El tratamiento llevado a cabo se ha realizado desde el máximo respeto por el original, sin alterar ni modificar los materiales constituyentes del mismo, con el objetivo de devolver el máximo esplendor al conjunto para conservarlo como un importante documento artístico, devocional, histórico y patrimonial.

Los trabajos comenzaron con la fijación de la capa pictórica para evitar que esta continuara desprendiéndose, consiguiendo consolidar el estrato pictórico al soporte textil, para luego proceder al reentelado de la obra ante el deficiente estado que presentaba la tela original. Para ello, se procedió a utilizar una tela de características similares a la de la obra (tela de lino) con el objetivo de consolidar el soporte, devolviendo las características necesarias al mismo para su posterior tensado sobre un nuevo bastidor de mayor calidad.

La intervención de la pintura continuó con la limpieza de la capa de color y la eliminación de la suciedad superficial, los pequeños repintes y la capa de barniz que, con el paso de las décadas, se había oxidado ocultando bajo ella el cromatismo original.

Con la limpieza se han recuperado todas las tonalidades originales de este lienzo, devolviéndole la riqueza cromática y su completa lectura. Han aparecido zonas que antes apenas eran visibles al espectador, como la túnica del santo, la mano derecha y la pierna izquierda del Niño, la tonalidad del paño o faja que cubre su desnudez, así como la vara de flores o los puños de la túnica de San José.

Para finalizar, se restituyó la capa de preparación en todas las pérdidas cromáticas, usando materiales similares al original, reintegrando luego las faltas polícromas y aplicando por último un barnizado final de protección.

En lo referente al marco, todas las pérdidas volumétricas fueron realizadas por el tallista Manuel Montañés, realizando el equipo de restauradores la limpieza del dorado y la reintegración cromática del mismo.