EL MUSEO DEL PRADO CONMEMORA EL 150 ANIVERSARIO DEL PINTOR EDUARDO ROSALES

10/05/2023


 

 
 
Tobías y el ángel

 

Este año 2023 se conmemora el 150 aniversario del fallecimiento de Eduardo Rosales (Madrid, 1836-1873), que fue, junto con Mariano Fortuny, el más influyente y prestigioso entre los pintores españoles que trabajaron en el tercer cuarto del siglo XIX. La colección de obras de Eduardo Rosales que conserva el Museo Nacional del Prado de Madrid es la más numerosa y la de mayor calidad de cuantas existen. Consta de algo más de cien dibujos y de veintiséis pinturas. Once de ellas, incluidos los cuadros de historia que le dieron la mayor fama, se exponen habitualmente en la sala 61 B. Otra más, "El Salón del Prado y la iglesia de San Jerónimo", figura en la sala 100, dedicada a la historia del Museo del Prado.

Varios dibujos y seis de las pinturas de este conjunto han ingresado en el Museo del Prado durante los últimos años, la mayoría gracias a distintas donaciones y legados. Entre ellos, el legado de Carmen Sánchez permitió adquirir y recuperar dos obras de pintura de historia en paradero desconocido desde hacía mucho: "Doña Blanca de Navarra entregada al captal de Buch" y "La reina doña Juana en los adarves del castillo de la Mota", así como el estudio, aún menos conocido, de la "Sala de Constantino en el Vaticano", preparatorio para la "Presentación de Juan de Austria al emperador Carlos V, en Yuste". Además, pudo comprarse el boceto de su último gran cuadro de historia, "La muerte de Lucrecia". Con ello, la dedicación del artista a ese género, el de mayor importancia y trascendencia en su trayectoria, y con el que triunfó en la Exposición Universal de 1867 de París, queda representada de un modo casi completo en lo que respecta a sus mejores cuadros.

Las dos donaciones más recientes, "Paisaje" y "Retrato de María Isabel Manuel de Villena, IX condesa de la Granja de Rocamora", se exponen ahora por vez primera en la sala 60, que incluye las obras que habitualmente no se muestran en la colección permanente del Prado, restauradas en su mayoría para la exposición.

 

 
 
Isabel la Católica dictando su testamento

 

El conjunto muestra la completa evolución de Rosales, discípulo de Federico de Madrazo y seguidor inicial del purismo académico hasta su giro hacia una pintura más realista en los primeros años de la década de 1860, en la que evoluciona hacia una síntesis plástica novedosa. Esa trayectoria puede verse a través de los distintos géneros que abordó y manifiesta, sobre todo en los trabajos del final de su vida, una modernidad superior a la de sus coetáneos. En las obras reunidas en la sala 60 puede verse el interés inicial del artista por los maestros del Renacimiento, que estudió con detalle durante su larga estancia en Italia. Su atención al retrato se aprecia sobre todo en sus efigies familiares. Junto a ello, las obras dedicadas al paisaje y los estudios relacionados con las pinturas de historia ("El castillo de la Mota", "La Sala de Constantino en el Vaticano") y literatura ("Ofelia") dan cuenta de un creciente sentido de la simplificación.

Todo ello, unido a una práctica de gran dibujante, sobre todo en sus trabajos a pluma, y excelente acuarelista, acredita la sobresaliente personalidad del artista, cuya apariencia física inspiró también a sus contemporáneos. Es el caso de la "Cabeza de Cristo" de Agapito Vallmitjana, la mejor obra de su autor, que centra la sala 61 B en la que se exponen permanentemente las pinturas de Rosales. En la sala 62 B, dedicada a los retratos y autorretratos de artistas, puede verse además el elegante retrato del pintor por su maestro Madrazo.

 

 
 
Retrato de Eduardo Rosales por Federico de Madrazo

 

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