NUEVA OBRA DE ANTONIO JESÚS YUSTE NAVARRO PARA TOTANA (MURCIA)

Juan Carlos Montiel Botía (13/04/2011)


 

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El pasado 27 de Marzo de 2011, Antonio Jesús Yuste Navarro hizo entrega de la imagen de Nuestra Señora de la Fe a la Hermandad de la Oración en el Huerto -La Posá- de Totana (Murcia). Efigie que tuve el privilegio de presentar en dicha localidad. Una responsabilidad de la que -al menos eso creo- salí airoso a tenor de las muestras de cariño y agradecimiento recibidas aquella esplendorosa mañana de Cuaresma. Nada comparadas con las dirigidas a nuestro escultor y su obra; lo que, por lo demás, era lo esperado.

Como la imagen habla por sí sola y no requiere sesudas descripciones técnicas -ninguna hay, bajo mi punto de vista, que le pueda hacer justicia- me van a permitir la licencia de glosar su figura con plena libertad. Ante todo, quisiera comenzar con las mismas palabras con las que aquella mañana pedí el amparo de tan sentida imagen:

 

Ave, mujer de gracia llena.
Salve, virgen y madre.
De la Fe templo y sagrario,
¡Ave, reina!,
Dios te salve.

 

Tal vez sólo resulte una bella efigie de tamaño natural. Una muy especial sobre cuyo finísimo modelado, su autor alzó soberbia la compostura y en cuyos poros deslizó sutilmente la primavera. Acaso un brindis al sol, un canto más a la juventud esquiva. No obstante, y aunque todo lo anterior fuera cierto, el Espíritu Santo la ha despojado de toda sensualidad mundana, para revelarnos en ella a la Madre que llora sus penas y altar donde Dios derrama su gracia. La esencia de Dios se ha hecho brisa en tus manos hasta confundir alma y madera, madera y alma. Y con un simple gesto has dado vida a un rostro, hondura a unos ojos y sentimiento a unas lágrimas. Con razón Virgen de la Fe la ha llamado Totana; pues de dónde, sino de la que te infundió Dios, te la has arrancado para dársela.

De la Fe, Madre, y ya no hay más palabras que te merezcan. Porque en tus ojos se encontrará el que ande perdido sin tu mirada. En tus finas manos se sostendrá el aliento del desahuciado. Y en tus lágrimas encontrará bálsamo el corazón escarnecido y el alma cansada. Y todos obtendrán, por tu oración intercesora, el don de Cristo. Y será el Hijo del hombre el que se aloje en sus cuerpos rotos, e hilvane en ellos historias de amor y de esperanza. Y esto será así por tu fe, María. La misma que en el establo de Belén, sobre la paja y el heno, te hizo creer a tu hijo redentor del mundo y evangelio sus balbuceos. Al nacer lo creíste eterno, Madre; en la cruz no viste morir al hijo, sino reclamar su trono al rey del universo. Esa es la fe que Dios te regaló, y la que en Antonio Jesús ha inspirado esta imagen.

Modelada por un hombre para mayor gloria del Cielo, guarda en el oratorio de tu pecho el anhelo de tus hijos. Estréchanos en él con la caricia de tus manos y danos aliento con el misterio de tus labios. Vela para que no extraviemos el paso en la procesión de nuestras vidas y sé relicario de nuestra esperanza. Que no nos empeñemos en llevarte sobre nuestros hombros, Madre; sino en dejarnos guiar por tus pasos. Cómo temer estrechez alguna yendo contigo, tú que conseguiste vino donde sólo había agua. Testigo fui de cómo se estremeció el templo aquella mañana en la que te bendijeron. Cuando con tus lágrimas lavaste nuestra pena antes de asperjarlas por el viento. Totana, sus huertas y campos fueron colmados por tu gracia y la hermandad de La Posá, al fin, se sintió dichosa por tener dueña: Señora de la Fe era su nombre, virgen y madre, reina del cielo, cofrade y nazarena.

 

Nota de La Hornacina: Pulsando en el icono, podrán ver una galería fotográfica de la obra.

 

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