LA CANÍCULA EN PÍLDORAS (I)

Jesús Abades


 

 

Píldora arcoíris

Siempre que pasa lo mismo ocurre algo parecido, o lo que es igual: siempre que se acercan o terminan las celebraciones del Orgullo Gay (me alegra que, año tras año, la cultura aliñe cada vez más el mero espectáculo) saltan voces demonizadoras contra sexualidades supuestamente ajenas. Este año se lleva la boutade mayor el obispo de Alcalá de Henares, uno de los mayores expertos del país en azotes homófobos, que ha editado un libro para poner remedio a lo que califica de pura perversión. Yo personalmente echo mucho de menos una figura que se está perdiendo: el cura obrero, ese que trabaja por y para la convivencia y no en contra de ella, el que sabe de lo que habla, el tolerante, el rebelde, el que reconcilia a las gentes (no las enfrenta) y no fomenta la ignorancia entre ellas. Al respecto me van a permitir un recuerdo para Ignacio Ellacuría, sacerdote jesuita asesinado en El Salvador por su ejemplar labor mediadora en aras del pacifismo y el entendimiento. Le extraño siempre, pero ahora más que nunca.

Píldora con premio

El Club de las 25, lobbie femenino con solera, formado por mujeres relevantes que ejercen su labor en la cultura, las artes, el derecho o el periodismo, ha otorgado en su última edición uno de sus más acertados galardones a la actriz Julia Gutiérrez Caba, magnífica profesional e integrante de una gloriosa saga de intérpretes españoles. No hace mucho que la vimos en Los Ojos de Julia, robándole todas y cada una de las escenas a Belén Rueda.

Píldora esotérica

Siempre me han importado un rábano las historias de espectros que tanto privan aquí al personal, he pasado olímpicamente de ouijas, espejuelos y otros artefactos para uso fantasmagórico, y mentiría como Carlos Carretero si dijera que los ovnis y demás movidas espiritistas no me la han traído al pairo. Sin embargo, este racional convencido que les escribe reconoce que babea ante los enigmas ultraterrenales de la Capadocia, casi se doctora en el Alma de Tacande y suele tener la grabadora encendida cuando visita edificios antiguos para ver si alguna voz de ultratumba me sopla los últimos chismorreos de la Gloria Eterna. Y la culpa de todo la tiene Iker Jiménez, portavoz de lo esotérico, que ha hecho que salga por patas ante una estrella fugaz por miedo a que pueda tratarse de un asteroide perdido de Sirio que venga a atizarme el tarro. Un periodista cuyo mérito no es lo que cuenta (una fantasía digna del Círculo Escéptico) sino cómo lo cuenta, ya que no les exagero si les digo que estamos ante uno de los mejores comunicadores que tenemos en la televisión actual, donde el morbo ha desplazado al rigor y la agresión verbal a la palabra honesta. Iker Jiménez habla al espectador con pasión y sin escupirle a la cara, como un ente inteligente y con pensamiento propio, algo de lo que deberían aprender muchos del gremio, y es capaz de analizar un mito trasnochado como las pisadas del Yeti con la habilidad del científico que investiga el rastro dejado por el lince ibérico tras el desayuno. El de Vitoria domina con ingenio el oficio y se rodea de un buen equipo que incluye a su mujer, Carmen Porter, con la que forma una pareja Fellini-Masina trasladada a lo paranormal, un campo en el que ambos se mueven como peces en el río. Volverá con nueva temporada y éxito asegurado.

Píldora africana

La película Una Mujer en África viene a ser la versión francesa, dura y sin lavado de pelo de Memorias de África. Dos buenas piezas para el séptimo arte y dos visiones estéticamente opuestas en la forma, pero coincidentes en su empeño por mostrar las hemorragias civiles de un continente martirizado por sus colonizadores. Isabelle Huppert está inmensa, como casi siempre, y los diez minutos finales son estremecedores. Cinematográficamente, Francia redimió sus culpas con Indochina en la obra homónima de Wargnier, protagonizada por Catherine Deneuve. Espero que algún día su redención continúe por las mismas vías, pero centrándose en Argelia.

Píldora basura

Merecidas críticas al Pollo Vacile de Telecirco por soltar que Belén Esteban es la precursora del movimiento 15-M. Está claro que el que no da el cante por estos fueros, es porque no quiere. No sé yo si contaría con el beneplácito de su amo Berlusconi si dijera lo mismo en mi querida Italia del capo recauchutado con respecto a la corrupción. En cuanto a la ¿princesa del pueblo?, guardo silencio porque con la última portada de El Jueves ya tiene suficiente.

Píldora pro Córdoba

Un buen amigo cordobés me cuenta que su ciudad no necesita ninguna capitalidad porque la historia ya dejó claro el lugar donde confluyeron distintas culturas, religiones y razas, conviviendo en perfecta armonía y resultando de su crisol filósofos, poetas, músicos, médicos, maestros y artistas de todo tipo. No tengo más remedio que suscribir todo. Cuando llegue el momento, confío, como él, en que San Sebastián sepa disfrutar de su capitalidad y demuestre ser justa merecedora de ello. Toca visita obligada entonces a la ciudad vasca.

Píldora positiva

Y hablando de Córdoba, mis mejores deseos para el maestro Antonio Gala, el Eterno como yo le llamo, pues gracias a la ciencia y a una voluntad férrea siempre sale victorioso de las numerosas batallas que lleva ganadas contra la enfermedad. Aún tiene que dar mucha guerra, aunque quizás no quiera postergar más esa charla que tiene pendiente con Séneca en el edén de los genios hipnóticos que nos regala a veces la existencia, esos talentos indispensables como Gala, andalucista además como muy pocos, que elevan el intelecto y el espíritu. Suerte.

 

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