Como nos comentó el autor en la entrevista que nos concedió el pasado año, la obra titulada Nuestra Señora de la Esperanza es su primera efigie mariana de gloria. Una talla que tiene como destino la localidad francesa de Saint-Gilles du Gard, de 120 cm de altura y gran belleza en su concepción, que ha permitido además a Rafael Martín Hernández analizar un tipo de expresión distinta hasta ahora en su trayectoria.

Saint-Gilles du Gard es una localidad próxima a Nimes, llamada así por ser lugar de peregrinación del eremita San Gil, cuya primera tumba se hallaba en la abadía que desde el siglo X también lleva su nombre, principal monumento de la ciudad, por lo que la obra de Martín Hernández va a ser en Saint-Gilles la Esperanza de San Gil como lo es la popular Virgen de la Macarena en Sevilla, aunque su estética sea muy distinta.

Con la tesis de expresión facial que llevó a cabo, el escultor y docente tenía ganas de trabajar los matices dentro de la sonrisa y el gozo. Tales conocimientos anatómicos han podido materializarse gracias a este proyecto en el que la imagen de María, tallada en madera de cedro y policromada al óleo, se muestra alegre y dichosa a los fieles. Un proyecto del que Martín Hernández manifiesta haber quedado muy satisfecho.

La Virgen de la Esperanza recibirá culto en la capilla de la plaza de toros de la referida localidad francesa, y procesionará cada mes de agosto en una romería, como era deseo desde un principio por parte de la comunidad de la que ha partido su encargo. Antes de marchar al país vecino, esta imagen de candelero para vestir ha sido ataviada por Antonio Sanabria con un terno compuesto por manto y saya confeccionado por Bordados Perales.