El historiador Francisco Jesús Flores Matute (Universidad de Málaga) presenta en su último estudio publicado por Laboratorio de Arte (Universidad de Sevilla) dos esculturas poco conocidas que, por sus características formales, técnicas y estéticas, pueden ser asignadas al catálogo del escultor e imaginero Fernando Ortiz (Málaga, 1717-1771), encontrándose una de ellas en Bornos (Cádiz) y la otra en Benamejí (Córdoba).

La obra de Bornos (imagen superior) representa a San José con el Niño y es deudora de otros simulacros sobre el tema josefino realizados por Ortiz, como el de la Iglesia de la Divina Pastora de Motril, el de la Basílica de San Juan de Ávila de Montilla, el del Monasterio de la Concepción de Osuna o el del Convento de Capuchinas de Málaga.

En cuanto al Ecce Homo de Benamejí (imagen inferior), fue un regalo de una familia del pueblo -que lo veneraba en su domicilio particular- a la parroquia de dicha localidad. A diferencia de la imagen de Bornos, en esta apreciamos una gran calidad que nos habla de una intervención única de Ortiz, sin intromisión alguna de su taller. En este caso, Flores Matute lo relaciona con otras piezas pasionistas del escultor como el San Juan Evangelista de la Hermandad del Consuelo de Tarifa, el Crucificado del Amor de su homónima hermandad malagueña o el Ecce Homo de la Iglesia de San Agustín en Osuna, así como con las alegorías de la Esperanza y la Caridad de la capilla sacramental de la Parroquia de San Miguel en Jerez de la Frontera o el San Juan Nepomuceno del Museo de la Aduana en Málaga.

Fernando Ortiz fue, quizás, el más brillante escultor del XVIII en Málaga. Junto a sus compañeros José de Medina y los Asensio de la Cerda, aportaría un gran legado artístico a la ciudad tras el parón de relativa mediocridad sufrido tras la muerte de Pedro de Mena; cuando escultores seguidores de su estética, como su discípulo Miguel Félix de Zayas o Jerónimo Gómez Hermosilla, intentaron imitarle sin demasiado éxito creativo.