NUEVA OBRA DE ANTONIO LUIS TROYA

11/05/2019


 

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Esta nueva obra que el escultor de Dos Hermanas (Sevilla) muestra en exclusiva para la exposición Barro Madera y Sangre (ver enlace) representa a Jesús nazareno con la cruz al hombro, caminando hacia el Monte Calvario para ser crucificado, de ahí el recurso de la zancada hacia el frente, con lo que se consigue una poderosa sensación itinerante y de movimiento. La obra es de tamaño natural (255 x 375 x 55 cm), con una altura aproximada de 180 cm. Ha sido tallada íntegramente en madera de cedro real por Antonio Luis Troya; la imagen completa, incluyendo los brazos articulados para poder vestirla y la peana.

El nazareno, completamente anatomizado, ha sido representado en el encuentro con su madre en el tramo popularmente conocido como "calle de la amargura". Es una figura disponible para su adquisición, de complexión esbelta y proporciones muy cuidadas, a la par que estudiadas. Va revestido con túnica de tejido natural, lo que oculta su desnudez, únicamente velada por el sudario o perizoma, ceñido al cuerpo y sencillamente recogido. Al representar a Cristo con la intención de caminar, el escultor no solo da dinamismo a las piernas, sino también a la cintura, lo que acentúa la referida sensación de movimiento. Asimismo, consigue que la obra exprese el esfuerzo de la caminata a través de un rostro abatido y extenuado.

La expresión de Cristo es fuerte, valiente y conmovedora, agonizante y sufrida por el cansancio y las heridas infligidas durante el tormento previo de la flagelación. La cabeza, ligeramente girada hacia la derecha, se dirige hacia el espectador que le contempla. Con la boca, entreabierta para tomar aliento, se dejan ver maxilares y lengua, marcando con realismo la acción de dialogar con el fiel como si de un miembro de su comitiva se tratase. La nariz es de morfología judía, aguileña, mientras que sus ojos de color miel se hallaran abiertos, fatigados, apreciándose perfectamente todo el trabajo anatómico en los hinchados párpados, las ojeras y las pequeñas bolsas que delatan igualmente su falta de fuerzas.

Unos ojos sufridos y al borde de la rendición, realizados en vidrio líquido para dar más naturalidad y vida a una imagen cuyo dolor se manifiesta en el entrecejo, fruncido y dolorido, sobre el cual podemos observar las heridas producidas por la corona de espinas, emanando todavía sangre de algunas de ellas que recorre las sienes y la frente. El cabello, guiado por la propia inclinación de la cabeza, ha sido resuelto mediante grandes mechones de pelo pegados al rostro, pero siempre dejando ver el mismo. La barba es muy elaborada y bífida en su extremo. En cuanto a la policromía, ha sido realizada íntegramente en óleo desde el propio estuco a base de transparencias, veladuras y pátinas, acentuando todos los detalles de la Pasión en la hechura.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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