LA LUZ CON EL TIEMPO DENTRO

15/07/2023


 

 

Desde el año 2016, el trabajo de la fotógrafa Claudia Ruiz Caro se sitúa a medio camino entre lo documental y lo antropológico. Un trabajo que busca, desde el retrato intimista, dejar un testigo histórico que recoja los últimos resquicios de la época dorada del flamenco desde la dignificación estética y conceptual, sin artificios, buscando la atemporalidad y el homenaje eterno a una etnia históricamente estereotipada y denostada.

Pese a su juventud, Caro presenta ya una sólida trayectoria autoral en la disciplina de la fotografía flamenca, y más concretamente en el campo del retrato. También en La Hornacina han podido ver su trabajo como excepcional retratista de las tareas de conservación de la restauradora Paz Barbero.

Huyendo del estereotipo clásico de la instantánea en escenario, como dice el maestro Pepe Lamarca, Caro detiene al artista construyendo un encuadre propio, casi siempre en blanco y negro, en el que la fuerza expresiva y la intención gestual transmite sin fisuras la personalidad artística del retratado. Unas veces en un contexto escenográfico elaborado a base de diferentes tonalidades de luz, contrastada e intimista y en otras ocasiones en el ambiente familiar del propio cantaor o cantaora, en el caso del flamenco.

Esta catalana, de origen y filiación inequívocamente jerezanos, tiene en su haber el resultado fotográfico de más de 22 discos importantes, publicados recientemente: Jesús Méndez, Antonio Agujetas, Vicente Soto Sordera, Luis Moneo, Mari Peña, Antonio Rey, Pedro de la Fragua, Alfonso Mijita hijo, Samuel Serrano, Felipa del Moreno, Eva Rubichi, Salmonete, José Mijita, Manolo Simón, Manuel Cerpa, Tomás de Perrate...

Ha sido además la primera mujer fotógrafa oficial de la Bienal de Sevilla, en sus ediciones XXI y XXII entre septiembre y octubre de 2020 y 2022. Además, es miembro activo de la directiva del Círculo Flamenco de Madrid, entidad sin ánimo de lucro que organiza recitales para el público flamenco más exigente de Madrid.

 

 

Las bellas artes se nutren y revitalizan a través del diálogo entre ellas. Serían innumerables los ejemplos, de todas las épocas, en los que la pintura ha reflejado el baile o la música a través de sus intérpretes, y cuentan las artes escénicas con nombres como Dalí o Picasso como autores de sus escenografías. Y así se podría continuar hablando de la influencia innegable de unas formas creativas en otras, porque no hay artista que no sienta un pellizco en el alma cuando observa la belleza, ya se muestre desde un escenario, una escultura o cualquier otro soporte material para la materialización de algo tan humano como la necesidad de expresión.

En La luz con el tiempo dentro, Claudia Ruiz Caro hace buena esta máxima, y refleja en sus fotografías un arte, el flamenco, tal y como ella lo siente. Lo hace en un blanco y negro adusto pero no por ello falto de color, si atendemos a la definición de esta palabra que atiende al carácter peculiar de algunas cosas.

En este caso, refleja el color del flamenco en toda su extensión. Sus retratos descarnados, sin posados impostados ni concesiones arbitrarias, son el firme reflejo de la personalidad de la persona retratada. No hay impostura tampoco en esas fotos que parecen casuales, fruto de un momento afortunado, pero que sin duda no lo son; basta ver la foto de Riqueni con Habichuela para comprobarlo. En ella, los dos maestros guitarristas aparecen distendidos, en una reunión que aparenta familiaridad, a tenor del cigarrillo que sujeta alguien del que solo se percibe su mano. Y ellos mientras, con sus inseparables guitarras, sonríen mirando al dueño de esa mano del que nada se sabe más allá de que debe ser conocido de ambos. Esa imagen es, sin duda, fruto de la observación y del tiempo, porque solo se puede captar mimetizándose con el entorno, convirtiéndose en una parte más de esa atmósfera mágica del momento.

Ese es el viaje de luces que propone Caro en esta exposición, que sugiere adentrarse en cada una de las fotografías y leer lo que en ellas se cuenta: la amistad entre Diego Amador y Carlos de Jacoba, o la naturalidad que se viven en los camerinos, la concentración solemne del cantaor que va a arrancar su quejío jondo, las arrugas que hablan de tiempos y razas milenarias, las sonrisas que se reflejan en las miradas, la alegría de las fiestas intergeneracionales, el arte, en fin, en las manos de una mujer mayor en una escena en la que se resume el todo y la parte: el tendedero, la silla, un niño jugando, tres mujeres haciéndole compás mientras ella mece su cuerpo en un arranque que sale de dentro, de ese lugar donde habita el saber y el conocimiento ancestral.

La luz con el tiempo dentro, compuesta por 28 obras, se puede visitar hasta el próximo 31 de julio en el Instituto Andaluz del Flamenco (Calle Santa Teresa 8, Sevilla) dentro del siguiente horario: lunes a viernes, de 08:30 a 15:00 horas, excepto festivos. La marca de calidad "Andalucía. Flamenco" avala esta muestra.

 

 

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