MARTÍNEZ MONTAÑÉS: MAESTRÍA

12/03/2020


 

 
 

Contrato de aprendizaje de Juan de Mesa (I)
Foto: AHPS

 

El Archivo Histórico Provincial de Sevilla (AHPSE. Calle Almirante Apodaca, 4) termina el ciclo de tres meses centrados en el escultor Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 1649) dedicando una exposición a la huella que dejó como maestro, llevando la muestra el título Martínez Montañés: Maestría. El AHPSE, cuyo horario normal es de lunes a viernes, de 08:45 a 14:30 horas, centró el Documento del mes de enero a su vida, y el del mes de febrero a su obra.

La influencia de Martínez Montañés en la escultura sevillana del siglo XVII se generó a partir de los artistas que se forman en su taller y en otros escultores coetáneos que asumieron rasgos de su estilo. El Archivo Histórico Provincial de Sevilla destaca escrituras localizadas en el fondo de Protocolos notariales de Sevilla referidas a la actividad en el taller, una verdadera escuela de arte que da como fruto escultores como Juan de Mesa, Alonso Álvarez de Albarrán o Francisco de Villegas, entre otros, que se inician como aprendices y llegan a ser maestros del arte de la escultura, difundiendo el estilo montañesino.

El taller (compuesto de obrador y estudio) de Montañés se encontraba junto a su domicilio en la plazuela del Campanario (plaza que rodeaba la antigua Iglesia de Santa Cruz) en 1589, recibiendo en 1590 a sus primeros aprendices: Ambrosio Tirado (por 6 años) o Alonso Díaz (por 5 años). En 1602 el taller se localiza en la calle de la Muela (actual O'Donnell) hasta su fallecimiento, entrando nuevos aprendices: Pedro Sánchez (en 1605, de Antequera, con 13 años de edad, por un tiempo de 6 años), Francisco de Villegas (1606, de Toledo), Juan de Mesa (1607, de Córdoba, con 23 años, por 4 años y medio) o Alonso de Albarrán el Mozo (de Jerez de la Frontera, 1608). En este periodo desde 1609 a 1613 los aprendices y oficiales del taller trabajarían en los encargos junto al maestro, como en el caso del retablo de San Isidoro del Campos en Santiponce (Sevilla). El propio Montañés cifraba en 800 ducados los beneficios obtenidos por el trabajo de un aprendiz en cuatro anualidades.

Tras la muerte de su primera esposa en 1613 las numerosas obras encargadas desde España e Indias hicieron que el taller estuviera activo, recibiendo más aprendices de los que destacamos: Juan Gregorio (1612, 14 años, por 5 años); Pedro Jiménez (1613, de Luque, Córdoba, de 11-20 años, por 7 años), Diego Antúnez (1613, de Porto Alegre, Portugal, por 3 años, aunque lo canceló a los 3 meses), Marcos Juárez (1616, menor de 20 años, por 2 años), José Martínez del Castaño (1632) o Pedro Andrés (1641, de 14 años, por 7 años).

