SOLANA EN LAS COLECCIONES MAPFRE

11/11/2007


 

 

José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945) es continuador de una estética de la España negra que a comienzos del siglo XX tuvo a Darío de Regoyos y a Ignacio Zuloaga como sus mejores representantes.

La obra de Gutiérrez Solana conecta con la tradición expresionista y anteclásica de la pintura barroca española y, sobre todo, con el Francisco de Goya de las Pinturas Negras, de quien procede su paleta cromática de negros, ocres y pardos. Los asuntos relacionados con la muerte, los ritos religiosos, la fiesta de los toros, los bailes de pueblo y las escenas de suburbio urbano constituyeron su repertorio temático favorito.

La colección de Solana en MAPFRE está compuesta por 6 lienzos, 25 aguafuertes y 4 litografías que ofrecen una representativa visión de la obra del artista.

En el más temprano de los óleos, Procesión de Noche (1917), la composición se organiza en un doble friso: el de las imágenes de culto y el de los asistentes a la procesión. En el superior, destinado a lo inanimado, Solana ha introducido movimiento y expresividad, mientras que el friso inferior, ocupado por lo humano, aparece dominado por el estatismo y la inexpresividad.

El tema de la procesión reaparece en El Beso de Judas (1932), una obra de Gutiérrez Solana donde la gruesa pincelada de su primera etapa ha sido sustituida por una técnica más contenida.

 

 

Cuadros como La Baraja de la Muerte (1926-1927) y Osario (1931) se sitúan en una fecunda tradición pictórica que se inicia en el barroco. En el primero, sobre una tosca mesa de madera ha situado una serie de objetos -un espejo, unos naipes, una pistola, una armadura o una calavera- vinculados a la pintura de vanitas tradicional. En Osario unos monjes acomodan a sus muertos con la misma naturalidad con que, en otras obras de Solana, los barberos o las peinadoras preparan a sus clientes.

La obra Santos de Pueblo (1929) constituye una inquietante naturaleza muerta en la que sobre un fondo claro, despojadas de su contexto sagrado, aparecen una serie de tallas antiguas de madera: una santa mártir, un San Roque, una Inmaculada Concepción y dos simulacros de Cristo, probablemente procedentes de la colección que los hermanos Solana guardaban en su casa.

Por último, Máscaras Bailando del Brazo (1938), considerada una de sus obras maestras, sintetiza una gran parte de los valores de la pintura. Realizado en París, donde se encontraba exiliado a causa de la Guerra Civil, el cuadro muestra una exquisita sensibilidad cromática y una cuidada composición.

Del interés de Solana por la estampa hay abundantes testimonios en su obra literaria, aunque practicó el grabado sólo en etapas muy concretas de su carrera. Realizó sus primeras planchas hacia 1918 en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid, si bien no fue hasta 1932 cuando grabó su serie más extensa de aguafuertes. Después sólo realizó tres litografías en 1937.

Salvo contadas excepciones, todos los grabados realizados por José Gutiérrez Solana remiten a un modelo pintado del que dependen muy directamente y, por ese motivo, permiten acercarse de manera privilegiada a la obra del artista en sus diversas facetas. Técnicamente, la totalidad son aguafuertes puros, si bien algunos incluyen toques de punta seca y aguatinta, y están estampados sobre papel Japón.

 

Hasta el 16 de diciembre en el Museo de Pontevedra

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com