ELECCIONES EN CATALUÑA

José María Cebrián Muñoz


 

 

En términos globales, el resultado de las elecciones catalanas es el esperado dada la trayectoria de esta región española; es decir, cuando las perspectivas son malas, el nacionalismo se radicaliza. Esto, en términos absolutos, es malo para España y también para la Unión Europea.

Desde hace ya tiempo, se está trabajando en la formación de un cuerpo político europeo capaz de dar réplica a las grandes economías mundiales que están en alza: China, India, Japón, Estados Unidos e Iberoamérica. Europa se está constituyendo o debe constituirse sobre la base de grandes estados soberanos, fuertes y cohesionados, con el fin de que la base de su estructura política sea operativa, y la toma de decisiones ágil y no sometida a pequeños territorios amarrados a sus localismos.

Cataluña, que tiene una larga tradición en este último sentido; es decir, en la prevalencia de lo local sobre lo general al no haber sino nunca Estado, plantea siempre las cuestiones de esta manera: mi problema es el problema universal. Cataluña acudió siempre a Madrid a pedir privilegios, monopolios, exenciones, industrias, etcétera, etcétera. Ahora cree que puede hacer lo mismo con Europa y se equivoca, más aún a nivel planetario.

A nadie se le oculta que una negociación bilateral Europa-China es más efectiva que una España-China. Pero cuando ya se roza el nivel de lo ridículo es cuando Cataluña plantea una negociación con China.

Todas las cabezas pensantes, a nivel europeo, tratan de acomodar los modelos territoriales (dentro de Europa) en relación a las grandes estructuras que nacen a escala mundial en los tiempos modernos. Da la impresión de que aquí no nos estamos enterando de nada y que caminamos ciegos, de la mano de nuestros ancestros y fantasmas históricos, vuelta a los microestados o taifas.

Por eso, cada vez que se celebran elecciones en Cataluña y se repiten los resultados matemáticamente, es cuando comprobamos que Cataluña se aparta totalmente de la modernidad y deja de ser un referente. Por ello, es bueno apartarse no solo del modelo catalán sino también del vasco, porque son políticas que nos retrotraen al siglo XIX y a la primera mitad del XX. No va por ahí el futuro, y de hecho sus economías (las de Cataluña y las Provincias Vascas, otrora pujantes) ya lo sienten y se resienten.

 

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