MUSEO DEL GRECO. PIEZA INVITADA

26/05/2021


 

 

El Tríptico de la Crucifixión, la nueva Pieza Invitada del Museo del Greco (Paseo del Tránsito s/n, Toledo), al igual que la Virgen de la Esperanza (imagen inferior), también procede de los almacenes del Museo del Greco. El tríptico, pintado por manos anónimas entre 1500 y 1599 al óleo sobre tabla y lienzo (86,5 x 121 x 4,2 cm), estará expuesto en la Sala de la Biblioteca hasta el próximo 12 de septiembre.

La asociación de varias tablas a modo de pequeños retablos fácilmente transportables era ya común en el siglo XV, pero a partir de la centuria siguiente renuevan su programa iconográfico siguiendo la doctrina del Concilio de Trento. Entre las temáticas más comunes se encuentra el ciclo de la Pasión de Jesús, con el momento culminante de la Crucifixión, así como las vidas de los santos.

El espíritu de la Contrarreforma busca estimular los sentimientos de las gentes con el fin de proyectar, fuera de los templos, las vivencias religiosas. Así, en las paredes y capillas de las casas encontraron lugar un gran número de altares privados u oratorios domésticos que expresaban la piedad de sus habitantes. Los más habituales son los trípticos de tres tablas, como el Tríptico de la Crucifixión que ahora presenta el Museo del Greco como Pieza Invitada, decorados tanto interna como externamente, sirviendo las tablas laterales de puertas de cierre.

En la obra central del Tríptico de la Crucifixión del Museo del Greco, aparece la imagen de Cristo Crucificado, la cual sigue un modelo similar al de la escuela pictórica toledana, motivo por el cual la tabla llegó a ser atribuida al discípulo más célebre del Greco, Luis Tristán. En la parte superior de la imagen central se oculta parcialmente el sol a la izquierda, mientras que la luna aparece a la derecha, evocando las tinieblas que cubrieron la tierra cuando Cristo expiró. A los pies de la cruz, una calavera simboliza la leyenda según la cual Adán habría sido enterrado en el Gólgota, en el mismo lugar donde se elevó la cruz.

En la tabla superior izquierda se representa a San José con vara florecida y escuadra de carpintero. A su lado, el Niño Jesús, de celeste, sostiene un orbe como "Salvator Mundi", símbolo de su divinidad. Bajo ellos se encuentra San Juan Bautista, de pie, descalzo y semidesnudo, con nimbo y llevando en su mano derecha un báculo rematado en cruz. A sus pies un cordero tumbado con aureola como precursor y mensajero de Cristo.

En la tabla superior derecha San Miguel, sosteniendo un escudo. El santo clava una lanza en un demonio alado tendido en el suelo, al que pisa con ambos pies, una escena que alude a la batalla entre el Arcángel y Satanás. Debajo, San Bruno, con el hábito blanco de los cartujos, un nimbo como presea y con el báculo tirado a sus pies, simbolizando su desprecio por las jerarquías de este mundo.

Técnicamente, en el Tríptico de la Crucifixión se combinan, de forma muy original, dos soportes: óleo sobre lienzo para la escena central y óleo sobre tabla para los laterales. Los marcos están ricamente dorados y decorados con motivos florales creados con la técnica del estofado (de época original) y otros pintados (a posteriori). La parte trasera está pintada al óleo y en ella se sucede una composición de motivos geométricos sobre fondo gris, creando un juego de luces y sombras que busca perspectivas arquitectónicas imitando mármoles como el serpentino verde y otras piedras duras como el jaspe rojo estriado o granitos de colores.

 

 

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