PINTURA BARROCA EN VALENCIA (1600-1737)

11/04/2021


 

 

Pintura barroca en Valencia (1600-1737) ilumina un escenario muy poco conocido de la historia del arte español. En paralelo al desarrollo de los focos artísticos de Madrid -capital de la Monarquía Hispánica- y Sevilla -núcleo comercial de su vasto territorio trasatlántico-, la ciudad de Valencia se revela como un centro de producción pictórica de primer orden durante el siglo XVII y primeras décadas del XVIII.

A través de sus lazos comerciales y culturales con Italia, Valencia recibió la influencia directa de importantes creadores, como Sebastiano del Piombo, José de Ribera, Pietro da Cortona, Carlo Maratta o Corrado Giaquinto. La tradición vernácula, que pervivía a la sombra de grandes figuras como Juan de Juanes o Juan Sariñena, se enriqueció con esas influencias y creció pujante con los valores novedosos que le aportaron artistas foráneos sobresalientes como Francisco Ribalta, Pedro Orrente y Antonio Palomino. En esa estela se desarrolló una pintura de carácter innovador, ambiciosa, pródiga en autores de calidad, cuya obra configuró un conjunto con características propias que la Historia del Arte no había contemplado hasta ahora sino de manera parcial.

Pese a ello, desde los inicios de la historiografía moderna, la pintura valenciana del Barroco ha ocupado un discreto lugar entre los intereses de la comunidad científica, sobre todo en comparación con los mencionados núcleos pictóricos de Madrid y Sevilla, esta última ciudad floreciente por entonces y cuna de las figuras más reconocidas a nivel internacional: Diego Velázquez y Bartolomé Esteban Murillo.

Este escaso interés por la pintura valenciana del periodo también se hace extensible al resto de escuelas de los antiguos reinos que conformaban la España del seiscientos como Aragón, Cataluña, Mallorca o Murcia, que, al igual que ocurre con Valencia, no han sido objeto de estudio hasta las últimas décadas.

En el caso valenciano, el panorama es aún bastante desolador, sobre todo si se trata de la segunda mitad del XVII. La primera mitad ha sido un periodo más valorado y, en consecuencia, mucho mejor estudiado. Pintores como Sariñena o Ribalta recibieron el interés de la comunidad científica, así como la importante labor de mecenazgo ejercida por el patriarca Juan de Ribera, quien reunió en el Colegio Seminario de Corpus Christi un destacado conjunto de artistas que interpretaron la doctrina tridentina con un nuevo lenguaje pictórico, de sesgo naturalista, que reaccionaba contra la estética manierista de discípulos e imitadores de Juan de Juanes.

En el libro Pintura barroca en Valencia (1600-1737) se acomete por fin un estudio unitario de toda la pintura barroca valenciana y se presentan por primera vez las biografías de los pintores principales del periodo, junto al catálogo de sus obras, lo que lo convierte en una herramienta esencial para el conocimiento y valoración del arte de la época en el Reino de Valencia y en punto de partida para futuras investigaciones en este campo.

Su autor, Víctor Marco García (Valencia, 1976), es doctor europeo en Historia del Arte y Premio Extraordinario de Doctorado de la Universidad de Alcalá (2010). Ha dirigido sus estudios hacia la pintura valenciana de la Edad Moderna y sus relaciones con otros centros artísticos. Marco García es autor de "El pintor Vicente Salvador Gómez" (Valencia, 1637-1678) (2006) y de artículos en diversas publicaciones especializadas. Además, ha colaborado además en congresos internacionales y exposiciones, como "La luz de las imágenes. Pulchra Magistri. El esplendor del Maestrazgo en Castellón" (2013), de la que fue comisario.

 

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