LA MUJER EN CHINA

Carmen de Tortosa


 

 

El Tibet es uno de los lugares del mundo donde no existen los derechos de la persona porque la dictadura china impone su ley y quiere eliminar su historia, su cultura y sus cimientos. Los próximos Juegos Olímpicos, a celebrar en Pekín, van a ser decisivos y a mí lo que me gustaría es que saltaran por los aires mediante una acción pacífica en aras de instaurar las libertades tibetanas.

China es un país que mantiene la pena de muerte, corrupto, cosido a una política del "Partido" tan férrea como obsoleta. Con la ciudadanía sin libertades ni derechos, la situación es especialmente grave para las mujeres, que se dividen en dos categorías: las del campo y las rurales. Se las mata al nacer, se las utiliza como moneda de cambio y se las infra-alimenta. En definitiva, tan sólo son úteros.

La situación ha llegado a tal punto que, en las regiones más remotas de la China profunda, han proliferado las clínicas con aparatos sofisticados para detectar si la criatura engendrada es una niña, y así eliminarla. Por eso siempre digo que mientras en el mundo quede una mujer, una sola mujer, sea de la nacionalidad que sea, que pueda ser lapidada, mutilada, subalimentada, dominada, repudiada, vejada, humillada y demás cosas terribles sólo por el hecho de haber nacido mujer, todas los demás tenemos que estar ahí con ella.

Las calles de las grandes ciudades chinas están llenas de parejas jóvenes con un niño gordo y grasiento de la mano. No hay, o son mínimas, niñas en colegios o paseos. Es algo que yo contaba por donde iba tras vivirlo en primera persona: la diferencia entre niños vivos y niñas invisibles.

Tan sólo por esa práctica genocida, independientemente del conflicto tibetano, ese régimen tendría que estar en el ojo del huracán de todos los países del mundo. ¿Qué esperamos para una condena unánime?

Dentro de los territorios cristianos, por fin el Papa de Roma, después de varias semanas de muertes en Lhasa, ha reclamado la paz. Pero eso sí, no ha recibido al Dalai Lama. Y es que el miedo a Pekín es mucho miedo.

 

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