Francisco Buiza (Carmona, 1922 - Sevilla, 1983) fue un hombre hecho a sí mismo. Un escultor que permanece todavía en un mundo que ya no existe, el mundo del aprendizaje minucioso y de la fórmula secreta del taller, el mundo de los gremios. Y esa forma de hacer y entender la escultura forma parte indisoluble de su propio estilo. Es su estilo. Se encuentra embebido en una estética que le precede largamente en el tiempo, pero es donde Buiza se siente artista y se encuentra a gusto. Buiza no copia sino avanza, escrutando materia y forma para seguir caminando allí donde lo dejaron maestros como Juan de Mesa o Martínez Montañés, creando nuevas tipologías, aportando renovaciones técnicas y adaptando los nuevos adelantos al oficio pero sin desvirtuarlo.

Su concepción estética y formal es eminentemente abierta. Sus obras se expanden en las formas siempre que pueden. La verosimilitud llega a sus más estrictas consecuencias en obras concebidas absolutamente para los sentidos, para ser contempladas minuciosamente. Y su arma, su verdadero secreto, su receta, su policromía, una policromía hecha para los sentidos, pero para los sentidos del sur, vibrante, delicada especialmente en manos y pies, realizada a base de infinita paciencia sin la huella artesana del pincel, con vejiga, que da esas superficies sin solución de continuidad, impecables, de textura nacarada.

Mañana viernes 13 de julio se inaugura una retrospectiva del artista, titulada Buiza, maestro escultor. La muestra, comisariada por su discípulo Juan Manuel Miñarro, ha sido organizada por ArsMálaga-Palacio Episcopal y por la Cofradía del Cautivo de Málaga con motivo del cincuentenario de la bendición de la imagen de la Virgen de la Trinidad, dolorosa titular de dicha cofradía que fue tallada directamente en la madera por Francisco Buiza en 1963, aunque su bendición no tuvo lugar hasta el 27 de febrero de 1968 pues fue adquirida tan solo unos meses antes por mediación del influyente diseñador malagueño Juan Casielles del Nido.

Esta exposición reúne una selección de importantes obras de Buiza, ordenadas siguiendo una línea iconográfica y evolutiva del maestro, desde los momentos iniciales de formación y búsqueda, pasando por su etapa de ensayos, en la que comienza a perseguir su propio estilo, hasta su etapa de madurez, plenitud y reafirmación, durante la cual se serena su espíritu e incluso intenta reinventarse. Una etapa que termina bruscamente por la enfermedad, hasta su muerte, el 1 de marzo de 1983. Medio centenar de obras y piezas realizadas en el taller de la sevillana calle Viriato 3, conocido como el Corralón de los Artistas, se exponen juntas por primera vez en la muestra Buiza, maestro escultor, única en toda Andalucía.

De entre las obras expuestas destaca la propia Virgen de la Trinidad, labrada inicialmente por Buiza para presidir su casa. Con la Trinidad marca su ideal de belleza de las dolorosas, que resulta casi anacrónica en una etapa especialmente convulsa de su vida. Un ideal caracterizado por la conmovedora mirada, los ojos grandes y expresivos, las facciones hebraicas, los entreabiertos labios y el cuello contraído por el sufrimiento.

También sobresale el Cristo de la Agonía (1972), titular de la hermandad de las Penas de Málaga. En esta obra representa el drama humano del dolor que había padecido tras su accidente de moto en 1962 -que le destrozó la cadera y le dejó secuelas permanentes en las extremidades inferiores-, unos años muy duros para Buiza. Tras una primera etapa muy influenciada por las formas de su maestro Sebastián Santos, Buiza desplegó un personal estilo basado en la exacerbación de las fórmulas escultóricas del neobarroco sevillano. Con tallas como la de este crucificado, libremente influenciado por el Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, Buiza llevó hasta extremos difícilmente superables el dramatismo de sus obras pasionistas, a la vez que reflejó su mayor virtud artística, que fue la de aportar, además de un excepcional conocimiento de la técnica estatuaria, un dominio absoluto a la hora de armonizar la apolínea belleza de la figura con la desgarrada tensión emocional que refleja.

El momento del Cristo de la Agonía fue el momento del Buiza vehemente y de explosión desgarradora en sus Cristos. Pero también fue el momento de contrapuestas ternuras que mostró con sus representaciones infantiles de Niños Jesús, querubines, ángeles y arcángeles, de los que en la exposición Buiza, maestro escultor hay algunos de los mejores ejemplos de las singulares aportaciones que supo interpretar, como la decoración escultórica del trono del Cristo del Rescate de Málaga o de los pasos del Cautivo de Santa Genoveva o el Cristo de la Expiración, del Museo, ambas corporaciones de Sevilla.

De su primera etapa, destaca la Inmaculada que recibe culto en la parroquia sevillana de San Benito, en la cual sigue muy de cerca los modelos de su maestro Santos. De la etapa de ensayos y búsqueda de estilo propio, está el Cristo Crucificado de la Victoria, además de la propia Virgen de la Trinidad. De su etapa de madurez, el Cristo de la Agonía, entre otros. Y de su plenitud, el Éxtasis de Santa Rafaela, del convento sevillano de San Pedro de Alcántara -que marca en 1977 el inicio de este periodo- o el Tránsito de San Juan de Dios, expuesto en la Casa Museo de los Pisa, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (Granada).

En todos los casos, estas obras se exponen destacando sus valores escultóricos pero respetando el interés y alcance devocional, al tratarse de esculturas destinadas al culto y a la veneración de los fieles. Buiza, maestro escultor podrá verse del 13 de julio al 16 de septiembre de 2018 en ArsMálaga-Palacio Episcopal (Plaza del Obispo s/n, Málaga). Horarios: lunes a sábado, de 10:30 a 21:00 horas; domingos, de 10:00 a 18.30 horas.

FUENTES

NAVARRO SORIANO Isidora y Santiago RODRÍGUEZ LÓPEZ. "Francisco Buiza (1922-1983)", en Escultores e imagineros en la Semana Santa de Jumilla, Junta Central de Hermandades de Semana Santa de Jumilla, Jumilla (Murcia), 2009, pp. 21-23.