia ha decidido venderla. Como se hizo famosa y una reportera británica les ha dado por el trasero, descubriendo todo el pastelón, ahora todo el mundo habla de escándalo y busca responsabilidades.

Semejante ejercicio de esconder lo que en realidad es un genocidio corresponde a las sociedades donde el nacer mujer conlleva, en unas estadisticas muy elevadas, la muerte. A Rubina, de tan sólo nueve años de edad, no la querían vender para pasarla a una familia mejor que la que le tocó en suerte en Bombay. La vendían porque era rentable, la casaban con alguien que daba la dote a la familia y ésta se olvida de ella para siempre.

Esto que les cuento, por salir en los papeles la terrible historia de una niña que ha triunfado recientemente en el cine, es la moneda de cambio de cada día en todo el continente asiático: China a la cabeza, y le siguen India, Tíbet, Nepal y demás exotismos por los que los turistas pasamos sin ver lo que realmente ocurre con su ciudadanía.

 

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