RESTAURACIONES DE LA COMUNIDAD DE MADRID

02/03/2024


 

 

Las obras restauradas forman parte de un conjunto de relieves y esculturas barrocas que se conservan en la iglesia del convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso de Madrid que, bien por donación, compra, o por formar parte del ajuar de las novicias que ingresaban en la comunidad religiosa, se han conservado en el convento como parte de sus bienes devocionales y artísticos. Se trata de una Piedad, dos simulacros de la Inmaculada Concepción y otro de La Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua. Las obras son piezas independientes, no guardan una relación artística, de autoría ni forman parte de un conjunto expositivo en unidad. Cada una de ellas se encuentra ubicada en una hornacina en el interior del monasterio. Su intervención ha corrido a cargo de María de la O Vargas Ruiz.

Al mismo cenobio pertenece el lienzo San Bernardo abrazado al Cristo crucificado. Fue pintado en 1680 por Alonso del Arco (Madrid, 1635-1704). La fuente de inspiración para su composición parece haber sido la tabla pintada por Angelo Nardi para el baldaquino de la iglesia del Monasterio de San Bernardo en Alcalá de Henares (Madrid). La restauradora ha sido Mercedes del Pino Peño.

Por otro lado, también se ha restaurado el lienzo La Oración en el Huerto del claustro del convento de Mercedarias de la Purísima Concepción de Madrid (Las Góngoras), obra anónima barroca perteneciente a la Escuela madrileña de finales del siglo XVII (detalle en la imagen superior). En este caso, la restauración ha sido realizada por Diana Álvarez Duplá. Al igual que los anteriores, se trata de un Bien protegido por la Comunidad de Madrid.

 

 
 

 

La Piedad es un relieve anónimo en madera de pino estucada y policromada. Mide 32 x 30 x 4 cm. Se cataloga como obra renacentista del siglo XVI. Está decorada con estofados de temples y corlas sobre dorado al agua con oro fino, aplicados en época barroca. Los estofados pretenden imitar los brocados de telas suntuosas con motivos vegetales. La imagen está tallada sobre dos piezas de madera adheridas sin empleo de herrajes, espigas, lazos u otros ensambles, presentándose únicamente encoladas. Esto se aprecia desde el reverso de la pieza. La parte trasera presentaba una hendidura, practicada para colocar el herraje, que permitiría exponer la obra colgada. En la actualidad no se exhibe de este modo, sino en el interior de la hornacina, apoyada sobre su base. La cabeza de la Virgen presenta una perforación de lo que podría ser una corona anterior, muy probablemente la original.

 

 
 
 
 

 

Los dos estatuillas que representan la Inmaculada Concepción son barrocas del siglo XVII. La que carece de corona se catalogada de forma aventurada como obra de la escultora sevillana Luisa Roldán. Se halla modelada en terracota, a excepción de la media luna a los pies, realizada en madera al igual que la peana. Las carnaciones, el globo y los querubines a los pies de la Virgen conservan su policromía original. Mide 91 x 32 x 31 cm.

La otra pieza fue tallada en madera de pino, estucada y policromada. Las carnaciones están pulimentadas y los ropajes y peana dorados al agua con oro fino. Sobre los ropajes se ha realizado una delicada decoración imitando tejidos, practicando sobre el dorado efectos de repujados y estofados, así como decoración con pintura al temple a punta de pincel. Esta Inmaculada se ha tallado en tres componentes, siendo la peana y las manos unas piezas labradas por el anónimo autor independientemente de la figura principal de la Virgen. La corona de plata que porta la imagen no es la original, fue donada en el siglo XX y se encontraba ligeramente ennegrecida. Mide 57 cm de altura.

 

 
 

 

La Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua es una composición escultórica en madera policromada y dorada, también de autor anónimo barroco del siglo XVII. Mide 77 x 77 x 40 cm. Las carnaciones están realizadas en óleo pulimentado y los ropajes y demás elementos van al temple. Ha sido tratada y repintada en numerosas ocasiones, llegándose a identificar tres estratos. La túnica de San Antonio y las encarnaciones están repolicromadas, con mejor calidad que las pinturas originales, por lo que se optó con dejarlas con la repolicromía que presentaban. Debido a la aplicación de los repintes, la obra presentaba un aspecto algo tosco semejante al producido por pintura plástica. Presentaba purpurina oxidada sobre los dorados al agua originales y la cabeza del querubín a los pies de San Antonio se encontraba descolocada de su posición original.

Como en las restantes piezas restauradas había una gran presencia de suciedad y de restos de cera que ocasionaron pérdidas en la policromía y diversos deterioros. En todos los casos, los trabajos han comprendido la limpieza; eliminación de repintes, barnices y/o añadidos; estucado, reintegración cromática y barnizado. En el caso de La Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua, también se han colocado las piezas en su lugar original y, al igual que la Inmaculada Concepción con corona, se han realizado reintegraciones volumétricas.

 

 

San Bernardo abrazado al Cristo crucificado presentaba un marco con buen estado de conservación, a excepción de ligeros desgastes y pérdidas en la decoración de la talla, con ausencia de dos de los roleos de acanto de las esquinas. Además, sufría oxidación de los barnices protectores, acumulación de polvo y la fijación sobre la superficie de un gran número de excrementos de mosca. El bastidor se conserva íntegro, con los ensambles en estado funcional y sin problemas estructurales, si bien tenía incrustada en su superficie una densa capa de suciedad.

Con respecto al lienzo, se observaron numerosos deterioros y roturas, que dieron lugar a pérdidas de preparación y pintura y que se han intentado paliar mediante la aplicación de parches de refuerzo. La pintura presentaba una suciedad bastante acusada, además de numerosos restos de adhesivos de parches anteriores, craquelados y levantamientos de los bordes en forma de crestas. Asimismo, en el pasado se realizaron limpiezas  abrasivas que no favorecieron la conservación de la pintura. Las restauraciones anteriores del lienzo han sido, en ocasiones, poco adecuadas invaendo la pintura original y produciendo visibles abolsamientos que causaron pérdidas de policromía. En algunos casos los repintes se encontraban cuarteados y parcialmente perdidos.

Con los tratamientos aplicados (entre otros, limpieza, eliminación de las antiguas intervenciones y de barnices oxidados, sustitución del sistema de bastidor por el de soporte rígido, reintegración pictórica con criterios reversibles), tanto el lienzo como el marco, se han recuperado las propiedades originales de la obra, permitiendo apreciar unos valores de gran relevancia histórico-artística. El proceso de limpieza desveló la firma del artista Alonso del Arco, dado que el lienzo había sido sometido a un repinte generalizado.

 

 

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