OBRAS DE RESTAURACIÓN EN LA ANTIGUA CILLA DE OSUNA

17/09/2019


 

 

El pasado jueves 5 de septiembre daba comienzo en la antigua Cilla del Cabildo de la Catedral de Sevilla en Osuna una intervención de restauración y conservación presupuestada en 593.015,68 euros y financiada por la Archidiócesis de Sevilla y la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Osuna. No en vano, su párroco Antonio Jesús Rodríguez Báez ha hecho ya un llamamiento a la feligresía para colaborar a través de donativos con este proyecto, redactado por el arquitecto Miguel Ángel López.

Las obras, adjudicadas a la empresa ursaonense SANOR Restaura, S.L., la misma que se ha hecho cargo de la última restauración de la Colegiata de Osuna (ver enlace), se centran en la fachada principal, dado que se ha observado una pérdida de volumen en el encuentro entre el tejado y el remate de la fachada, así como numerosas grietas. Asimismo, se corregirá la descamación de la piedra caliza y la falta de llaga de los sillares y ladrillos.

Por otro lado, en el sótano de la nave suroeste, se acometerán las actuaciones necesarias para subsanar el alto grado de descomposición de los sillares -mayormente en las pilastras centrales- debido a la arenización. También se tratarán los problemas de eflorescencias del sótano de la nave de Jesús, causados por un proceso continuado de filtración de humedad por capilaridad. Por último, se sustituirá la instalación eléctrica.

Según han informado desde el Departamento de Obras y Rehabilitaciones de la Archidiócesis hispalense, al tratarse de unas obras de restauración exclusivamente, con la conservación de todos los elementos del inmueble, éstas se encuentran dentro de las permitidas por la normativa vigente.

La antigua Cilla del Cabildo de la Catedral de Sevilla de Osuna, convertida actualmente en unos salones parroquiales, se levanta en el año 1773 -según la fecha que aparece en la propia fachada- con trazas que se deben al arquitecto Alonso Ruiz de Florindo (1753-1793).

Su fachada se levanta en dos cuerpos de altura, organizándose a través de pilastras gigantes decoradas mediante placas talladas con motivos geométricos. Entre estas pilastras se despliegan gruesos baquetones de piedra que, a modo de marco, envuelven de modo unitario los dos balcones. Centrada en la fachada se encuentra la portada, también de dos cuerpos de altura. El primer cuerpo queda configurado por un par de columnas corintias de fuste tallado que apoyan en pedestales de perfil curvo y que enmarcan el acceso al interior, envuelto por un bocetón. De forma similar, un bocetón delimita el segundo cuerpo, cuyo elemento central es el emblema de la Archidiócesis de Sevilla: la Giralda con las imágenes de las santas Justa y Rufina.

De esta fachada barroca destaca el uso audaz de las molduras de bocelón. Igualmente, llama la atención el giro en planta del pedestal de las columnas, lo que supone una novedad constructiva que evidencia la evolución artística de Florindo. Esa sutil modificación rompe el plano de fachada. Pese a la novedad estructural, en general tiene un aire notablemente arcaizante.

Se trata, por tanto, de un trabajo en el que lo peculiar es el abigarramiento ornamental y el exceso en los elementos utilizados. El fuste de las columnas delata también la hibridez estilística del edificio, ya que, aunque el collarín que señala el tercio inferior está decorado con unos paños colgantes a modo de guirnalda clasicista, el resto de la decoración es caprichosa. Por su parte, las tornapuntas del ático son una evolución del aletón típico que se adhiere a los marcos de hornacinas. Por último, en el interior se encuentra un pequeño patio con una triple arcada al frente, tras la cual se hallan dos naves paralelas destinadas a almacenamiento.

 

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