LA CANÍCULA EN PÍLDORAS (VII)

Jesús Abades


 

 

Píldora ejemplar

A la vuelta de un ensayo de Medea, a las órdenes del recientemente fallecido Michael Cacoyannis, Núria Espert escribió lo siguiente: "está eso que vulgarmente se llama "talento", y que tiene unos porcentajes variables de dotes innatas y de técnica, aprendida y desarrollada, a poder ser sobre el escenario... Y está, escurridizo, eso otro que los ingleses llaman el "it", que no es el "ello", ni para nosotros los cómicos "el duende", ni, creo yo, la "inspiración", puesto que si sigo todos los pasos interiores y exteriores puede producirse casi todos los días". Pues bien, en su última puesta en escena, el clásico La Violación de Lucrecia de William Shakespeare, la actriz atrapa con valentía ese tan escurridizo "it" como Gollum al anillo único y, ayudada por un astuto juego de luces, sombras y sonidos sobre el escenario, se hace cargo de todos los personajes, logrando que un monólogo de hora y media se transforme en quince minutos tan conmovedores como desasosegantes para el espectador. La Espert, a sus 76 castañas, alecciona con una madurez espectacular y una maleabilidad interpretativa rara de ver en esta época tan mediocre y alineadora. Les sugiero que lean sus memorias, publicadas en el año 2002 bajo el título De Aire y Fuego, para acercarse mejor a tan fascinante figura.

Píldora frustrada

Alguien dijo que todo el mundo llevamos un niño dentro que nos reclama, algunas veces, las vocaciones que nunca pudimos o quisimos ejercer. Muy pocos son los que no han deseado tirar pesimismos y dar rienda suelta a la faceta artística que, según buena parte de los psicólogos, hasta el más gris hijo de vecino guarda en sus adentros. Lo que algunos no saben es que las mismas celebridades que ejercen tan codiciadas profesiones también guardan sus cuitas por no haber desempeñado tal o cual tarea; muy distintas a las que se dedican habitualmente. Un caso singular lo tenemos en Mario Vargas Llosa, que, en el sevillano Pregón Taurino de hace unos años, desveló que sus dos vocaciones frustradas eran las de librero y matador de toros. Lo de librero uno puede suponerlo por trabajar en el campo de la creación literaria, pero lo que no me llego a imaginar es al Nobel descabellando a un sufrido verraco. Los hay que, afortunadamente para ellos, han podido ver cumplidos sus ocultos anhelos laborales: Michelle Pfeiffer realizó un curso acelerado de pintura y desveló unas dotes nada desdeñables en la materia, algo que también ha sucedido con Jordi Mollà y sus creaciones abstractas. El caso más insólito lo tenemos en Daniel Day-Lewis, tan excéntrico como buen actor, quien demostró en Italia ser todo un maestro en su mayor ilusión: el arte de confeccionar y reparar calzado. Vivir para ver.

Píldora eterna

Nuevas declaraciones de Manuel Fraga, uno de los pocos seres humanos dotados con el don de la inmortalidad. Dicen que las cucarachas serían los únicos seres del planeta que sobrevivirían a una catástrofe nuclear. Falso. El gallego también saldría intacto, e incluso mejorado a base de una dieta de plutonio en lonchas visto el resultado de su chapuzón en Palomares. Ahora el líder del pleistoceno larga un adiós definitivo a la política. Miente. Solo está evitando quemar su imagen al tiempo que prepara un elaborado plan electoral para 2068.

Píldora atinada

Seguimos con actrices: el próximo festival de cine de San Sebastián, el más importante en su género tras el incólume triunvirato Cannes-Berlín-Venecia (éste, con su última edición todavía fraguándose), dará el Premio Donostia a la actriz estadounidense Glenn Close. Un acierto en toda regla. Desde siempre la consideré una de las mejores, y a su favor ha tenido que nunca fue una estrella joven (hasta los 35 años no empezó a ser conocida), lo que la salvó de divismos y complejos físicos con daños colaterales, típicos en las teenagers sin curtir.

Píldora polémica

Los polemistas que han cubierto las JMJ, tanto del bando a favor como del bando en contra, conforman un catálogo patológico que daría trabajo a todos los psiquiatras colegiados del país. Hay muchas diferencias entre un periodista y un polemista, pero quizás la más notoria sea que éstos se dedican únicamente a enfrentar a la gente sin el más mínimo sentido del análisis del evento y sus hechos adyacentes. Aunque uno de ellos, escorado en la diestra más bíblica, hizo méritos al más absurdo, al meter con calzador al movimiento ciudadano DRY en el traslado a Madrid de la maravillosa Virgen de Regla, asegurando que reunieron a menos gente que los que contemplaron el inicio del desplazamiento de la Dolorosa hispalense (lógicamente, nada dijo del enorme respeto con el que dicho movimiento la recibió en la Puerta del Sol). La palma se la llevó, como acertadamente me describió un buen amigo, la simpar Nieves Horrores (una de estas "terceras damas" con cara de buda y corazón de escorpión) cuando destacó, entre pucheritos, que lo mejor de todo había sido el caritativo detalle hacia una persona con Síndrome de Down. Un gesto el suyo digno de un villancico a favor de la desigualdad en Belén para abominar las fiestas que nos vienen.

Píldora ducal

A cada ducado hispano, un estilo. El de Cayetana de Alba y parte de sus azulados cachorros se encuadraría probablemente dentro de la nobleza mediática, hipócrita y bufonesca del reino. Mediáticos porque siempre suspiran por salir en los medios (a veces, hasta pasando por caja), hipócritas por intentar siempre aparentar lo contrario, y bufonescos porque... bueno, a la vista está. Víctima de una intensa acumulación de títulos, la duquesa más duquesa de todas las duquesas dio matarile al campesinado y ha montado una cohorte andaluza digna de la mejor terrateniente bajo un disfraz de hippilonga que a veces asoma el plumero. Lo último, una nueva boda que, más que El Último Tango en el Palacio de Dueñas, parece el fanatismo cómplice de Lola Flores y Juanito el Golosina llevado a las lides aristocráticas. Siempre que veo a varios integrantes de este psicodélico clan se me viene a la cabeza un memorable monólogo escrito por Mankiewicz para La Condesa Descalza: " Él es un rey entre los condes, y yo soy un payaso entre los reyes".

Píldora controvertida

Horas antes del cierre de este envase, había fallecido en Huelva la enferma de 91 años de edad a la que, en aplicación de la Ley de Muerte Digna, dado su estado de coma irreversible, se le retiró una sonda anasogástrica para no prorrogar una existencia artificial que estoy seguro que nadie, sea cual sea su postura al respecto, querría para sí mismo. No creo, sin embargo, que la muerte haya sido muy digna (más bien todo lo contrario) después de tantos días de inanición, por mucho que hablemos ya de un ente vegetativo que ni siente ni padece. Por eso, más que una Ley de Muerte Digna en estas condiciones, deberíamos pensar en una Ley de Eutanasia, vigente en sociedades más maduras que la nuestra, en la que, al igual que sucede con los pasos relativos a la vida, los de la muerte sean también regulados en favor de la dignidad y el bienestar de cada individuo.

 

Fotografía de Javier Naval

 

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