DANIEL VÁZQUEZ DÍAZ EN LA FUNDACIÓN MAPFRE

Con información de Leyre Bozal (27/07/2014)


 

 

La exposición Daniel Vázquez Díaz en las Colecciones de la Fundación Mapfre: Mis Contemporáneos está compuesta por 40 retratos de importantes personalidades del siglo XX, que forman parte de la serie Hombres de mi Tiempo y que constituyen una de las galerías iconográficas más importantes de la España del XX, caso de Juan de la Cierva, Gabriele d'Annunzio (imagen superior) o Ramón Gómez de la Serna.

La muestra en el Museo de Bellas Artes de Asturias, ubicado en el palacio ovetense de Velarde, también recoge por primera vez, junto a la serie Hombres de mi tiempo, los retratos Eva y el matador de toros Fortuna, pertenecientes a la Colección de Dibujos del Siglo XX de la Fundación. Además, como complemento a esta exposición, se expone el óleo Las Bañistas/Desnudos en la Piscina (hacia 1930-1935), que está considerado como el colofón de una época en la producción artística del pintor onubense.

Desde que iniciara su colección, la Fundación Mapfre ha tratado de privilegiar la obra de aquellos artistas fundamentales para desentrañar el proceso de modernización en nuestro país. Una modernidad compleja y ecléctica, donde conviven la tradición y la vanguardia, lo cosmopolita y lo castizo. Daniel Vázquez Díaz (Nerva, Huelva, 1882 - Madrid, 1969) participa con su obra en esta dialéctica y se convierte, junto con Gutiérrez Solana, en uno de de los personajes más representativos de este fecundo y complicado período del arte español.

De su viaje a París, donde reside entre 1906 y 1918, queda en la obra de Vázquez Díaz una herencia del cubismo de Picasso y Juan Gris, a quienes frecuenta, pero también una impronta del postimpresionismo de Cézanne. A su regreso, tras una temporada en Fuenterrabía, se establece en Madrid e inicia una actividad expositiva y docente que le convierte en maestro de varias generaciones de artistas. Sus frecuentes visitas a la Residencia de Estudiantes y su amistad con Lorca y Buñuel, le introducen en el ambiente artístico de la capital.

A lo largo de su vida, Vázquez Díaz dibujó, como testimonio de su admiración y amistad, pero también con verdadero afán documentalista, las cabezas de muchos de los personajes más relevantes de su tiempo, creando a través de los años una valiosísima galería iconográfica que nos acerca al pulso intelectual, artístico, político y social de la España de la primera mitad del siglo y del París que conoció el pintor. Vázquez Díaz retrató los rostros de críticos, poetas o escritores que le apoyaron en su carrera, de científicos e intelectuales a los que respetaba, de toreros a los que admiraba, de actores y actrices de talento o, simplemente, de entrañables amigos. Entre ellos cabe destacar a Juan de la Cierva, el conde de Romanones, el duque de Alba, Rafael Sánchez Mazas, Paul Fort, Gabriele d´ Annunzio, Ramón Gómez de la Serna, Eugeni d'Ors, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja, Ricardo Baroja, Mariano Benlliure y Pablo Ruiz Picasso.

Los cuarenta dibujos que se presentan en esta exposición y que forman parte de la colección de Vázquez Díaz que la Fundación Mapfre posee del artista, muestran una galería iconográfica que deja al futuro la imagen de una época, ofreciendo al espectador una amplia visión de la España del siglo XX.

 

 

Las primeras décadas del siglo XX en España ofrecen un panorama, tanto a nivel artístico como literario, lleno de complejidades y caminos que se cruzan. Estas diversas trayectorias generan una suerte de mapa que los historiadores e incluso los propios artistas denominan Arte Nuevo. En este contexto, cuya "modernidad" se suele medir en base a su mayor o menor relación con el movimiento de vanguardia internacional (aunque sea por oposición), prevalecen sin embargo las poéticas individuales de cada uno de los artistas, eso sí, sin obviar la relación con uno u otro grupo determinado.

En estos años conviven, entre otros, el último simbolismo con el novecentismo de la Generación del 14 -que, herederos de la Generación del 98, continúan exaltando la tradición española pero desde la contención y la formalidad-, junto con los lenguajes más vanguardistas de Ramón Gómez de la Serna, Rafael Barradas o el matrimonio Delaunay. Además de esto, al menos en Madrid, hay que añadir lo que conocemos como "retorno al orden", espíritu que por estos años impregna a casi toda Europa tras la Gran Guerra y que tiene en el Novecento italiano a uno de sus grandes protagonistas.

El cuadro que se presenta dentro del programa "La Obra Invitada" y que forma parte de las Colecciones Fundación Mapfre, Bañistas/Desnudos en la Piscina (imagen superior), se gesta en este ambiente, una época especialmente compleja en la historia del arte español. En los años 30 Vázquez Díaz es ya un pintor en plena madurez, ha vuelto de París y ha sido nombrado patrono del Museo de Arte Moderno. La temática del desnudo irrumpe en su obra por estas fechas y, si bien se dedica a este género con menor profusión que a otros, tal y como es el caso del retrato o del paisaje, estas bañistas ofrecen una idea inmejorable de la trayectoria de este artista, no siempre reconocido como se merece dentro de nuestra historia del arte.

Las bañistas parten de una tradición pictórica que tiene en El Baño Turco (1862) pintado por Dominique Ingres una de sus mejores representaciones. A pesar de ser la del español una obra de gran formato, el ambiente intimista de la escena nos indica que las mujeres están ahí para ser contempladas, al igual que ocurre con la obra del francés anteriormente citada o con otra de las grandes obras a las que Vázquez Díaz parece aludir: Las Señoritas de Avignon (1907) de Pablo Picasso.

Sin embargo las últimas interpretaciones de la obra aluden también a una posible conexión con Las Meninas (hacia 1656) de Velázquez, lo que otorgaría a la obra otra condición: ¿es este óleo una reflexión sobre la condición misma de la pintura? ¿Sobre la relación entre el pintor y la modelo o sobre el lugar del artista? Según ha señalado en el año 2006 Dolores Jiménez-Blanco, una serie de figuras se despliega en el primer plano de una habitación, en cuyo fondo se abre un quicio que sugiere otro espacio, cobijando una figura; a la derecha, la figura en pie queda en penumbra; a la izquierda, un plano vertical deja asomar tras él otra figura; en la pared del fondo, un marco rectangular quizá alude a un espejo.

No hay constancia documental de que esta sea la intención de Vázquez Díaz; sin embargo, sí sabemos del gran interés del artista por los grandes maestros, tanto nacionales como extranjeros: conocida es su admiración por Velázquez y clara su deuda con Cézanne y con Picasso. También son conocidas sus frecuentes visitas al Prado, sus viajes a París y su entusiasmo por todo lo nuevo -aunque no siempre se traduzca en su pintura-.

Todos estos aspectos nos permiten no obviar esta hipótesis e incluso añadir otras, pues la figura en primer plano y echada a la izquierda de Las Bañistas nos recuerda a otra que aparece en una de las obras más importantes del Novecento italiano: La Siesta, de Felice Casorati, (1923). No es probable que Vázquez Díaz conociera este último lienzo al que nos hemos referido, pero lo que queda suficientemente claro a través de la suma de estas reflexiones es que la obra de Vázquez Díaz se inscribe perfectamente en el contexto de la modernidad.

 

Hasta el 21 de septiembre de 2014 en el Museo de Bellas Artes de Asturias (Santa Ana nº 1, Oviedo). Horario: martes a sábados, de 10:30 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:30 a 14:30 horas.

 

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