ECCE MODA... A LA HOGUERA

Jesús Abades


 

 

El título de este artículo en contra del clamoroso -y aplaudido- atentado contra la integridad artística en Borja no hay que tomarlo de forma tendenciosa, ni mucho menos manipular su sentido. No incito a la violencia, ni contra la autora ni contra nadie, ni hago apología de ella. En realidad, y mucha gente lo sabe, es solo una metáfora y alude a una canción que las feministas llevan cantando a modo de protesta desde hace siglos.

Que nadie tampoco se rasgue ahora las vestiduras por lo ocurrido -dentro de la facción crítica del suceso, que es muy poca frente a la marea humana que ha elevado a mito la chapuza-, pues lo del Ecce Homo es "misa diaria" -nunca mejor dicho- en este país, bendecida por quienes desatienden el patrimonio de las iglesias a su cargo y encima se lucran -y hacen que se lucren otros- con los estropicios que en ellas se cometen. De ahí que me agarre a la coplilla para manifestar preocupación e indignación ante los que son los primeros culpables de estos hechos. Preocupación porque temo que esto siente un peligroso precedente y la Ecce Moda, con la ayuda de los tiempos que corren, se convierta en método para inflar talegas.

La incultura, el egocentrismo puritano y la falta de voces contra los desmanes de ciertas "marujas" -ellas y ellos, el término no conoce géneros-, que se creen con facultades de "apañar" una obra de arte aunque vayan en contra de los mínimos patrones exigibles para ello, siempre será cuestionable y objeto de denuncia, más si los gestores en cuestión son partícipes o miran para otro lado. Y eso resume el espíritu literario de mi titular.

Con lo ocurrido en Borja se ha ofendido a los amantes del arte en general -otra vez- y al legado del autor de la pintura original -no genial, pero sí bella- en particular. Y la forma en que lo han publicitado resulta especialmente vejatoria no solo para los restauradores, sino para todos los que somos solidarios, conocemos el problema, lo tratamos y nos vemos obligados a hostigar a las instituciones para que pongan protección, soluciones y, lo más importante, leyes que sancionen a un trasnochado colectivo.

Que no se tape la verdad de estos incidentes poniendo de diana a una señora zote que viene a ser el último mono para unos responsables que -repito- consienten o pasan del tema. E insisto también en que estas "misas diarias" no se traten como excepciones por quienes quieren confundir la realidad para asentar negocios como la Ecce Moda. Basta ya de intentar acorralar el arte por parte de unos "pastores" sin criterio que silencian la verdad de lo que ocurre cuando se cierran las puertas de sus templos. Lo siento, pero no nos la cuelan.

 

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