Según las Ordenanzas aprobadas en 1527 por los Reyes Católicos, reeditadas por Andrés Grande en 1632 (de las que el AHPSE conserva un ejemplar) las instituciones gremiales de carpinteros, pintores y doradores fueron las únicas corporaciones vinculadas a las "artes" y se regularon rígidamente durante siglos. En estas ordenanzas los carpinteros englobaban jurídica y socialmente a los entalladores y escultores con los carpinteros de lo blanco (especializados en artesonados, armaduras mudéjares, ingenios civiles o bélicos), carpinteros de lo prieto o de lo negro (fabricantes de carros, aperos... que usaban maderas más oscuras), y violeros o fabricantes de instrumentos musicales de cuerda. En 1582 los escultores sevillanos intentan una reglamentación propia que afecte solo a escultores y entalladores. Este ordenamiento se ha perdido y solo a través de las pruebas exigidas en los exámenes de maestría se deduce que ya en 1588 existían (como lo demuestra la carta de examen de Montañés donde es nombrado maestro escultor, entallador del romano y arquitecto), así como por la existencia de las Ordenanzas particulares sobre el oficio de entalladores y escultores de la Nueva España de 1589, réplica de las perdidas sevillanas. Así en el año 1638 "Juan Martínez Montañés, Luis de Figueroa, Jerónimo Velázquez y Martín Moreno, maestros escultores, ensambladores y arquitectos, dan poder a Alonso Cano, escultor, para que acabe en su nombre un pleito contra ellos y los maestros del dicho arte sigan los encabeçados por el oficio de carpintero de los blanco, silleros… en razón de que paguen las alcabalas como los oficios de carpintero" (2 de enero de 1638), negándose a pagar el impuesto al no considerar que pertenezcan al mismo oficio de los carpinteros.

En cuanto a las especializaciones es complicado definir las diferentes funciones; en el caso de las relacionadas con el retablo, el ensamblador, según Palomero, era un carpintero especializado que se diferenciaba de las otras especialidades en que podía entender, interpretar y trasladar a la madera el diseño arquitectónico. El arquitecto o travista es el que tiene la capacidad de proyectar trazas sin ocuparse de la ejecución material. Pero también un mismo artista podía denominarse indistintamente arquitecto y ensamblador. Los entalladores realizaban la talla decorativa de basas, capiteles, frisos y cajas, y los escultores los relieves e imágenes de bulto.

 

 
 
Jesús del Gran Poder. Obra de Juan de Mesa
Foto: Juan Antonio García Delgado

 

La carta o contrato de aprendizaje se formalizaba en todas las artes y aunque en ocasiones el compromiso era verbal, la mayoría de las veces se formulaba como documento jurídico en una de las 24 escribanías u oficios de la ciudad de Sevilla, ante un escribano. El contrato de aprendizaje es un claro ejemplo del funcionamiento de la profesión en el ámbito gremial, con este contrato se busca el beneficio de ambas partes. El aprendiz se obligaba a asistir diariamente al taller y, en caso de enfermedad, recuperar los días de ausencia al finalizar el contrato; servir fielmente al maestro y a realizar los encargos que le hiciere, siempre y cuando estos fueran lícitos y honestos. El maestro se obligaba a enseñar lo relativo al arte y oficio que estuviera aprendiendo, a hospedar al aprendiz y a mantenerlo vestido y atendido en sus necesidades materiales.

El periodo de aprendizaje variaba de 4 a 6 años, y el menor solía contar con una edad entre 10-15 años. Un caso excepcional es el del escultor cordobés Juan de Mesa y Velasco, que entra como aprendiz con 23 años de edad. Si el menor era huérfano se nombraba un curador o tutor.

Juan de Mesa fue uno de los discípulos más aventajados y el que alcanzó más prestigio. Superó al maestro en modelos iconográficos como Jesús Nazareno o con la cruz a cuestas y, principalmente, los Crucificados, si bien estuvo eclipsado durante mucho tiempo por la figura de su maestro al que le atribuían sus obras debido a su prematura muerte en 1627 a los 44 años. En el Contrato de aprendizaje entre Mesa y Montañés se formaliza la situación por tres años más, ya que Mesa llevaba trabajando con el maestro desde junio de 1606 en periodo de prueba, concluyendo su formación tras un total de cuatro años y medio. Huérfano, Luis de Figueroa, ensamblador, hace de curador o tutor del menor que contaba ya 23 años (se era menor hasta los 25 años), para aprender el oficio de escultor: "dixo que lo ponía e puso al dicho serbisio con el dicho Juan Martínez Montañéz por tiempo de tres años... para que en el dicho tiempo... le sirva en el dicho su oficio de escultor e lo demás que le mandase onesto e posible de fazer". El aprendizaje acabaría en 1610 cuando Mesa, ya como oficial, estaría trabajando con su maestro. Los oficiales eran el nivel intermedio del estamento gremial; miembros de derecho, participaban en la elección de cargos representativos, asistían a asambleas y actos públicos del gremio. Esta situación se alcanzaba tras finalizar el contrato de aprendizaje, sobre 1615, cuando, aunque sin constancia documental, Mesa superaría el examen de maestro según indicaban las ordenanzas, y así poseer taller propio, abrir tienda y contratar encargos y ayudantes para ejercer públicamente el oficio.

