ALWAYS FRANCO

Jesús Abades


 

 

No sé si cuando se toleró su legalización le dijo al dictador de sus entretelas "quiero ser artista", pero el caso es que lo ha conseguido. La fundación que mejor se compenetra con las alimañas caducas sale ahora en los medios a todas horas, quizás para espolvorear los innumerables liftings de la ínclita Carmencita o los implantes de Ken falangista que lleva en el tarro uno de sus títeres de presidencia.

En los últimos años, cuando tiene mono de cámaras o siente que "dañan el honor" de su tirano a santificar (sí, es para reírse), la fundación acude a los juzgados para hostigar a los artistas (a los de verdad); cual es el último caso que le ha ocupado con la persona de Eugenio Merino, que por supuesto ha salido victorioso (vamos mal, pero no tanto) ante lo que no ha sido más que un desvarío de starlettes venidas a menos.

Nuestra fundación (ojo, es un decir), se ha levantado hoy, día en el que conmemora fervorosamente el "glorioso alzamiento" de su mito de castañuelas, soltando bocanadas en forma de rugidos tras la sentencia que desestimó ayer sus pretensiones. Encima, se rumorea que su ouija parlante tiene interferencias, pues el aparato hace tiempo que brujulea por el inframundo sin conseguir comunicarse con el amo. Supongo que casi cuarenta años ya en los infiernos, castigado a contar una y otra vez las perlas que se incrustaba al cuello su señora (que jamás intercedió por nadie y lo único que leía era el Hola), consumen hasta al propio Lucifer.

La cuestión de que la fundación sobreviva, como nunca me cansaré de repetir, es que en este país no acaba de equipararse la apología del nazismo con la del franquismo (busquen en Alemania una Fundación Hitler), y no será porque ambas no compartan las mismas miras delictivas. Pero en vez de fumigarla, aquí últimamente hasta la miman. ¿El resultado? La fundación se crece y sus ensanchados miembros necesitan distraerse para estar siempre cara al sol y no chocar con la sombra que ellos mismos se proporcionan.

Tanto le ponen los juicios a esta fundación, contra la humanidad que no piensa como ella a la totalidad y contra el arte en particular, que piensa recurrir la sentencia y denunciar otra escultura del autor: una que, a diferencia de Always Franco (momia refrigerada por Coca-Cola), se limita a mostrar su cabeza; la misma que jamás vaciló en encarcelar, torturar, asesinar o suprimir cualquier "elemento contrario al régimen". Quizás hasta serían capaces sus miembros de salir a una baranda para enseñar palmito en plan Marujita Díaz mientras entonan lo del "soldadito valiente", porque lo que más les gusta es su reciente vocación de perejil de todas las salsas.

 

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