Odilon Redon [1840-1916]

Desde hace más de veinte años, la Fundación Mapfre dedica su principal línea de programación a recuperar y difundir las propuestas artísticas del cambio del siglo XIX al XX, en pleno arranque de la modernidad. En este recorrido, la oferta de la Fundación ha acogido auténticos hitos en la historia de las exposiciones en España, con muestras centradas en el impresionismo, el simbolismo y otros movimientos modernos y vanguardistas, que han ayudado a comprender mejor el complejo y rico panorama de este periodo, tanto dentro como fuera del país.

Es en esta misma tendencia en la que se inscribe la exposición que ahora presentamos, la primera gran retrospectiva en España dedicada al francés Odilon Redon. Su pionera atracción por el mundo de la imaginación y de los sueños, en un momento de primacía del naturalismo, lo convirtió en un pintor al margen. Su apuesta por un lenguaje personal y original hizo de él, durante mucho tiempo, uno de los artistas menos conocidos del cambio de siglo, a pesar de su celebridad en vida y de su fundamental papel en la génesis de los nuevos lenguajes y contenidos del arte moderno.

Por ello supone un orgullo para la Fundación Mapfre poder presentar al público español una completa y exquisita selección de la obra más importante de Odilon Redon y, de esta forma, contribuir a la difusión de sus importantes aportaciones. Para ello han colaborado de nuevo con el Musée d'Orsay, que una vez más ha dado impagables muestras de confianza y generosidad. El entusiasta apoyo de su presidente, Guy Cogeval, y el trabajo de su comisario, Rodolphe Rapetti, han redundado en la materialización y el éxito de este proyecto.

Nacido Bertrand Redon, Odilon fue el pintor de lo imaginario y del subconsciente en plena época naturalista, contemporáneo de los impresionistas, con quienes expondría en el año 1886, pero cuya estética no compartía. Decidió hacerse pintor en los años posteriores al Romanticismo, tras verse tentado por la arquitectura. Se inspira sobre todo en el grabador Rodolphe Bresdin, quien no le enseñaría tan solo el arte del grabado, sino también una forma totalmente especial de mirar a lo real.

Aunque Redon practicó la pintura desde el inicio de su carrera, debe su notoriedad ante todo a sus litografías y a sus carboncillos (los célebres Negros). En ellos explora un mundo inquietante, surgido de su imaginación y nutrido de lecturas de Baudelaire o de Edgar Allan Poe. Sus imágenes, a menudo macabras, chocan con la mayor parte de sus contemporáneos y algunos temas se repiten de manera obsesiva.

Lewis Hine

También presenta por primera vez en España la Fundación Mapfre una retrospectiva del estadounidense Lewis Hine (Wisconsin, 1874 - Nueva York, 1940), una de las figuras claves de la estética del documentalismo social. La muestra está organizada en colaboración con la George Eastman House, de donde proceden todas las obras, y comisariada por Alison Nordström, conservadora de fotografía de dicha institución.

La exposición, compuesta por una selección de 170 imágenes -en su mayoría vintage-, ofrece un completo recorrido por su trayectoria fotográfica, y sitúa la obra de Hine en el contexto artístico, político y cultural de su tiempo, desde sus primeros retratos de inmigrantes desembarcando en Ellis Island (1904-1909, 1926) y niños trabajadores (1903-1913), hasta su labor en Europa para la Cruz Roja americana a finales de la Primera Guerra Mundial (1918-1919), o su serie sobre la construcción del Empire State en Nueva York (1930-1931). Así mismo, el recorrido se acompaña de documentos y publicaciones de la época, algunos de ellos inéditos recientemente adquiridos por la George Eastman House, con los que Hine impulsó causas sociales como la mejora de la vivienda o la erradicación de los talleres de explotación ilegal.

Formando en la docencia y en el campo entonces en auge de la sociología, Hine usó su cámara para denunciar las injusticias sociales y testimoniar la vida de los niños explotados, los inmigrantes recientes, los pobres y los marginados. Trabajando para organizaciones progresistas como el Comité Nacional del Trabajo Infantil y Cruz Roja, realizó fotografías destinadas a ilustrar revistas, carteles y diapositivas que sirvieron de apoyo a distintos movimientos comprometidos con el cambio social y la renovación de la legislación existente.

Acabada la Primera Guerra Mundial, Hine emprendió su único viaje a Europa para documentar las operaciones de auxilio a los refugiados en Francia y los Balcanes. Esas imágenes muestran su perenne compromiso con las víctimas de los trastornos mundiales, junto a la fascinación que ejerció sobre su pensamiento una cultura visual desconocida y diferente. Cuando regresó a Estados Unidos su enfoque había cambiado, y en sus nuevas imágenes despuntaba una actitud de exaltación del trabajo y los trabajadores. Es la época de la construcción del Empire State de Nueva York y de Men at Work, el único libro de fotografía producido e íntegramente supervisado por el propio Hine.

A finales de la década de 1930 tanto el mundo de la reforma social como el de la fotografía ya eran otros. La filantropía privada de la era progresista había sido reemplazada por las agencias gubernamentales del New Deal, para las que Hine era un hombre de otra época. Encontraba cada vez menos oportunidades de empleo y, a pesar de su temprano éxito, pasó los últimos años de su vida dependiendo de la beneficencia. Al mismo tiempo, artistas e historiadores del arte como Berenice Abbott y Beaumont Newhall empezaban a promover un nuevo estilo fotográfico, que reconocía en Hine al antepasado espiritual de Walker Evans.