RESTAURACIÓN DE UN RETABLO DEL SIGLO XVI EN LA CATEDRAL DE SEGOVIA

03/09/2019


 

 

Desde el pasado mes de junio los restauradores Graziano Panzieri y Paloma Sánchez trabajan en la conocida como "carpintería" de la Catedral de Segovia para recuperar el retablo de Frumales, el óleo de la Caridad Romana y el Pantocrátor del siglo XIV, todos expuestos anteriormente en la Sala de Santa Catalina.

Las obras de reconversión de la Sala de Santa Catalina han afectado a las obras expuestas en su interior. Muchas de ellas fueron ya trasladadas a finales de 2018 a la nueva Sala de Pintura Bajo Claustro para formar parte de la colección de pintura flamenca y castellana. Otras, en su mayoría orfebrería, han sido guardadas para volverse a incorporar en esta Sala, antigua capilla y cuerpo bajo de la torre, dentro de la reconversión a la que se someterá hasta convertirse en una Sala de Objetos Litúrgicos con nuevo mobiliario expositivo y distribución.

De las tres importantes piezas que desde junio están siendo objeto de una profunda restauración, el retablo de Frumales, el Pantocrátor y el lienzo de la Caridad Romana, destaca el avanzado estado de la intervención en el retablo de Frumales, que además de su compleja recuperación al presentar un estado de conservación calificado como "malo", sobresale por su tamaño, calidad y representación iconográfica.

 

 

El retablo de Frumales data del siglo XVI y destaca por su calidad y diseño. Fue mandado a realizar para el altar de una pequeña capilla para la ermita de Frumales en Segovia y se desconoce el autor pero el estilo se enmarca en la escuela castellana. Se sabe que llegó a la Catedral tras ser adquirido por 50.000 pesetas en 1960 y fue expuesto en la actual sala de Santa Catalina, que como se ha comentado anteriormente, está siendo acondicionada para abrir de nuevo al público en 2020 como Sala de Objetos Litúrgicos.

Iconográficamente se representa, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, a San Pedro, la Crucifixión en el Calvario con la Virgen y San Juan Evangelista, San Pablo, el Abrazo en la Puerta Dorada entre San Joaquín y Santa Ana, la Purificación de la Virgen, Santa Lucía, Santa Águeda y Santa Apolonia.

En el retablo eran visibles zonas de levantamientos de película pictórica y un fuerte oscurecimiento por la suciedad grasa acumulada a lo largo del tiempo y por los barnices oxidados. La mazonería estaba repintada casi en su totalidad con purpurina por intervenciones anteriores, aparte de mostrar evidentes pérdidas de soporte como su banco de apoyo y tabla central, que literalmente fue recortada y se desconoce su destino

 

 

Los trabajos de restauración, que como hemos señalado antes comenzaron en junio, han proseguido durante los meses de verano y se espera que terminen en octubre. En estas semanas, el proceso de intervención en marcha se ha basado en recuperar la integridad material del retablo mediante la reintegración volumétrica de las pérdidas de soporte, pérdida de la tabla central y de la moldura del banco de apoyo, la eliminación de los repintes, retoques y purpurinas sobre la mazonería.

Para lograr lo anterior, el equipo de restauradores se ha servido del diagnóstico a través del microscopio para identificar en el retablo el laminado de oro original, que presenta un color más intenso, y los diferentes repintes de purpurina aplicados en restauraciones pasadas.

Al quitar repintes sobre la mazonería quedaron grandes pérdidas difíciles de integrar con la superficie original si se hubiesen dejado en madera vista o con los restos de estucos. Se decidió estucar las lagunas de preparación, embolar y dorar al agua con oro similar al original. La reintegración cromática de la mazonería se ha realizado empleando diferentes técnicas y materiales: dorado de las grandes zonas de pérdidas, identificando las mismas mediante una trama de líneas cruzadas realizadas con pigmentos al barniz; en las lagunas más pequeñas con estucos originales se emplearon acuarelas y técnica de rigatino que sirven para evidenciar que el nuevo laminado pertenece a esta restauración y no al original; los pequeños restos de estucos originales se reintegraron con acuarelas mediante veladuras de color para mitigar el efecto del blanco de la preparación.

 

 

En cuanto a las pinturas sacras que conforman el retablo de Frumales, se han eliminado los barnices oxidados y la suciedad grasa que, como hemos apuntado, ocultaban los colores originales. Ello se ha conseguido mediante la aplicación de diferentes mezclas de disolventes en su forma líquida o gelificada.

En las grandes lagunas pictóricas existentes sobre la tabla central y en la parte baja del retablo se ha empleado un sistema de reintegración a base de tintas neutras, que resalta el original y al mismo tiempo no llama la atención por la pérdida de las escenas.

Con esta restauración, que encara ya su fase final, se ha perseguido ahondar en los criterios de discernibilidad, estabilidad, reversibilidad y compatibilidad para respetar la obra, conservarla y documentarla para hacer que perdure a lo largo del tiempo. Una vez finalizado el trabajo, de lo que les ofreceremos amplia información en las próximas semanas, el Cabildo decidirá su nueva ubicación en el interior del templo.

 

 

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