EL PAISAJE NÓRDICO EN EL PRADO

20/12/2012


 

 

A lo largo del siglo XVII, los pintores y coleccionistas nórdicos comenzaron a interesarse por la representación del paisaje como escenario de asuntos de la vida cotidiana, sentando con ello las bases para el desarrollo del paisaje como género pictórico independiente. Poco a poco el asunto pasó a ser solo un pretexto para representar con fidelidad las montañas, los bosques, las campiñas, los ríos, los mares, los parajes cubiertos de nieve o los canales helados inmersos en una luz naturalista

La Obra Social "la Caixa", con la colaboración del Museo Nacional del Prado de Madrid y el Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana, propone con esta exposición un breve recorrido por las distintas tipologías de paisaje que surgieron a lo largo del siglo XVII en Flandes y Holanda. Entre los pintores que integran la muestra, figuran los más destacados maestros del género, como Tobias Verhaecht, Jan Brueghel el Viejo, David Teniers, Peeter Snayers y Simon de Vlieger. Y por último, Rubens, el gran maestro flamenco, cuyos paisajes constituyen la parte más íntima y más personal de su producción.

Hasta el siglo XVI los clientes de los pintores habían sido la aristocracia y la Iglesia, y por tanto, los temas pictóricos eran cuadros de historia que representaban tanto escenas mitológicas o religiosas como acontecimientos bélicos y retratos. En consonancia con los grandes palacios e iglesias adonde iban destinados, el formato de las obras era muy grande. El auge de la burguesía, sobre todo en los países protestantes, propició un cambio en los gustos del arte. Bodegones, paisajes y cuadros de costumbres, de formato pequeño para colgarlos en casas particulares, pasaron a ser los encargos fundamentales para los pintores. Estos cuadros constituyen una característica propia del Barroco flamenco.

Los cuadros de paisajes plasman la belleza de la naturaleza: montes, cielos, animales, plantas, ríos, etcétera. Muchas veces ese ambiente sirve como marco para presentarnos a unos personajes. Un ejemplo de esto es la obra del pintor Herman van Swanevelt Paisaje con Monje Cartujo ¿San Bruno? (imagen superior). Al fondo vemos la naturaleza agreste, un cielo luminoso, horizonte con montañas y un encuadre de arbolado, en primer plano un jardín muy cuidado, y a la derecha la figura de un monje cartujo, posiblemente San Bruno. Este santo, fundador de la orden religiosa de los cartujos, ha sido fuente de inspiración de muchas obras de arte.

En los Países Bajos era habitual la colaboración entre varios pintores para realizar una obra conjuntamente. Uno pintaba las figuras, otro los paisajes, otro los animales... En el caso de Jan Brueghel el Joven, en ocasiones hacía las figuras, como en los cuadros que pintó con Joos de Momper, en los que este realizó los paisajes, y en otros casos -como en su colaboración con Rubens- era él quien se encargaba de pintar el paisaje.

Las pinturas en las que la naturaleza aparece salvaje con parajes inmensos en los que el hombre se sentiría perdido, se encuadran bajo el nombre de "paisajes sublimes". A veces aparecen fenómenos atmosféricos como tormentas que remarcan la indefensión humana. Jan Brueghel el Viejo convierte los bosques en tema principal de muchas de sus obras. A menudo sus paisajes carecen de figuras o, como en esta obra, su pequeño tamaño las convierte en anécdota. Jan Brueghel el Joven fue el hijo de Jan Brueghel de Velours, apodado "el Viejo". Pintó naturalezas muertas, flores, paisajes y escenas mitológicas. Al morir su padre, se hizo cargo del taller paterno y en el año 1625 aparece inscrito en el Gremio de Pintores de San Lucas. Los Brueghel pintaron algunos cuadros con un trasfondo satírico -en el que critican los vicios de la sociedad de su época-, y en ocasiones moralizante, resaltando las normas que deben regir la buena conducta de los hombres. 

Philips Wouwerman se especializó en pinturas de caballete de temática bélica o ecuestre: cacerías, batallas y campamentos militares. En Cacería de Liebres (imagen inferior) se produce una síntesis entre el paisaje y la pintura de género: plasma una cacería en la que los jinetes sobre sus caballos adquieren gran protagonismo. Al movimiento de los equinos se suma el de los perros de caza que se abalanzan sobre sus presas.

Otro tipo de paisaje, presente igualmente en la muestra, es aquel en el que la naturaleza ha sido "colonizada por el hombre". Los campos aparecen cultivados, y las colinas, valles y llanuras con casas, canales y otras construcciones humanas. El hombre ha hecho suya la naturaleza. Este paisaje tuvo gran desarrollo en Italia.

 

 

Como ya hemos apuntado, en la segunda mitad del siglo XVI se observa un cambio en los temas pintados por los artistas de los Países Bajos. Cobra importancia la escena de género, un tipo de obra pictórica en la que se representa a personas normales en escenas cotidianas, de la calle o de la vida privada, contemporáneas al autor. Lo que distingue a la escena de género es que representa escenas de la vida diaria como los mercados, interiores de viviendas, fiestas, tabernas y calles. Destacan las escenas en las que se plasma la preparación de la comida, que muchas veces acaban siendo también un bodegón por el detalle con el que se representan los diversos productos alimenticios. En cuanto a las tabernas, son frecuentes las escenas de borracheras y bailes.

