PICASSO. LA MUJER Y LA SEDUCCIÓN CLÁSICA

13/01/2012


 

 

La exposición Picasso. La Mujer y la Seducción Clásica está formada por 54 grabados, libros ilustrados y cerámicas de Pablo Ruiz Picasso, que abarcan del año 1905 a 1971, en una aproximación global a la presencia, desde la óptica del tratamiento del cuerpo y sus ideas asociadas de seducción, deseo e incluso adoración, del clasicismo en Picasso, sus transformaciones y sus refutaciones, en un diálogo con la tradición no exento de divergencias. Y de convergencias. Las secciones de la muestra son las siguientes:

 

Bajo el Signo de Apolo
Considerado Apolo, según los términos de la filosofía estética del siglo XIX, como la personificación del equilibrio en contraposición con el desorden báquico, en esta sección encontramos cómo Picasso rinde homenaje a la serenidad originaria de los modelos grecorromanos, base también de la enseñanza artística de sus años de formación. Entre el arcaísmo del atleta, verdadero kourós helénico, que ilustra el libro de Píndaro hasta la idealización esencial a la que reduce el rostro femenino en la cerámica, aquí se sublima la disciplina lineal del joven Picasso para hacerse eterna.

Las Metamorfosis de Ovidio
Nos encontramos ante uno de los más elegantes, y armónicos, grupos de ilustraciones, realizadas con una clara visión de conjunto y aunadas por un predominio de la línea curva, casi laberíntica, puesta al servicio del mejor clasicismo picassiano. Se trata, además del primer título en el que Picasso participó desde el origen del proyecto, ya que hasta el momento se había limitado a seleccionar grabados ya realizados. En esta ocasión, el joven editor Albert Skira ofreció a Picasso ilustrar un libro de su elección. El resultado fueron 30 aguafuertes, plenos de tensión y de un delicado erotismo de los que ofrecemos aquí una elocuente selección. El ejercicio de virtuosismo que Picasso hace en estos grabados es tal que este título picassiano, en palabras de William S. Liebermann, es "uno de los libros más admirables de nuestro siglo".

Nuda Veritas
La desnudez, atributo casi imprescindible de los modelos clásicos, comparece a través de formulaciones diversas y plurales, que aminoran o manifiestan la pulsión erótica de los sujetos representados, sea desde la voluntaria estridencia del desnudo con silla, la imagen casi para el consumo inmediato del desnudo con collar o el que en una jarra homenajea veladamente al pintor francés Ingres, la placidez intimista de las mujeres que se reúnen en torno a un espejo o la apoteosis del equilibrio con la que en los años 30 Picasso combinaba clasicismo y apuntes surreales.

La Rebelión Cubista
El Cubismo, fruto del afán de investigación y de las ansias de libertad formal de artistas como Picasso o Braque, fue siempre defendido por sus creadores como una revolución estética que respondía a rígidos principios teóricos. Ese rigor formal del cubismo es el que guía al artista en las obras del momento de esplendor geométrico del Cubismo, en el que las formas se reinterpretan para la construcción de los desnudos, haciendo difícilmente reconocibles los temas clásicos para que sea la intuición del observador el que devuelva su forma a ese cuerpo disperso.

Ecos de Cranach
Lucas Cranach el Viejo (1472-1553) fue uno de los artistas predilectos de Picasso. Sus desnudos femeninos, de piel delicada y pálida, el aire de altanero desdén de sus modelos, la juventud arrogante y firme de sus modelos, representaban para el artista malagueño una versión especialmente seductora del arte del Renacimiento que en estos grabados, debidos a la influencia directa de Cranach, es aquí reformulado y adaptado, permitiendo, en el caso de las variaciones aplicadas a las figuras de Venus y Amor, asistir a un fascinante proceso de re-creación y libertad.

Atracción y Deseo
La carnalidad tan frecuentemente atribuida a Picasso, que no evitó su identificación con el mito del Minotauro, es la que articula esta sección con imágenes de factura muy diversa. La cópula de la pareja con formas que son a la vez de insectos, vegetales y humanos, se erige en culminación de un ritual de seducción iniciado en la transición entre las épocas azul y rosa, cuando el sensual baile de Salomé muestra su reverso terrible en una danza bárbara, y el deseo se muestra, entre la lubricidad y la adoración, con una delicadez extrema en el abrazo mitológico de Cinecias y Mirrina.

Harén y Gineceo
La fantasía de dominio masculino, puesta de relieve en el siglo XIX, del que parte la educación sentimental y artística de Picasso por la pintura orientalizante y la clasicista de inspiración grecorromana, alcanza en el tema del harén y del gineceo su expresión máxima. Así, ambos asuntos se plasman en la obra de Picasso en escenas en que la mujer se muestra en un entorno cerrado, propicio por igual a las confidencias y al silencio. Esa quietud protectora y sensorial es la que se manifiesta en su interpretación de Las Mujeres de Argel a partir del cuadro de Delacroix y en las diversas versiones en torno a las dos mujeres desnudas que traslucen una afinidad manifiesta con la pintura del Renacimiento.

La Vida Desbordada
La experiencia de la Guerra Civil Española vivida desde Francia y de la Segunda Guerra Mundial, padecida bajo la Ocupación, condujo a Pablo Picasso a la eclosión de un vitalismo, de una reivindicación del hedonismo, que ya no le abandonaría. En sus décadas finales, su obra será una exaltación de la vida, de la que son testimonio los grabados de 1966, a sus 85 años de edad, y 1971, a los 90, en los que hay abigarramiento, libertad, gozo, insinuación y provocación.

Musas
Cierra la exposición una doble galería de retratos de dos mujeres que fueron las últimas compañeras, las últimas musas, de Picasso. Françoise Gilot, pintora, será sinuosidad y calma y tentación. Madre de los dos últimos hijos del artista, Claude (1947) y Paloma (1949), será sucedida por la que será su segunda, y definitiva, esposa. Jacqueline Roque comparece en su obra gráfica con un grabado, el Retrato de Madame X, en un momento en que prefería ocultar su identidad y que posee una confesa afinidad con los modos del retrato renacentista y que se mantiene en el resto de grabados en los que Jacqueline será la serenidad mostrada de perfil.

 

 

Hasta el 11 de marzo de 2012 en la Sala de Exposiciones de la Iglesia de las Francesas (Calle de Santiago, s/n, Valladolid)
Horario: martes a domingo (incluidos días festivos) de 12:00 a 14:00 y de 18:30 a 21:30 horas; lunes, cerrado.

 

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