LOS DIBUJOS DE GOYA EN EL BICENTENARIO DEL MUSEO DEL PRADO

19/11/2019


 

 
 
Cabeza de ángel

 

La gran exposición Goya. Dibujos. "Solo la voluntad me sobra", que se inaugura el día en el que el Museo Nacional del Prado celebra sus 200 años, es el resultado de los trabajos realizados para elaborar un nuevo Catálogo razonado de los dibujos del pintor Francisco de Goya, fruto del convenio de colaboración que en el año 2014 firmaron la Fundación Botín y el Museo del Prado.

La exposición reúne por primera vez, en una ocasión única e irrepetible, más de 300 de los dibujos de Goya, procedentes de las propias colecciones del Prado y de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, ofreciendo un recorrido cronológico por su obra, con presencia de dibujos de toda su producción, desde el Cuaderno italiano a los álbumes de Burdeos. Además, aporta una visión moderna de las ideas que el artista abordó de forma recurrente durante su vida, y pone de manifiesto la pervivencia y actualidad de su pensamiento.

Coorganizada con la Fundación Botín y comisariada por José Manuel Matilla, Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Museo Nacional del Prado, y Manuela Mena, Jefe de Conservación de la pintura del siglo XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado hasta enero de 2019, Goya. Dibujos. "Solo la voluntad me sobra" se podrá visitar en las salas A y B del edificio Jerónimos hasta el 16 de febrero de 2020.

El 19 de noviembre de 1819 el nuevo museo abría sus puertas al público aún como museo real y con fondos procedentes de las ricas colecciones de pintura y de escultura reunidas por los reyes de España durante más de trescientos años. Cuando Francisco de Goya vivía aún en Madrid, tres pinturas suyas colgaban ya en la sala que daba acceso a la galería central, los dos retratos ecuestres de Carlos IV y María Luisa de Parma y "El garrochista". Con el tiempo, el Museo del Prado iba a reunir, además, la mejor colección de las obras de Goya: cerca de 150 pinturas, 500 dibujos, sus series de estampas y una documentación única como es la valiosa correspondencia con su amigo Martín Zapater.

Fruto de la extraordinaria riqueza de la colección del Prado y los trabajos realizados para elaborar un nuevo Catálogo razonado de los dibujos de Goya en colaboración con la Fundación Botín, esta exposición trata de revelar lo que determina el sentido de sus cuadernos y series de estampas. 

 

 
 
Se le murió su amante y se ba al combento

 

Desde sus primeros años Goya dejó constancia de su particular modo de ver y transformar la realidad a través de su imaginación, concibiendo obras que se diferencian radicalmente de las de sus contemporáneos. Desde comienzos de la década de 1770 Goya comenzó a dedicarse al grabado como medio para darse a conocer y difundir su obra. En 1771 estaba en Italia y guardó memoria gráfica de lo visto en un cuaderno en el que plasmó su personalidad al margen de las convenciones académicas.

El llamado Cuaderno de Sanlúcar, centrado en la mujer, es el primero de los ocho cuadernos de dibujos que realizó Goya. Se consideraba tradicionalmente que fue realizado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) entre 1796 y 1797, durante una supuesta estancia en el palacio de la duquesa de Alba. Recientemente, la fecha se adelanta hasta 1794-1795 y su ejecución se sitúa en Madrid, ya que incluye algunos dibujos relacionados con el retrato de la Duquesa de Alba de blanco pintado en 1795 (Madrid, Fundación Casa de Alba).

Las páginas iniciales del Cuaderno de Madrid están muy próximas formal y conceptualmente a las del anterior. A partir del dibujo 55 cambia la naturaleza femenina de las escenas y surge la deformación en los rostros y cuerpos de algunas figuras para describir el mal, la ignorancia, el drama, las máscaras, los flagelantes y las brujas, así como para hacer una decidida sátira contra el clero. De este cuaderno proceden las ideas y las composiciones de un buen número de estampas de los Caprichos.

Pese a su variedad temática, el llamado por los expertos Cuaderno F (1812-1820) muestra un trasfondo común caracterizado por la representación de situaciones en las que imperan la miseria, la violencia y la tragedia. En él se ofrece una visión panorámica del clima opresivo de la época de la Guerra de la Independencia y de la inmediata posguerra. Debido a la escasez de papel, Goya empleó el utilizado habitualmente para escribir.

