TODOS SOMOS GAMONAL

Sergio Cabaco (19/01/2014)


 

 

Parecería inverosímil votar a un partido político porque se está de acuerdo con su programa electoral y, a la vez, aplaudir al mismo partido cuando no lo cumple. Esto más o menos es lo que está sucediendo en estos días, en los que queda en evidencia que para ganar unas elecciones en España, basta con mentir porque lo que venga detrás, respaldado por la mayoría absoluta, viene rodado. Alguno no sabe ni donde aferrarse para hacer ver lo blanco negro aunque luego las cadenas televisivas o radiofónicas demuestren la mentira.

Ha sido muy necesario el cambio en la ley del aborto y lo que económicamente esto supone. Mucho más necesario que mirar al pueblo que pasa hambre y paliarlo de la forma que sea más digna para todos, en vez de confiar en la solidaridad del pueblo español para que llene de bolsas de comida las dependencias de los bancos de alimentos. La sanidad, que está en coma, será la encargada de cuidar, con una lista de espera de años, de estos bebés que nazcan con alguna malformación, gracias a las ideas de un gurú de tres al cuarto, que no sabe ya qué inventar para destacar como futuro opositor a supremo gobernante.

No estoy a favor del aborto, estoy a favor de la libertad. La ideología religiosa con la que quieren adornar estos dirigentes tan beatos sus acciones, no viene escrito en el evangelio, que creen que oyen los domingos en misa. Ojalá, oyeran eso de "cuanto estuve hambriento, me diste de comer", "cuando tuve sed, me diste de beber", pero parece que los días en los que se ha leído esa lectura del evangelio en la misa dominical, la mayoría no asistieron al oficio religioso. Tampoco estoy a favor del continuo aplauso de colectivos religiosos que además de haber perdido el norte, han perdido hasta la costumbre de reflexionar el evangelio diario. Solo hago pensar, como muchos otros, en el bochorno que me daría aparecer en un medio público hablando, por ejemplo, de lo que se está haciendo por paliar la crisis económica en la que nos han metido ellos mismos, con un peinado de 80€ y con un traje de unos 2200€, complementos aparte. Supongo que piensan que los que pasan hambre porque lo han perdido todo, ni oyen la radio ni ven la televisión, ni sienten vergüenza.

El pueblo llora por ver a sus hijos pasar hambre, las personas están desesperadas por la injusticia de quien reza dando con el mazo. No creo, estoy convencido de ello, que esa religión impositiva, que ellos están practicando con España, sea ni la sombra de lo que predicó Jesucristo, si de eso se tratara. Un país aconfesional no puede estar sujeto a un solo credo y, si así fuera, sería el credo de la libertad, de los derechos y de los deberes de todos los ciudadanos, no sólo de un grupo de ellos.

Estos días, intentando empañar la victoria sostenida y perseverante de los ciudadanos del barrio burgalés de Gamonal (a los que pretendían arruinar todavía más con un calamitoso bulevar y encima enriqueciendo a un empresario corrupto), se habla mucho de que los presuntos "anti-sistema" aprovechan las manifestaciones pacíficas de los diferentes colectivos, para hacer de las suyas y convertir en el final del "rosario de la aurora" lo que debió ser algo sin incidentes. ¿Algunos de los que acusan a los anti-sistema, se han parado a pensar en lo que podríamos ver de anti-sistema en ellos mismos? Quizás los que han roto el sistema hayan sido ellos, con sus ayudas a los bancos y las empresas, en detrimento del poder adquisitivo de los más necesitados como las buenas gentes de Gamonal, que no serían más que los preferidos de Jesús de Nazaret.

Da pena ver como la mayoría de futuribles presidentes de comunidades, están lanzando mensajes a través de sus medios "al uso" en contra de cierta ley y de la paralización definitiva de las obras en Gamonal para, de una forma rastrera, asegurarse el triunfo electoral de los próximos comicios y de paso perpetuar el derecho de pernada con lacras como el IVA cultural. Eso sí que es un acto de responsabilidad y una forma solidaria de representar a un pueblo que, de una forma democrática, ha confiado en sus representantes.

Quiera Dios que, de alguna forma, como un Gamonal mejorado y general, se oiga a los ciudadanos de una vez y que ellos sientan que se les oye, para que comencemos a tomar un rumbo que de un rayo de esperanza a tantas familias necesitadas de pan y hechos. Por desgracia, entre las muchas cosas aprendidas de Gamonal, es que en España la protesta pacífica ya no sirve de nada: hay que ir a pedrada limpia contra la policía y destrozar unas cuantas administraciones bancarias para que te tomen en serio. Pero todo el país ha visto que es rentable luchar organizados. Hay más luchas como Gamonal pero los medios "al uso" ocultan su relevancia.

 

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