NUEVA OBRA DE MARIANO SÁNCHEZ DEL PINO PARA HUELVA

13/11/2005


 

 

Durante los días 14, 15 y 16 de noviembre de 2005 se puede visitar en el Palacio de Congresos de Huelva, popularmente conocido como Casa Colón, la nueva imagen del Cristo Crucificado de la Vera Cruz que el joven escultor e imaginero sevillano Mariano Sánchez del Pino ha realizado para la Cofradía de la Vera Cruz y Oración en el Huerto, que hace estación de penitencia el Jueves Santo en la capital onubense.

Con esta obra sacra, la hermandad no sólo aumenta su nómina de titulares, sino que recupera una advocación de gran solera y devoción en la ciudad.

El antiguo Cristo de la Vera Cruz era una imagen de cartón piedra del siglo XVI, atribuida por algunos a Juan Bautista Vázquez el Viejo y por otros a Diego de Castillejos, que pereció, junto al resto del patrimonio escultórico de la cofradía, en el incendio que destruyó la Iglesia de la Concepción a raíz de los disturbios ocurridos en el año 1936. Han tenido que pasar casi 70 años, tras varios intentos que al final no cuajaron, para que dicha corporación de penitencia haya visto cumplido su deseo de materializar de nuevo uno de los grandes iconos de la Semana Santa de Huelva.

 

 

Al igual que la primitiva, la imagen actual es una representación de Cristo muerto y asido al madero por tres clavos y está realizado en madera de cedro real. La cabeza es voluminosa y aparece reclinada hacia la derecha. El semblante del Varón es dolorido, con un entrecejo muy fruncido que recuerda los modelos dieciochescos del maestro imaginero José Montes de Oca.

Los ojos, entreabiertos por la violencia de la muerte, presentan el iris policromado en tonos claros. Los pómulos son afilados, la nariz es prominente, y la boca, de resecos labios, muestra la lengua proyectada entre ambas coronas dentarias. La abundante cabellera, partida a dos aguas y dejando la oreja izquierda despejada, nos remite a los tipos mesinos, aunque el torneado bigote nos acerca a la herencia roldanesca.

Llama la atención el arqueamiento de los brazos del Crucificado, bastante desviados de los antebrazos como consecuencia del desplome del cuerpo. Sus manos están taladradas por las muñecas, con los dedos en señal de bendición, lo que nos trae a la memoria el Quinientos por influencia de los Crucifijos borgoñones. El estilo de Juan de Mesa reaparece en el hinchado tórax y el rehundido vientre. Las piernas están algo separadas a la altura de los muslos, uniéndose en la zona de las rodillas. El pie izquierdo se monta sobre el derecho, en un detalle que acerca la composición a la Síndone y que, hasta la fecha, sólo poseía en las cofradías onubenses el Cristo de la Expiración, del escultor valenciano Ramón Chaveli. El perizoma es un lienzo que cubre horizontalmente la cintura, plegándose en el lado derecho.

La policromía se ha aplicado usando tonos lívidos y brillantes. El autor no escatima en heridas y líneas sangrantes, destacando el reguero que mana del costado y empapa la zona derecha del sudario. La cruz es arbórea, con los nudos dorados, y muestra el nacimiento de las ramas. El Cristo mide 160 cm de altura.

 

 

 

Esta efigie constituye, hasta el momento, la realización más ambiciosa de Mariano Sánchez del Pino, cuyo boceto fue aprobado por la cofradía frente a la propuesta de un grupo de hermanos que apostaban por encargar la hechura al también sevillano Darío Fernández.

En su corta trayectoria, Sánchez del Pino ha realizado obras como los Ángeles de las andas procesionales de Nuestra Señora del Carmen, del templo hispalense de Santa Catalina; Nuestro Padre Jesús de la Paz en su Entrada en Jerusalén, de la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía, y la imaginería de los pasos de misterio de la Cofradía de las Aguas (Sevilla) y de la Amargura (Elche-Alicante).

 

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