Al recorrer cronológicamente la obra gráfica de Goya advertimos la existencia de temas e ideas que aparecerán recurrentemente durante toda su carrera. Algunos, de hecho, se convertirán en tópicos desde mediados del siglo XIX y hasta nuestros días, perpetuando en la cultura popular la visión de un artista que fue al mismo tiempo el amable cronista de la sociedad de su época, habitada por majas y toreros, y el imaginativo y torturado creador de escenas protagonizadas por brujas y seres monstruosos. Aunque los estudios más serios han desmentido esta visión superficial y tópica de Goya, en el imaginario colectivo prevalece. Una mirada cuidadosa descubre sin embargo que las majas, en la mayoría de las ocasiones, son jóvenes abocadas a la prostitución; que las brujas, más que a hacer conjuros, se dedican al comercio carnal con niños y jóvenes; y que los toreros, aun siéndolo, se juegan la vida en lances de tal peligro que atentan contra el más elemental instinto de supervivencia.

 

 
 
Lux et tenebris

 

El llamado Cuaderno de bordes negros está muy próximo al Cuaderno de viejas y brujas, y presenta caracteres técnicos similares. Sus dibujos, de grandiosa presencia por el tamaño de las figuras y el gran espacio en blanco que las rodea, incluyen un recuadro perfecto a pincel que ha dado nombre al conjunto. Las composiciones contienen en muchos casos referencias a la mitología o la filosofía, así como reflexiones sobre relaciones humanas que, si bien ya habían sido tratadas por el artista en otras ocasiones, aquí van aún más allá, revelando al lúcido pensador que fue Goya.

El Cuaderno de viejas y brujas contiene uno de los más singulares y obsesivos conjuntos de dibujos de Goya por la repetitiva sucesión de escenas dedicadas a la vejez, sobre todo de la mujer, y por la presencia de las brujas. Estas últimas ya las había descubierto y utilizado en los Caprichos, pero ahora son seres reales, sin las extremas y grotescas deformaciones de aquellas primeras apariciones para su representación del mal.

Los Cuadernos G y H fueron realizados en Burdeos, seguramente de forma simultánea o en un lapso muy breve, como demuestra su similitud formal, estilística y técnica. En ellos Goya dio rienda suelta a su capacidad de invención partiendo tanto de hechos vividos en la ciudad y de los personajes populares vistos en sus calles, como exclusivamente de su imaginación.

La importancia de la mujer en la obra de Goya es tal que ha merecido incluso exposiciones monográficas. La reiteración de escenas de violencia contra la mujer revela la sensibilidad de Goya hacia la injusticia, y más concretamente hacia el sufrimiento y los desasosiegos que genera en las mujeres la práctica de la prostitución. El artista también cuestiona el matrimonio y ve de manera crítica comportamientos masculinos que merecen ser reprobados, y que tristemente siguen estando presentes en nuestros días.

La vejez es el último de los grandes temas abordados por Goya. La presencia de ancianos desfavorecidos será frecuente en los dibujos y estampas que el artista elaboró, y su significado irá ganando en trascendencia, hasta convertirse en verdaderas reflexiones sobre el destino del hombre.

Por último, el llamado Cuaderno C aborda temas muy variados, desde aspectos de la vida cotidiana hasta visiones oníricas. Un grupo muy cuantioso lo componen los dibujos de condenados por la Inquisición y los que tratan sobre la crueldad de las cárceles, y otro muy notable incide en la crítica a las costumbres monásticas, en la vida de los frailes y en el proceso de secularización tras los decretos desamortizadores. Este cuaderno se ha visto como un diario gráfico en el que Goya fue dibujando todo lo que le preocupaba, especialmente la suerte de los más desfavorecidos. Es el que tiene un mayor número de dibujos y el único que ha llegado a nosotros casi intacto. En el Museo del Prado se conservan 120 de los 126 dibujos conocidos, que en Goya. Dibujos. "Solo la voluntad me sobra" se exponen en conjunto por primera vez, en una ocasión única e irrepetible.

 

 
 
Contra el bien general

 

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