El jerezano Alonso Álvarez de Albarrán o Alonso de Albarrán el Mozo, entró como aprendiz en 1608. Tras abandonar sin permiso el taller por "fuga", es denunciado por Montañés, detenido y rescindido su contrato en 1611. Tras recompensar al maestro con 300 ducados y la promesa de no volver a Sevilla es puesto en libertad. En 1614 vuelve a entrar en el taller tras un nuevo acuerdo, librándose el escultor de la alimentación, vestido y alojamiento del aprendiz. Se muestran ambas cartas de obligación de 1611 y 1614.

Francisco de Villegas, posiblemente familiar de su primera mujer Ana de Villegas, es traído desde Toledo. Se conserva la Carta de pago de Juan Martínez Montañés a Juan de Nebra, arriero, por traer a un niño llamado Francisco desde Toledo por 10 ducados para entrar como aprendiz en la casa del escultor (13 de mayo de 1606). En 1614 terminaría trabajando para Montañés ya como oficial según el Contrato de 14 de julio de 1614. En esta escritura se indica que Villegas trabajaría para el maestro por un ducado al día "y si no trabaxare los días enteros y trabaxare medios días no me ha de dar y pagar más que a dos reales e medio cada un día". Según Palomero, en Sevilla no existió el contrato de oficialía, entendiendo como tal un compromiso entre el oficial y el maestro para que el primero perfeccione el arte en el que se pretende examinar. El oficial se diferenciaba del aprendiz por recibir una retribución diaria, contar con más responsabilidad y tener más consideración en el seno del gremio. La mayoría de las obras de Villegas se encuentran en Cádiz, donde difundiría el estilo del maestro.

No consta documentalmente que Alonso Cano, pintor y escultor granadino, fuese aprendiz de Montañés, como en el caso de Francisco Pacheco, del que fue aprendiz de pintor junto con Diego Velázquez. Pero es verosímil que así ocurriera ya que hay detalles de sus pocas esculturas de la etapa sevillana que así lo confirman, como la cabeza del Niño Jesús de la Virgen de la Oliva que se venera en Lebrija. También realizó obras según los modelos del maestro como muestra el Concierto entre Alonso Cano, maestro pintor y escultor, y Martín de Andújar, escultor, para hacer un San Antonio de Padua de madera de ciprés con un niño Jesús sentado encima de un libro "tan bueno como uno que Juan Martínez Montañés está acabando de hacer que dicen es para la reina nuestra señora", de 16 de noviembre de 1632.

Según el historiador Romero Torres, Juan Martínez Montañés tuvo gran prestigio entre sus contemporáneos, creando el estilo denominado "montañesino", junto al de su discípulo Juan de Mesa, sus crucificados, inmaculadas y santos fueron imitados con diferente calidad por artistas de la gubia. El estilo de Montañés o Mesa fue sustituido por el de José de Arce y posteriormente Pedro Roldán. Sin embargo, el estilo resurge parcialmente en el siglo XVIII con escultores como Montés de Oca y Ángel Iglesias, y nuevamente en el siglo XX con la producción neobarroca de escultores como Antonio Castillo Lastrucci, Sebastián Santos, Francisco Buiza y otros que llevan la influencia del genial escultor hasta los umbrales del siglo XXI.

 

 
 
Contrato de aprendizaje de Juan de Mesa (II)
Foto: AHPS

 

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