EL TERROR LILA

Jesús Abades (28/06/2025)


 

"Hoy enterré a un pibe lindo que conocí.
Hoy enterré su sonrisa de sol, sus ojos de lago
y su cuerpo de flecha.
Hoy enterré a un pibe lindo que me abrazaba suave
y me hacía sentir seguro y firme
sobre este infierno que se derrumba".

Ioshua ("En la noche")

 

 

Fue el periodo del terror que senadores gays como McCarthy o Cohn instauraron contra otros gays. En líneas generales el movimiento se llamó "mccarthysmo" y arruinó las carreras de muchas personas dedicadas a la política, al espectáculo, al arte, a la cultura y al ejército que tuviesen (o no) filias izquierdistas, en ese momento únicamente vinculadas a un comunismo que se vendía como la hidra de siete cabezas. Una época para olvidar y de la que Estados Unidos todavía no se avergüenza lo suficiente; al revés, ahora quieren retirar el nombre de Harvey Milk a un buque de su armada, y no será la última de las medidas que busquen neutralizar memorias.

La supervivencia de la comunidad LGTB durante ese hipócrita y nefasto periodo para la misma, donde una simple mirada podía arruinarte la existencia, está muy bien tratada en la miniserie "Fellow Travelers" (2023), traducida en España como "Compañeros de ruta", con la que sus protagonistas, los actores Matt Bomer y Jonathan Bailey, realizaron además sus mejores interpretaciones hasta la fecha, demostrando que son mucho más que dos galanes y tienen mucho que decir a nivel interpretativo; siendo en este plano muy diferentes, y no me refiero solo a sus papeles. Se nota muy especialmente el compromiso de Bomer, que también produce la función y que es muy de agradecer.

A mitad de su desarrollo, más o menos, la serie se sumerge en otro periodo igual de nefasto y más focalizado si cabe en la comunidad LGTB: la condena y la estigmatización que sufrió durante la época de eclosión del virus del sida. Aquí se echa también mano del flashback en numerosas ocasiones, y en algunos momentos recuerda mucho a otra película, "The Normal Heart" (2014), protagonizada hace más de diez años por el propio Bomer, aunque cambiando ahora los roles. Este fragmento de la serie tiene escenas brillantes pero no logra la ejemplar solidez, casi sin fisuras, de la primera mitad. Se podría decir que va de más a menos, si bien nunca pierde el pulso, ni el interés ni, sobre todo, la verdad de la mirada con la que cuenta décadas de amor, pasión, dolor, sufrimiento y mucha, mucha intolerancia que aún no ha sido superada.

Y sí, se agradece que la mayoría del reparto sea integrante de la comunidad LGTB, protagonistas a la cabeza, pues si bien soy de la opinión que cualquiera puede (y debe) interpretar a cualquiera, en producciones como esta debe concurrir un compromiso fuerte, una entrega muy plena y, sobre todo una conciencia basada en lo personal que hace que se ponga toda la carne en el asador, de forma que, si no hubiera sido de ese modo, el resultado hubiera podido ser brillante solo desde el punto de vista cinematográfico, y no desde el punto de vista cinematográfico y de retrato social involucrado, valiente y honesto, como ha sido el caso. Y eso no se llama ser fanático, se llama contar las cosas en primera persona, para bien y, lamentablemente, para mal.

En cualquier caso, vivimos tiempos de involución en los que los derechos adquiridos se encuentran seriamente amenazados, en gran parte por el avance de los discursos de odio impulsados desde sectarios intereses económicos y políticos. Cualquier medida o acción que contribuya a la protección y visibilización de la diversidad comunitaria y que combata cualquier tipo de retroceso, y eso incluye la creación artística a través de obras de calidad como la que nos ocupa, es tan bienvenida como imprescindible. Algunos dicen que eso es woke, yo digo que es un deber social.

Este mismo mes se estrenó en nuestro país la cinta rumana "Tres kilómetros al fin del mundo" (2024), la que será sin duda una de las mejores películas del año. Por momentos esta obra parece un documental, ya que tristemente puede serlo, pero en realidad es cine de terror en estado puro que muestra a un protagonista adolescente brutalmente golpeado, demonizado y perseguido por una comunidad rural; con excepciones entre la que no se cuentan sus propios padres, que no solo callan sino que son cómplices de su acoso.

Dicha película, al igual que "Campo de Amapolas" (2020), expone también la brecha moral que sufre Rumanía y cada vez más países, con actos abiertamente homófobos por parte de una amplia facción retrógrada y otra que se rebela ante lo anterior con fiereza aunque a veces salga escaldada a nivel físico y emocional. En medio de todo, unos cuerpos de "seguridad" que no saben por dónde tirar, al igual que sus protagonistas. Afortunadamente la lucha sigue, cinematografía incluida, de ahí que se celebre y mucho que estos filmes hayan visto la luz y abierto mentes dentro y fuera de Rumanía gracias sobre todo al circuito de los festivales de cine.

 

 

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