El Museo Revello de Toro, ubicado en la Casa-Taller de Pedro de Mena, inauguró el pasado 16 de octubre su nueva exposición temporal, Primeras Obras (1935-1949), que profundiza en los años de infancia y de juventud de Revello de Toro. La muestra está compuesta por 11 pinturas, muchas desconocidas por el gran público, que permiten al visitante acercarse a la etapa de formación del artista malagueño como dibujante y como pintor. Los fondos proceden del Ayuntamiento de Málaga, Diputación Provincial y colecciones particulares.

La exposición comienza con la obra más temprana realizada con tan solo 9 años. Con el trasfondo del final de la II República, la Guerra Civil y la posguerra, aquel Revello niño se va convirtiendo primero en un adolescente y luego en un joven que manifiesta unas dotes y unas cualidades excepcionales para las artes plásticas. Con tan solo nueve años, en 1935, dibuja en el despacho de su padre al Cristo de Mena en lo que él considera su primera obra, donde muestra una precocidad inaudita. Los años siguientes, vienen marcados por la adversidad: la temprana muerte de su padre, la guerra y las estrecheces económicas de la familia. Pero pronto, sus cualidades y dotes excepcionales llaman la atención en el mundo cultural de la ciudad. Dos periodistas, muy jóvenes también, dan cuenta en 1937 de sus inicios como pintor: Sebastián Souvirón en las páginas de SUR y Antonio Bueno en las de la revista juvenil Rumbo hacen las primeras reseñas sobre sus aún tímidas creaciones.

También se muestran dos obras de su época escolar en los Maristas y los Jesuitas, cuando Revello de Toro realizó el dibujo del Jesús del Gran Poder (1938) y óleos como el pequeño bodegón Rosas (1940) con el que ganó, con sólo 13 años, el Premio Nogales convocado por la Diputación Provincial de Málaga. En dicha obra muestra ya unas dotes extraordinarias para las naturalezas muertas, con una utilización muy madura de la luz, de los brillos plateados y una pincelada suelta y certera.

La pintura religiosa está presente también en su etapa juvenil como creador, y así, de esta temática se puede contemplar en la muestra, La Verónica enjuga el rostro de Jesús, una obra del año 1948 realizada para la Hermandad de Viñeros que resuelve casi como si fuese un boceto.

Los siguientes años vienen marcados por su marcha a Madrid para estudiar Bellas Artes en la Academia de San Fernando tras ganar una beca convocada por el Ayuntamiento de Málaga. Como contraprestación, enviará dos obras al Consistorio que permanecen en la colección municipal. De ellas se expone El Niño del Pájaro (1945), la cual pone de relieve el inicio de una línea pictórica que mantendrá hasta la actualidad como pintor de niños, con un tratamiento amable, luminoso y risueño de la figura. La luz es también protagonista de Jugueteo, una obra del año 1949, también propiedad del Ayuntamiento de Málaga.

Cuando Revello de Toro regresa a Málaga en vacaciones se entusiasma contemplando las obras del Museo de Bellas Artes. Allí, estudiando y copiando a los maestros del XIX, lo descubre el marqués de las Escalonias, que le encarga varios retratos familiares como el de su padre, Arturo Meliveo Muñoz (1945). En el que dedica a su madre, Ana Briales Ramírez (1946). Aquí está ya de manifiesto su maestría y su exquisitez a la hora de tratar vaporosamente los encajes y las mantillas negras. También de este mismo período son los retratos de Luisa, la tía del pintor, de 1945 y de su ya amigo, el periodista Juan Antonio Rando firmado en 1948. En ambos Revello de Toro va adquiriendo soltura en el retrato privado, especialmente en el femenino logrando desvelar la personalidad del modelo a través de la expresión de su rostro.

Finalmente, el retrato de Sebastián Souvirón vestido de académico y con todas sus condecoraciones es un ensayo general con un resultado satisfactorio para afrontar los futuros encargos de retratos oficiales que marcarán una parte muy importante de su producción. Esta despegará definitivamente ya en los años 50 del pasado siglo XX tras concluir con premio extraordinario sus estudios en Madrid, ampliándolos más tarde en Roma y ganando la cátedra de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes La Llotja de Barcelona.