TRES PUÑALES

Carmen de Tortosa


 

 

El primero - Resulta que al final una lacra tan execrable como la violencia de género es la que se ha cobrado como nueva víctima a la joven sevillana que llevaba más de veinte días desaparecida.

Es, cuanto menos, paradójico, que el 14 de febrero, día de San Valentín reinventado como día de los enamorados para beneficio de los centros comerciales, el ex-novio de Marta del Castillo admitiera que mató a golpes a una niña de 17 años con un cenicero y luego de deshizo del cuerpo arrojándolo al Guadalquivir.

Desde ese día, aunque nadie lo advierta, el río ha pasado de anís del bueno a un charco rojo sangre, el cielo de ciudad que es Sevilla se ha convertido en un infierno, la Giralda lleva lazo negro y las Dolorosas lloran más que de costumbre. Muchas de ellas, por siglos de dolor que arrastran, son las que más saben de siniestros presagios.

Escalofriante. Tanto o más que la sangre fría del cómplice que intentó desviar la atención de medios y familia travistiéndose de arcángel blanco por la causa. Ya ni de tu mano derecha te puedes fiar. Según cuentan, aún quedan más sorprendentes novedades en toda esta tragedia.

 

El segundo -  Va de coplas, como la que da título a este artículo que nunca me hubiera gustado haber escrito; concretamente, de un exitoso programa coplero del que me cuentan y no acaban.

Otro sevillano, Álvaro Cordero (de nombre artístico Álvaro Rey), uno de los aspirantes al programa, ha rechazado su condición de concursante, ganada a pulso, por las infumables condiciones de un contrato basura que, según los abogados del cantante, lo esclavizan por cinco años al invento, cobrando dos gordas y retenido profesionalmente mientras los productores siguen haciéndose de oro. Las mismas condiciones que han aceptados el resto de concursantes cuya ilusión por triunfar han hecho que pasen por el aro.

Varios de los participantes de la primera edición, alegando daños irreparables y graves perjuicios económicos, han precedido a Álvaro, chico listo, en sus pretensiones. Me llegan a asegurar que uno de los grandes triunfadores del pasado año no puede ni cantar una saeta a su Cristo porque la implacable productora no se lo permite.

 

El tercero - Me centro, por último, en la mujer italiana que ahora, por fin, descansa en paz tras pasar muchos años convertida en un vegetal, desterrada de su dignidad humana.

Apuesto por el derecho a la eutanasia y, de paso, me pregunto: ¿Cómo se puede entender que personas que la aplican a su mascota, porque sufre, se la nieguen a un ser humano?

Ya sé que, para un grupo de dichas personas y determinados lobbies de opinión y/o "conciencia", lo que subyace bajo la idea de "estar a favor de la vida" es que ésta sólo la puede dar o quitar Dios, que hay que apechugar con el dolor y la enfermedad porque eso es "humano" y que no tenemos derecho a aliviar el sufrimiento porque, al fin y al cabo, es Dios quién nos lo envía, y su Hijo sufrió y padeció por nosotros, y así un largo etcétera.

Pero los que piensan así deben ser coherentes, especialmente los que practican amor infinito a los animales (en algunos casos, más que a las personas). Así que, cuándo vuestra mascota enferme gravemente, a dejarla morir "como Dios manda". Nada de veterinarios con inyecciones paliativas, que los animales, como no hace mucho ha afirmado la propia Iglesia, también se rigen por las leyes divinas.

 

Fotografía de http://elsevilla.com 

 

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