El Bosco y Brueghel el Viejo no dudaron en explotar las escenas de género para ilustrar los proverbios y las historias, hoy a menudo perdidas, que dieron una apariencia laica a la obra religiosa. Brueghel, en particular, hizo de los campesinos y sus actividades el tema de muchas de sus pinturas. Las representaciones de campesinos y de pobres elaboradas por Brueghel son muchas veces irónicas. Es el nudo que enlaza la imaginativa creatividad de El Bosco con la pintura de género del siglo XVII.

El paisaje comenzó a constituirse como género autónomo con Patinir y en el siglo XVII alcanzó su verdadero esplendor con artistas de la talla de David Teniers, Jan Brueghel el Joven (hijo de Brueghel el Viejo), Denis van Alsloot, Jan Miel, Paul Bril o Philips Wouwerman, entre otros. La finalidad de los paisajistas del XVII no era copiar la naturaleza, sino mejorarla. Pintaban en sus estudios, tras paseos y bocetos hechos al natural, uniendo la observación y las convenciones artísticas de la tradición pictórica. Sus paisajes no sólo representan un momento concreto en un espacio natural, también expresan determinados valores propios de la época.

Una obra muy interesante es Paisaje con Patinadores de Joos de Momper el Joven (imagen inferior). En ella el hombre domina la naturaleza y se adapta e inserta en ella. Los paisajes de mar son frecuentes entre los pintores holandeses del siglo XVII, como corresponde a un país cuyo comercio marítimo era de los más desarrollados del mundo. También era mediante navíos de guerra como defendían su poder territorial.

La pintura del siglo XVII se caracterizó por su innovación técnica, la búsqueda del naturalismo y la revalorización de los géneros menores: Daniel Seghers, Willem Buytewech, Hendrick ter Brugghen, Gerard van Honthorst y Dirk van Baburen. Los artistas más relevantes de la escuela neerlandesa fueron Rembrandt, Jacob van Ruysdael, Jan Van Goyen, Meindert Hobbema, Adriaen van Ostade, Cornelis Bega y Frans Hals. En Delft se constituyó una escuela que plasmó los temas de la vida burguesa: Veermer y Pieter Hooch.

En el siglo XVII aumentó la demanda de cuadros de pequeño tamaño. Junto a los comitentes tradicionales, el clero y la nobleza, apareció un nuevo cliente: la burguesía, que empezó a encargar obras de pequeño formato para embellecer sus hogares. Tradicionalmente en la jerarquía de los géneros el paisaje ocupaba un lugar muy bajo, sólo superior al bodegón. En occidente, el paisaje fue adquiriendo relevancia como fondo de cuadros de historia o de retratos hasta constituirse género autónomo en la Holanda del siglo XVII.

Como podemos ver en Rubens, Brueghel, Lorena. El Paisaje Nórdico en el Prado, en el paisajismo nórdico aparece el valor dado a la tierra, a la naturaleza como medio de vida para el hombre. Es un valor propio de una sociedad con una economía agraria importante y que se esfuerza en conquistar tierras al mar como hace Holanda. En esta época muchos artistas se especializan en paisajes, realizando una amplia producción de obras con gran éxito comercial, por lo que están presentes en la mayoría de las colecciones del siglo XVIII y XIX. Todo ello pone de manifiesto la identificación de la sociedad flamenca con los cuadros de paisajes. 

En líneas generales, el Barroco tuvo gran implantación en los Países Bajos, con autores como Lieven de Key, Hendrick de Keyser y Jacob van Campen. A fines del siglo XVII, Daniel Marot introdujo el clasicismo francés. Como consecuencia de la querella iconoclasta, toda la escultura anterior al siglo XV desapareció, aunque sabemos que existió gran tradición escultórica. En el XVII destacaron Hendrick de Keyser, también escultor, y Rombout Verhulst, autor de excelentes mausoleos. La época dorada de la literatura también fue el XVII, en el que conviven muchas tendencias, encarnadas por cuatro grandes escritores: Pieter Hooft, Gerbrand Bredero, Joost van den Vondel y Constantin Huygens. Cuando la República de las Provincias Unidas consiguió la independencia de España, la vida musical se organizó del siguiente modo: en los Países Bajos septentrionales destacó J. P. Sweelinck por su importante aportación a la escuela de órgano alemana; en los Países Bajos meridionales la música se caracterizó por la supervivencia del estilo contrapuntístico tradicional. Las personalidades de mayor relieve se hallan en la dinastía de los Fiocco de Venecia y en Pierre-Hercule Bréhy.

 

 

Hasta el 24 de febrero de 2013 en la Lonja de Zaragoza (Calle Nuestra Señora del Pilar, s/n)
Horario: martes a sábado, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas; domingos y festivos de 10:00 a 14:00 horas.

 

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