Se trata de un busto de Dolorosa en terracota policromada al oleo con telas encoladas, sobre peana de madera dorada. El autor parte de la imaginería malagueña del siglo XVIII para reflejar con esta obra una imagen pasionista de modelado suave y corte naturalista, sin estridencias ni dramatismo acusado.

La pieza ha sido labrada con total libertad creativa, de ahí que Juan Vega haya podido experimentar y trabajar la policromía a base de veladuras al oleo, con una paleta amplia de colores, tratando la superficie como si fuera un lienzo, siendo el resultado un simulacro de tonos agrisados y anacarados.

Asimismo, se han utilizado postizos tales como las pestañas superiores de pelo castaño y las cinco lágrimas de cristal que corren por sus mejillas, dos en el lado izquierdo y tres en el derecho. El rostro, de gran finura, se halla enmarcado por un manto de color azul, adornado con una greca estofada al temple sobre oro fino.