FE Y FERVOR EN LA COLECCIÓN CARMEN THYSSEN

23/03/2013


 

 

 

Los textos sagrados son los protagonistas de Fe y Fervor en la Colección Carmen Thyssen, una selección de obras maestras de la colección de la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza. La Pasión de Cristo, las historias del Nuevo Testamento, las vidas de santos y la representación popular son los acontecimientos en los que se inspiran estos magníficos autores para recrear su devoción, su sentimiento y su fe.

El ámbito temporal en el que se sitúan estas obras abarca un amplio periodo entre la Edad Media y principios del siglo XX. A través de estas telas podemos imaginar historias de fervor, leyendas y milagros y mostrar al público diferentes conceptos de espiritualidad, al tiempo que observar cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos. Este hecho singular es posible gracias a la riqueza y diversidad de la Colección Carmen Thyssen.

Se ha seleccionado un grupo de obras representativo de diferentes estilos que nos permiten realizar un recorrido por la pintura sacra, mostrando una gran variedad tanto en su iconografía como en su iconología. Siguiendo un criterio cronológico, la primera obra con la que nos encontramos es San Pedro, de Simone Martini (F1), realizada en torno al año 1326. Se trata de una pieza en la que el padre de la Iglesia aparece portando las llaves del cielo sobre un fondo dorado. Es un ejemplo característico del estilo refinado, el color brillante y la poetización de la línea de uno de los más importantes maestros del Trecento italiano.

Continua Fe y Fervor en la Colección Carmen Thyssen con una escultura anónima, procedente de Siena, con la representación de la Pasión de Cristo en el tapiz realizado en el taller de Rubinetto di Francia, ejecutado con gran riqueza de materiales, hilos de seda y metálicos, y un gran sentido de la armonía cromática, y con la representación devocional a cargo de Niccolò Frangipane, una obra centrada en la sobrecogedora expresión de dolor en el rostro de Jesús coronado de espinas. Junto a estas dramáticas escenas de la Pasión de Cristo, destaca la juvenil y serena belleza de una santa portando flores, atribuida al taller italiano de Jacopo Cestaro (F4)

 

 

Una de las obras clave de esta muestra es el Cristo en la Cruz de Anton van Dyck (F2). Su factura rápida y nerviosa queda equilibrada por la gravedad del sacrificio que representa. Evoca la espiritualidad profunda de un artista que pintaba con sentida devoción, ya que era ferviente católico. Sencilla por su parte es la visión de Paul Gauguin en el Estudio para El Cristo Amarillo, realizada en el año 1884. Se trata de una obra de pequeño formato, con un estilo simplificado y un trazo de gran intensidad. Ofrece la imagen de un crucificado inspirado en una talla policromada del siglo XVII que se encontraba en la capilla de Trémalo a la salida de Pont-Avent, cercano a su lugar de residencia de esos años en Bretaña. Se trata de una imagen que refleja su especial momento anímico, su acercamiento a la religión y sus reflexiones sobre el sentido de la trascendencia humana, cuestión que siguió interesándole siempre, hasta el final de sus días en Tahití.

El misterio de la Anunciación aparece representado en una obra de figuras elegantes y aspecto arcaico, en homenaje a los maestros italianos del primer Renacimiento. La obra, realizada en el año 1890 (F3), característica del sintetismo de Émile Bernard, es el resultado feliz del arabesco, un color llameante y un especial sentido decorativo. Otros autores -Alfred Dehodencq, Joseph Saint-Germier y Gonzalo Bilbao-, gratamente sorprendidos por la representación popular de la Pasión de Jesús en las calles, escogieron trasladar a sus lienzos visiones de la Semana Santa, dentro del género de la pintura costumbrista. De Bilbao en concreto se exhibe un lienzo que recoge la procesión de la cofradía sevillana de las Siete Palabras, pintado en el año 1902 (F5).

El pueblo andaluz ha sabido escenificar la Pasión de Cristo teniendo en cuenta los más diversos sentidos, intentando provocar la emoción del espectador. A ello contribuyen desde el aroma del incienso, la simbología del color y la exaltación de la música, hasta la profusión de elementos decorativos, como la riqueza de la orfebrería y de los bordados. Estos componentes contribuyen a crear una escenificación especial que hace que los protagonistas de estas obras no sean sólo las imágenes, sino la organización procesional, los nazarenos con sus sobrias túnicas y sus velones encendidos, y, sobre todo, el fervor popular, la expectación del público que espera el cortejo, participando del ritual de un gran teatro barroco en las calles del sur.

Con motivo de esta exposición de contexto se proyectará del 22 de marzo al 30 de junio, en el Espacio ArteSonado del Museo, la película Pasión y Muerte de Cristo, conocida también como La Pasión, La Vida y Pasión de Cristo o Vie et Passion du Christ. Se trata de una película muda francesa del año 1903, dirigida por Lucien Nonguet y Fernando Zecca, y se cree que es el primer largometraje con secuencias coloreadas. La coloración se logró utilizando Pathécolor/Pathechrome, plantilla basada en un proceso de teñido de la película, que había sido inventado hacia 1903 por Pathé Freres, una de las compañías cinematográficas más importantes e innovadores de la historia. La película es un relato sencillo de la historia de Jesucristo, pero incluye algunos hechos generalmente omitidos en las películas sobre Cristo, como la Transfiguración. Está rodada en su mayoría con una sola cámara estática y frontal que captura la totalidad del desarrollo de la acción. De los actores del reparto solamente son conocidos Madame Moreau como la Virgen María y Monsieur Moreau como José.

 

 

 

Del 23 de marzo al 30 de junio de 2013 en el Museo Carmen Thyssen de Málaga (Plaza Carmen Thyssen, Calle Compañía, nº 10) Horario: martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas; los lunes, cerrado. Con la exposición Fe y Fervor en la Colección Carmen Thyssen se estrena un nuevo espacio expositivo del Palacio de Villalón, sede del Museo Carmen Thyssen: el Espacio ArteSonado en la denominada Sala Noble, que posee en sus techos los artesonados de madera más valiosos de este inmueble del siglo XVI junto a los de su escalera principal.

 

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