PROCEDIMIENTOS ACTUALES EN LA ESCULTURA: ¿TALLA O REPRODUCCIÓN?

Sergio Parra Medina


 

 

Simplificando mucho podría decirse que los avances tecnológicos han venido a modificar el modo de trabajo tradicional de los escultores y a distorsionar el concepto de talla escultórica, siendo la Imaginería uno de los campos donde mayormente se explotan estas nuevas posibilidades técnicas.

En primer lugar, cabe recordar que la talla puede ser directa o indirecta. La directa es aquella que conlleva un mayor desarrollo intelectual, obligando al escultor a abstraer el volumen y definirlo, quitando materia de un bloque. La indirecta también parte de un bloque, con la diferencia de tener una guía o boceto sobre el que ir tomando, paralelamente, diversos puntos de referencia. Tradicionalmente, la talla indirecta o asistida ha venido siendo manual o mecánica y se considera un procedimiento muy antiguo, conocido también como "sacado de puntos" por ir trasladando las distintas coordenadas al bloque sobre el que ir desbastando. Las máquinas han evolucionado y, dentro de la revolución digital, actualmente se han establecido unos métodos precisos y rápidos que ofrecen "ilimitadas" ventajas a los escultores. Todos los métodos son respetables, por supuesto.

En el contexto actual, la talla indirecta mecánica está siendo sustituida por la "talla asistida digital", un procedimiento que reduce el tradicional pantógrafo a medio obsoleto y configura una nueva forma de concebir la talla escultórica, porque sin dejar de ser tallas indirectas las obras están adquiriendo un valor más cercano al de la reproducción. El proceso de estas nuevas tecnologías aplicadas a la escultura pasa, fundamentalmente, por un escaneado 3D para digitalizar el volumen y su posterior reproducción por control numérico. En cualquier caso, han abierto nuevas formas de expresión que aún están en desarrollo.

La base fundamental para la talla se encuentra, más que nunca, en el modelado. Con estas aplicaciones el escultor puede prescindir prácticamente de las gubias. Si ésta es la finalidad para trabajar la madera, ¿para qué aprender a tallar? Desde mi punto de vista, creo que se confunden los conceptos, pues llamamos talla a aquello que realmente se ha reproducido, poniendo al mismo nivel dos técnicas completamente diferentes y antagónicas como son el modelado y la talla. No es lo mismo tallar que modelar, aunque el resultado aparente quede en el mismo material. Quiero decir que una escultura conseguida por estos medios digitales no es más que un modelado cuyas características se pasan a un material duro, invirtiendo todo el procedimiento. Si modelar es más fácil que tallar (independientemente de que el modelado sea la base de la escultura) y aquello que se modela se pasa a madera (sin ni si quiera tallar), se está diciendo que el resultado obtenido es producto de una talla cuando no lo es. Por tanto, deberíamos llamar a cada cosa por su nombre y poner un límite entre aquello que por las características del proceso se acerque más a la talla o a la reproducción. Por ejemplo, cuando tenemos un bronce no decimos que lo hemos tallado porque se trata de una reproducción.

Si no existieran estas máquinas y computadoras electrónicas no se rizaría el rizo con tanta facilidad y tampoco se harían tantas imágenes "talladas" por año. Por lo que no puedo dejar de preguntarme ¿qué sería de la mayoría de los imagineros sin estos avances? ¿Qué impacto tendría una nueva revalorización, a nivel general?

 

 

Un punto a tener en cuenta es la elaboración previa de la idea. Su materialización ha pasado de ser un boceto preparatorio a un modelo exhaustivo que luego se reproducirá ampliándose, invirtiéndose o modificándose virtualmente. La proporción real de talla directa sobre el bloque será la diferencia entre la obra final y cualquier referencia en bocetos o modelos. La talla más pura es aquella que se inventa y que se construye con la imaginación, desde la abstracción, siendo éste el máximo nivel en la TALLA escultórica.

Pienso que la talla escultórica se encuentra en peligro de extinción y que gran culpa de ello la tiene la demanda social que no valora la autenticidad, la originalidad ni los valores artísticos. Desgraciadamente, cada vez más se viene premiando la apariencia en un mundo donde prevalece el éxito gratuito y efímero. Sólo se quedan en lo superficial y no son conscientes de la gran pérdida que estamos sufriendo. Ante este panorama es lógico que los escultores adopten medios más rentables para producir y ganarse la vida honradamente... pero luego creo que tendríamos que ser más sinceros y enjuiciar lo que hemos hecho en función del cómo. No es justo que se valore de igual modo dos modalidades bien diferentes, aprovechando una misma apariencia (dado el proceso de enmascaramiento), donde una corre mayor riesgo y exige mayor destreza y conocimientos, y la otra está llena de ventajas (con sus dificultades) pero evitando el concepto de la talla y renegando de la propia naturaleza del proceso. ¿Cómo se puede hablar de talla cuando no se ha tallado? Pues por el simple hecho de que a una escultura de madera no podemos llamarla talla cuando aquello que vemos es la misma escultura que, antes de su reproducción, se hizo en barro u otro material moldeable. En estas obras, lo auténtico es el modelado y no su resultado en madera como talla. En ese caso, hablaremos de escultura reproducida en madera y no de una talla escultórica, porque sería mentira. ¿Cómo va a ser lo mismo? Entonces lo que se ha tallado, quitando material (como la propia técnica implica) ¿qué es al lado de estas esculturas a las que yo denomino de "modelado reproducido"? Por lo menos no perdamos la participación indirecta del escultor sobre el sacado de puntos básico, dado que hoy día las imágenes llegan a los talleres (desde fábricas industriales) para sólo pasarles el raspín y la lija ¿qué clase de tallas son estas que, además, se pueden seriar?

No digo que el resultado de una escultura es mejor o peor en función de un procedimiento u otro, cuando quizás lo más importante sea comunicar, expresar y transmitir el mensaje (con independencia del medio elegido). Al fin y al cabo son esculturas, igualmente. Ahora bien, no confundamos los conceptos y valoremos los hechos en su contexto. Creo que es necesario replantearse la situación y valorar si la talla, realmente, tiene los días contados, si merece la pena perder la esencia de un procedimiento cuyo eco es natural y primitivo, a la vez que estimulador para el desarrollo inteligente del arte, si de este modo rechazamos la riqueza que nos ofrecen las distintas técnicas. Yo doy paso a las nuevas tecnologías, pero no para transformar la realidad sino para crear una nueva.

Lástima que mande el dinero y el público esté lleno de ignorantes, insensibles y analfabetos del arte a los que poco importa apreciar su verdadero valor. Es hora de que los artistas defendamos al arte, con amor, para que la humanidad no corrompa lo auténtico y abra los ojos a través de los nuestros.

 

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