A partir de una antigua mascarilla fechable en el siglo XVIII, el escultor e imaginero sevillano Javier Roán ha realizado una Dolorosa para la colección particular de la familia Viejo-Huertas, quienes compraron la pieza a un anticuario catalán, que a su vez la adquirió junto a un grupo de obras procedentes de Aragón.

Por consejo del propio Roán, la mascarilla, que conserva la mayor parte de su policromía original, no ha sido acoplada a una nueva cabeza, sino a un busto monjil realizado en telas encoladas para lograr así las mínimas modificaciones en la pieza, a la que sólo le ha añadido ojos de pasta vítrea, recompuesto los párpados y colocado los postizos habituales de tan popular iconografía: pestañas de pelo natural y lágrimas de cristal.

Igualmente se ha actuado con gran respeto en lo que concierne al tratamiento del cabello que la mascarilla posee tallado en su parte superior. Una vez restaurada, la obra, modelada hasta la altura del pecho y con los ropajes pintados en tonos austeros, recibe ya culto privado bajo la advocación de Nuestra Señora del Valle.