ARTE Y PODER EN LA POSGUERRA ESPAÑOLA

26/04/2016


 

 
 

Retrato del embajador Juan Francisco Cárdenas

Salvador Dalí
1943
Óleo sobre lienzo
61 x 50,8 cm
Colección Vadim Shulman

 

En abril de 1939, con la entrada en Madrid del ejército sublevado al mando del general Franco, comienza en España una larga dictadura. En septiembre del mismo año se inicia en Europa la Segunda Guerra Mundial, que concluye en 1945 con la derrota de los países del Eje, políticamente afines a Franco.

Sobre un país asolado y aislado internacionalmente desde el año 1945, el régimen franquista impone una campaña de (re)construcción nacional, literal y metafórica, que afecta decisivamente a la cultura. Es un tiempo de contrastes en el que conviven, no sin violencia, el deseo solemnizador y la pobreza, la retórica de un pasado glorioso y la dureza del presente, las continuidades y las rupturas, el afán de supervivencia en el interior y el exilio en el exterior. Esta situación altera, endurece y enturbia las relaciones entre el poder y el arte, y describe todos los matices posibles entre la eficacia (tanto coactiva como represiva) del poder oficial y la capacidad de resiliencia de la cultura y de sus autores.

Invocando el espíritu crítico de Campo Cerrado (Ciudad de México, 1943), la novela de Max Aub centrada en los años previos a la Guerra Civil, así como las connotaciones de su título, esta exposición revisa la posguerra española a partir de un trabajo de investigación que combina panorámicas generales con casos de estudio, obras conocidas con otras rescatadas del olvido, e incluye piezas de naturalezas muy diversas, en ocasiones inéditas para la historia del arte. El resultado cuestiona tópicos como la escasez e irrelevancia de la actividad cultural o artística durante los años 40 y esboza una imagen de la época que se resiste a las esquematizaciones.

La muestra Campo Cerrado. Arte y Poder en la Posguerra Española. 1939-1953 propone un mapa con varios caminos posibles, que tienen en cuenta las cronologías pero no se someten a la linealidad temporal. Al contrario, el relato se articula en bloques temáticos relacionados con aspectos clave de la época, que funcionan como capítulos autónomos, aunque entre ellos existan conexiones y encadenamientos:

 

- Una nueva era
- Retornos y academias
- Campo y ciudad
- La irrupción de lo irracional. El postismo
- Intervalo teatral
- Exilios
- Arquitecturas
- Primitivo, mágico, oscuro
- Apropiación oficial de lo moderno.

 

A partir de un trabajo de investigación realizado a lo largo de más de tres años, la muestra Campo Cerrado. Arte y Poder en la Posguerra Española. 1939-1953, comisariada por María Dolores Jiménez Blanco y organizada con la colaboración de la Fundación Iberdrola, aporta abundante material inédito procedente de más de 100 colecciones y archivos tanto públicos como privados. Cerca de 1000 piezas de más de 200 autores, componen una exposición que cuestiona algunos tópicos de la actividad artística durante la década de 1940.

 

 

El periodo de la autarquía en España se presenta como una década ominosa, caracterizada por el triunfo de la estética y la ideología franquista en todos sus frentes.

El ciclo de conferencias Fieramente Humanos. Estudios Culturales sobre los Años 40 (del 10 mayo al 14 junio de 2016 en el Edificio Nouvel, Auditorio 200), que acompaña la exposición Campo Cerrado. Arte y Poder en la Posguerra Española. 1939-1953, debate y pone en crisis esta asunción a partir de las miradas de seis historiadores y teóricos de diferentes ámbitos de estudio y generaciones.

La aproximación poliédrica a un momento contradictorio y convulso sirve para recuperar y analizar las formaciones silenciosas de la disidencia cultural, la realidad del exilio exterior e interior, las formas de lo popular como un espacio de juego y transgresión, la noción de sacrificio en la pintura y la persistencia de la nostalgia y de la herida en los textos literarios.

