NUEVA OBRA DE PEDRO ANTONIO FERNÁNDEZ VALCÁRCEL

28/09/2012


 

 

 

El autor realiza esta imagen para su colección privada, inspirándose en el famoso icono de Nuestra Señora de la Soledad que Isabel de Valois encargó a Gaspar Becerra. Por orden de la esposa de Felipe II, el artista debía copiar un cuadro que la reina trajo de Francia en el que la Virgen aparecía arrodillada ante la cruz vacía.

La imagen de Becerra, quien tuvo que realizar varias tallas hasta obtener el visto bueno de la soberana, fue trasladada al madrileño Convento de Nuestra Señora de las Victorias, regentado por los padres mínimos, donde tuvo capilla propia. Dicho convento fue demolido a mediados del siglo XIX y la imagen de Becerra destruida en el año 1936, cuando se encontraba en la actual Colegiata de San Isidro.

La pieza del lucentino mide 80 cm de altura y está realizada en terracota policromada para vestir. Su atuendo se inspira también en el de la Soledad de Becerra, formado por traje blanco y capa negra, propio de las viudas nobles del siglo XVI, ya que fue propuesto, al igual que su advocación, por la condesa de Ureña, dama de compañía de Isabel de Valois que acababa de quedarse viuda cuando fue ejecutada la efigie.

Un cuadro de la misma fue venerado a partir del año 1787 en un domicilio de la madrileña calle de la Paloma, alcanzando fama de muy milagroso y convirtiéndose en el actual simulacro de Nuestra Señora de la Paloma. A diferencia de la talla de Gaspar Becerra, el cuadro logró salvarse de los disturbios de la Guerra Civil.

 

 

 

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