Primera obra a tamaño natural del joven escultor e imaginero, Nuestra Señora María Santísima de las Lágrimas, nueva titular de la homónima agrupación parroquial de San Vicente de Alcántara (Badajoz).

Se trata de una dolorosa de candelero para vestir, de 165 cm de altura, realizada en madera de cedro y policromada al óleo pulimentado. Cuenta con ojos de cristal pintados artesanalmente, así como lágrimas de cristal fundido y pestañas de pelo natural (tanto en los párpados inferiores como superiores), realizadas en ambos casos en el taller.

Se presenta erguida, con una pronunciada torsión de la cabeza acompañada de una leve inclinación de la misma, a fin de dotarla de un mayor dinamismo que contraste con la templanza y quietud que el artista ha querido plasmar en su rostro.

La Virgen, serena, gira e inclina su cabeza hacia su lado derecho, evitando la mirada del espectador y centrándola en el pañuelo que porta en su mano derecha. Siguiendo la estética clásica, Marqués Pámpano genera un rostro redondeado de líneas suaves, en el que busca conjugar elementos de la imaginería clásica con otros más enlazados con el naturalismo imperante en la imaginería contemporánea.

El cabello tallado, levemente rizado, se recoge en un moño inspirado en los peinados propios de la indumentaria regional extremeña. La mirada, baja y lánguida, se ve enmarcada por un tupido juego de pestañas en los párpados superiores, sustituyendo las típicas pestañas inferiores pintadas por un par de pestañas también de pelo, consiguiendo así dotar la mirada de mayor naturalidad, profundidad y presencia.

Brotan de los ojos un total de siete lágrimas (alusivas a los Siete Dolores), de muy pequeño tamaño a fin de naturalizarlas. Marqués Pámpano pretende mostrar a María con un llanto sereno y atenuado, despojada de todo dramatismo excesivo y superfluo, teniendo la idea de presentar a una madre que quiere mitigar su llanto frente a sus hijos, o visto desde un plano más espiritual, aceptando la entrega de su hijo por la redención humana.

Una policromía en tonos nacarados con leves rojeces cubre las partes visibles de la obra, con un acabado brillante que pretende recordar la producción clásica de la imaginería religiosa.

También su autor ha tenido muy presente la localización de la imagen en el templo parroquial, ante la pila bautismal por la que pasarán los nuevos cristianos que allí se bauticen, por lo que vio apropiado reforzar la candidez y serenidad maternal que los acompañe durante dicho sacramento, en detrimento de un excesivo dramatismo que no casara con el contexto en el que se encuentra.

Por último, Marqués Pámpano quiere agradecer la cálida bienvenida que tuvo la Virgen en su nuevo hogar, así como a todas las personas que le han acompañado a lo largo de su hechura, muy especialmente a su maestro Santiago Delgado Carrera, cuyos consejos y apoyo han resultado cruciales para la realización de esta obra.