El ciclo hace suyo, en su título, aquel poemario de Blas de Otero, Ángel fieramente humano, que, junto a Hijos de la ira de Dámaso Alonso, caracteriza esta década como una época de supervivencia y crudeza por igual.

 

 
 

Ruinas

Luis Quintanilla
1943
Grafito, acuarela, tinta y cera sobre papel
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

 

Otro ciclo titulado Vida en Sombras. El Cine Español en el Laberinto (1939-1953) (del 28 abril al 27 mayo de 2016 a las 19:00 horas, en el Auditorio del Edificio Sabatini), programado también con ocasión de la exposición Campo Cerrado. Arte y Poder en la Posguerra Española. 1939-1953, está dedicado al cine español de la posguerra. Superando los tópicos que lo han sepultado durante décadas, la producción cinematográfica de estos años se presenta como un oscuro pero fascinante laberinto fílmico e histórico, mostrando los conflictos, las búsquedas y los objetivos de las principales narrativas de un periodo melancólico, herido y confrontado.

El régimen dictatorial organizó la producción cinematográfica de un modo diametralmente opuesto al del periodo republicano, desarrollando un sistema de protección económica y una férrea censura ideológica. Sin embargo, en contra de lo que a menudo se ha afirmado, también buscó la continuidad de las tradiciones culturales que se habían articulado durante la II República. De hecho, el nuevo Estado fracasó en su voluntad de construir un cine "fascista", debido a la disparidad de visiones enfrentadas, como así lo demuestran, por ejemplo, las diferencias entre el rancio conservadurismo de Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1942) y la modernidad falangista y "eisensteiniana" de Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942). También erraría en su intento de eliminar el sustrato folclórico y popular, que, pese a la feroz oposición de quienes veían en tales elementos una abominable herencia frentepopulista, logró mantener su presencia, como denota la obra del director Edgar Neville, una pragmática y medida oposición cultural con títulos tan castizos y subversivos como Verbena (1941), La torre de los siete jorobados (imagen superior, 1944) y la "solanesca" Domingo de carnaval (1945).

Pese a la negrura del periodo, la comedia será el género más habitual. Bajo la influencia del humor moderno y absurdo de la revista La Codorniz (fundada en 1941 por Miguel Mihura), la filmografía del momento mostró, como rasgo dominante, una decidida voluntad reflexiva y metacinematográfica, que manifestaba la dificultad a la que se enfrentaba la ficción a la hora de abordar la oscura realidad iniciada tras la Guerra Civil.

Disidentes a su modo, los llamados cineastas "renovadores" (José Antonio Nieves Conde, director en 1951 de la trascendental Surcos; Arturo Ruiz-Castillo o Manuel Mur Oti) y los cineastas "telúricos" (Carlos Serrano de Osma, Lorenzo Llobet-Gràcia, Enrique Gómez), mostraron en sus películas una marcada preocupación social y un llamativo "compromiso estético" -de raíz europea y vanguardista pero a la vez profundamente influenciado por Hollywood-, además de hondas preocupaciones psicoanalíticas, transmitiendo desoladores discursos sobre la época que les había tocado vivir y sus demoledoras consecuencias.

La pérdida del objeto amoroso, a menudo encarnado por una mujer, asesinada, prohibida o desaparecida, y la melancolía e incluso la locura resultantes, son los nudos narrativos habituales de este cine, que pueden leerse como metáforas de un país desolado, poblado de sombríos recuerdos, que soportaba un complejo de culpa incontrolable. Tristezas, destrucciones y soledades históricas convertidas en lúcidas "heridas del deseo".

 

Direcciones y horarios: Santa Isabel, 52 (Edificio Sabatini) y Ronda de Atocha (Edificio Nouvel) de Madrid.
Los lunes y de miércoles a sábado, de 10:00 a 21:00 horas; domingo, de 10:00 a 14:15 horas.

 

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