MAX ERNST. UNE SEMAINE DE BONTÉ. LOS COLLAGES ORIGINALES

21/02/2009


 

La muestra reúne los collages originales de Une Semaine de Bonté, realizados por el surrealista Max Ernst en 1933. Estas obras se expusieron una única vez, tres años después de su creación, en Madrid, entre marzo y abril de 1936, y desde entonces han permanecido como uno de los secretos mejor guardados de la historia del arte. Hoy vuelven a Madrid cuando se cumplen 73 años de aquella exposición en los bajos de la Biblioteca Nacional, entonces sede del Museo Nacional de Arte Moderno.

Fue Paul Éluard quien convenció a Ernst de que los expusiera en Madrid, y ambos estuvieron después extremadamente agradecidos por su devolución sanos y salvos a París, tras el inicio de la Guerra Civil española. Los collages sólo han podido contemplarse previamente en el museo Albertina en Viena, el museo Max Ernst en Brühl, y la Kunsthalle de Hamburgo, para llegar a la Fundación Mapfre en Madrid. Tras la muestra madrileña, podrán visitarse en el Museé D’ Orsay, en París, este verano.

Las piezas son un auténtico manifiesto del surrealismo, que alcanza con ellas uno de sus puntos culminantes. La exposición se realiza gracias a su propietario, Daniel Filipacchi, quien ha decidido, tras guardar durante años uno de los tesoros del arte del XX, que vieran la luz de nuevo. La labor de Werner Spies, comisario de la muestra, ha sido decisiva en ello.

Max Ernst es probablemente uno de los pocos artistas del que podemos decir que se reinventó a sí mismo a lo largo de toda su vida. Al igual que Picasso, formó parte de algunos de los grupos y movimientos de vanguardia más importantes del siglo XX. Pero lo que ha caracterizado en todo momento su trayectoria ha sido su capacidad para ir por delante siempre, a la cabeza de estos movimientos, convirtiéndose así en un referente e influencia no sólo para sus contemporáneos, sino para los artistas actuales.

La capacidad de Max Ernst de crear un universo y una mirada propia, distinta y singular, lo convierte en uno de los artistas de referencia en el siglo XX, y también en uno de los más complejos y cambiantes a lo largo de toda su trayectoria artística. Dadaísta, surrealista, políglota y ávido lector, Max Ernst desarrolló un universo absolutamente particular y personal donde podemos encontrar las influencias de la historia del siglo XX, pero también de quienes podemos ver la sombra, desde entonces hasta hoy en día, en muchas de las obras de artistas, escritores y poetas que se han visto fascinados por su deslumbrante y afilada inteligencia, por su sensibilidad y por su sentido del humor ácido e irónico, el cual cuestionó siempre lo establecido.

Resistente y revolucionario, Max Ernst ha influido en artistas tan dispares como Cindy Sherman, Neo Rauch o Julie Nord.

La capacidad de búsqueda del artista, esa mezcla de curiosidad y constancia que ensambla el discurso del artista, son la base sobre la que se construye su mirada: una búsqueda infatigable, en la que como decían los sabios griegos, es mucho más importante el camino que la llegada.

Como hemos apuntado anteriormente, el 26 de marzo de 1936, Une Semaine de Bonté, la obra de Max Ernst que encarna la culminación de la “novela collage” se expone por primera y única vez en Madrid en los bajos de la Biblioteca Nacional. De los 184 collages originales que la forman, cinco no se expusieron por blasfemos. Los collages que Max Ernst realizó durante un viaje de tres semanas en Italia, en el Palacio de Vigoleno, plasman toda la fantasía, las obsesiones y los "monstruos" del pensamiento surrealista. Con estos collages rompe las fronteras entre géneros y técnicas y convierte Une Semaine de Bonté en una de las cumbres del movimiento que abandera, pero ataca soterradamente a aquellos que consideraban entonces el surrealismo como un movimiento esencialmente literario. Armado con unas tijeras, Ernst, recorta, utiliza y desmenuza las populares novelas folletinescas del siglo XIX y convierte lo que era entretenimiento en subversión. Denuncia el poder cruel de la autoridad establecida y los estamentos que la encarnan, muestra la superioridad de la naturaleza en la fuerza del agua que invade y arrasa con cascadas y corrientes; denuncia un infierno burgués adornado, lujoso y acomodado donde viven los reptiles, y usa máscaras impertérritas en escenas que recuerdan los instintos atávicos del ser humano.

Max Ernst crea un imaginario paralelo desasosegante, inquieto e inquietante basado en la reiteración en el uso de diferentes motivos, caso del león, el agua, el mito de Edipo -encarnado en un hombre pájaro- o los lazos y las alas de dragones y ángeles, los cuales se superponen a las damas y a los caballeros burgueses, que se interpretan a sí mismos.

El discurso narrativo de la obra se apoya únicamente en la imagen, convirtiéndose en la cima de la novela collage, género mixto que Ernst cultivaba desde La Femme 100 Tètes (1919) y Réve d’une Petite Fille qui Voulut Entre au Carmel (1930); no obstante en estas primeras existía un texto. En Une Semaine de Bonté prescinde totalmente del texto para dar toda la importancia al discurso de las imágenes.

Los surrealistas encuentran en el collage la técnica perfecta por la libre asociación de imágenes y la presencia de onirismo y automatismo. Ernst trabajó para que los puntos de unión, donde usó pegamento, fueran imperceptibles y la ilusión óptica completa, dando lugar a una nueva realidad. Definía así el collage: “la explotación sistemática de la coincidencia casual, o artificialmente provocada, de dos o más realidades de diferente naturaleza sobre un plano en apariencia inapropiado […] y el chispazo de la poesía, que salta al producirse el acercamiento de esas realidades”.

La obra resulta de una vigencia absolutamente consolidada y esto pone de manifiesto la evidente clarividencia de Juan de la Encina al exponerla en el año 1936. Mediante la exposición, hoy en día completa, de los 184 collages originales, recuperamos para el público unas obras que raramente viajan por su extrema fragilidad, y que siguen manteniendo toda la intensidad y la fuerza del momento en que fueron creadas.

Probablemente el surrealismo sea uno de los movimientos que nunca ha perdido su vigencia y que a día de hoy sigue siendo una fuente de inspiración viva, fresca y contemporánea como pocas.

 

Hasta el 31 de mayo de 2009 en la Fundación Mapfre de Madrid
(Paseo de Recoletos, 23) Horarios: lunes, de 14:00 a 20:00 horas; de martes a sábado,
de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 12:00 a 20:00 horas.

 

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