¿ALGUIEN SE ACUERDA DE ROQUE LÓPEZ?

Antonio Zambudio Moreno


 

 

Año de 1811, fecha que debería ser importante para la historiografía murciana, particularmente en el ámbito artístico. ¿Por qué?... Es el año del fallecimiento de un artista tremendamente importante, Roque López, discípulo de Francisco Salzillo, trabajador incansable en el taller del maestro desde aquel 25 de julio de 1765, con casi 18 años de edad, al que llegó acompañado por su padre para firmar un contrato de aprendizaje de 8 años de duración, si bien antes de ese periodo ya era considerado "Maestro en Escultura".

Cuando Francisco Salzillo languidecía, cuando la edad y el enorme volumen de encargos colapsaban su quehacer, se encomendó totalmente en el buen trabajo de su predilecto alumno y éste respondió con creces a la confianza depositada en él. Le sirve de gran ayuda en la elaboración de muchas imágenes y en la composición del excelso Belén en barro policromado para la familia Riquelme que actualmente se expone en el Museo Salzillo de la ciudad de Murcia. El prestigio de este gran artista crece cada vez más, llenando el vacío que a partir de la muerte de su maestro, en el año 1783, se produce en el devenir del arte en la zona del sureste. Gran cantidad de iglesias, conventos, cofradías y particulares devotos de la ciudad de Murcia y de todo su marco geográfico más próximo, además de otras urbes más alejadas como Almería, Alicante o Albacete, solicitan su trabajo dada la entidad del mismo. Su estilo es plenamente salzillesco, como no podía ser de otro modo, pero diríamos que intentó dotar al mismo de cierto sello propio, de una personalidad más marcada por sí mismo y su forma de entender el arte, aunque es evidente que nunca pudo separarse del camino emprendido por su maestro y mentor ya que es esa estética la que todos sus comitentes y clientes le demandaban.

Lo que está claro a día de hoy para todo aquel que posea algún conocimiento sobre el arte local en la ciudad o región de Murcia es que Roque López es una de los artistas más afamados, de mayor producción y calidad que ha dado esta parte del país. Pero a pesar de ello, aún cuando se cumplen 200 años de su fallecimiento, ¿Las autoridades locales se han planteado algún tipo de iniciativa? ¿Las instituciones culturales de esta castigada ciudad por sus políticos han emprendido alguna acción para recordar esta emblemática figura? ¿Acaso sobran los personajes ilustres en esta ciudad como para permitirse el lujo de mandarlos al más lúgubre rincón del olvido? Algunos de los artistas más afamados nacidos en Murcia no han tenido el reconocimiento que debieran, incluso un maestro del Barroco Pictórico Hispano como Pedro de Orrente jamás gozó del aprecio debido. En el ámbito de la imaginería y la escultura, ilustres como José Sánchez Lozano, artífice directo de la recuperación del patrimonio perdido en la Guerra Civil ha sido otro llamativo y execrable caso de marginación por parte de las autoridades locales. Tan sólo Juan González Moreno, y una vez muerto, ha tenido algo de ese reconocimiento más que merecido en vida, y eso que se trata del mejor escultor murciano de la historia junto al propio Salzillo.

En Murcia, hoy por hoy, se vive en el reino de la nada en cuanto a cultura se refiere. Los políticos encargados de este ámbito simplemente se hayan imbuidos en una corriente esnobista postmoderna que en ningún caso tiene la atención y el interés del público, sino que suponen un gasto elevadísimo para no obtener ningún objetivo concreto. Y mientras, hombres como Roque López, afamado artista, continuador de una escuela escultórica, y dentro de la misma, generador de grandes creaciones artísticas, son olvidados y menospreciados por esos supuestos encargados de velar por el propio arte y la cultura. Nadie, salvo un par de cofradías pasionarias a título individual, se ha acordado de la figura de este hombre... Todo ello sin entrar a valorar las acciones de estas instituciones penitenciales o más bien los encargados de pregonar la figura de Roque López en las ponencias organizadas, más bien porque no es nuestra intención herir sensibilidades. Una pena, una lástima y una demostración de lo que hoy por hoy es la tierra del afamado Francisco Salzillo Alcaraz, un verdadero desierto en el ámbito cultural verbigracia de una clase política preocupada en otros menesteres.

 

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