Por el Buen Camino es la primera de una serie de exposiciones comisariadas por coleccionistas que empieza este otoño en Slowtrack y que pretendemos que tenga continuidad a lo largo de las próximas temporadas. Creemos que la del coleccionista es una figura fundamental en el Arte. Valoramos inmensamente su criterio, su esfuerzo, su sincero interés por los artistas y su peso incuestionable en la Historia del Arte.

Para la primera edición contamos con Antonio Lobo, un coleccionista joven, atípico y apasionado que comisaría Por el Buen Camino con criterio y gusto propios, como hace con su colección y su vida. A través de esta experiencia expositiva quizás logremos dilucidar algo sobre el futuro de las colecciones. Vamos, también, a disfrutar de la personalidad y la mirada del coleccionista, y a compartir su pasión.

Por el Buen Camino se centra en trabajos de artistas que usan su arte como herramienta de transformación social, asumiendo la tarea de poner en cuestión todo aquello que nos rodea. El análisis y la percepción de esa realidad tamizada a través de la sensibilidad de cada uno de ellos genera piezas que, tras un primer vistazo y atraídos por la belleza de las mismas, nos obligan a acercarnos aún más a ellas, para, sorprendidos, descubrir al mirar en detalle aquello que las mismas esconden, un buen puñetazo en el estómago.

El arte debe servir no sólo para cambiarnos a nosotros mismos, sino también para cambiar el mundo que habitamos, una idea utópica tan maravillosa como irreal. De esa forma de entender el arte dan cuenta en Por el Buen Camino los diez nombres seleccionados en una labor curatorial basada en la admiración, el respeto, la proyección histórica de los trabajos, y sobre todo la amistad con los mismos.

Trabajos que muestran además las muy diversas aristas desde las que se puede llegar al objetivo antes mencionado. Desde la violencia explícita de las piezas de Teresa Margolles el humor más cáustico, capaz de motivar incluso demandas, de Eugenio Merino. De la agresiva ruptura con los paseos cotidianos frente a mensajes gráficos dejados por Noaz en las calles de Madrid, a las intervenciones sobre las fachadas de entidades bancarias de Andrés Senra. De los trabajos de investigación de el colectivo El Banquete, a las rudas y bellas piezas de Olalla Gómez o Paula Rubio Infante que golpean la conciencia. De las acciones "guerrilla" de la anárquica Nuria Güell a la reinterpretación irónica, y lectura adelantada a su tiempo, de las piezas de Avelino Sala, o las sobrecogedoras fotografías de Concha Pérez, sin olvidar las acciones del colectivo Flox 6x8. Todas incluyen un llamamiento a la desobediencia social.

La exposición Por el Buen Camino, compuesta por diez artistas, veinte obras y una acción flamenco social, debe ser entendida por los espectadores que la visiten como un paseo catártico, como un dejarse golpear para salir siendo diferentes de las salas, de la galería reconvertida en laboratorio social. Diferentes en el mirar y en el ser. Más ciudadanos, más amantes del arte, más coleccionistas, más sociedad bien intencionada.