RUBENS EN EL MUSEO NACIONAL DEL PRADO DE MADRID

06/11/2010


 

 

Con motivo del inicio de las obras de acondicionamiento de las actuales salas dedicadas a Rubens debido al avance del proyecto La Colección. La Otra Ampliación, el Museo Nacional del Prado de Madrid invita al público durante más de dos meses y medio a adentrarse en el apabullante universo artístico de este prolífico y genial maestro flamenco a través de una novedosa instalación de la importante colección de obras autógrafas y de su taller que atesora. Además, por primera vez tras una década sin exponerse de forma completa, el visitante volverá a encontrarse reunida la totalidad de esta parte troncal de la colección del Prado. Se trata de la mayor y una de las mejores colecciones de Rubens en el mundo, un artista con abundante obra dispersa en distintas instituciones.

Para facilitar un continuado efecto de inmersión en el universo de Peter Paul Rubens (1577-1640) y la percepción de la extraordinaria capacidad creadora del pintor, el comisario de la exposición ha ideado un singular montaje en el que las noventa obras se exponen siguiendo un único criterio, el cronológico, y se muestran como secuencias concatenadas de un plano panorámico continuo.

El montaje de la exposición, dividido en dos grandes salas, permite apreciar con claridad la evolución del estilo de Rubens y su forma de abordar las grandes obras. En la primera sala (A), el público descubre al artista temprano, muy "michelangelesco", como un gran escultor antiguo que quiere transmitir el poderío de las formas y su fuerza expresiva. Lucha de San Jorge y el Dragón (hacia 1607) es un perfecto ejemplo de la monumentalidad propia de esta etapa juvenil, con figuras fuertes y rotundas. En esta sala, destaca también la gran serie del Apostolado, en la que se podrán contemplar algunos de los cuadros no expuestos en los últimos años como San Mateo (hacia 1610-1612).

Otra de las grandes series que el público podrá admirar reunida es la de la Torre de la Parada, que ocupa parte de la segunda sala de la exposición (B). Por primera vez después de más 10 años, se muestra la serie completa encargada por Felipe IV para el pabellón de caza de los montes del Pardo. En esta sala están presentes las obras de su última etapa, en la que se volcó en la potencia narrativa de los cuadros y en transmitir su contenido poético. Las obras Atalanta y Meleagro Cazando el Jabalí de Calidón (hacia 1636) y Diana y sus Ninfas Sorprendidas por Sátiros (1638-1640) demuestran el amor del artista por el campo y su profunda sintonía con la vitalidad de la naturaleza.

La colección de Rubens del Prado refleja la gran versatilidad temática del pintor flamenco, con pinturas de temas mitológicos, religiosos, de historia, retratos y paisajes, entre las que se incluyen algunas de las mejores obras maestras de su extensa producción como La Adoración de los Magos (1609), San Pablo (hacia 1611), El Jardín del Amor (hacia 1633), Las Tres Gracias (hacia 1635), Ninfas y Sátiros (hacia 1635), Hércules y el Cancerbero (hacia 1636), Danza de Aldeanos (1636-1640) o Diana y Calisto (1638-1640), ejemplos de la desbordante y personalísima expresión creadora del pintor favorito de Felipe IV y uno de los grandes genios de la pintura de todos los tiempos.

 

 
     
     
Saturno Devorando a un Hijo
 
Lucha de San Jorge y el Dragón

 

Rubens fue el pintor más admirado de su época en Europa. Sus méritos son incontestables: muy pocos artistas han conseguido transmitir una versión exaltada de la vida de forma tan persuasiva o nos ayudan tanto a acercarnos a un ideal de excelencia humano. Los valores que encontramos en su pintura tienen mucho en común con los valores de los poetas antiguos (a menudo es comparado con Homero): su arte es un recuerdo constante de lo que la vida tiene de heroico y de dramático, y nos ayuda a ensanchar el mapa de nuestros sentimientos, y a profundizar en ellos.

El vehículo principal que utilizó Rubens para transmitir sus ideas son los mitos que resumen la sabiduría de los antiguos sobre el comportamiento y las emociones de los seres humanos. Apoyado en su fe en el poder de las formas pintadas para influir en el ánimo de los espectadores, y en una enfática retórica gestual, Rubens recreó estos mitos con un extraordinario poder de convicción: contemplando su arte a menudo tenemos la impresión de que las grandes cuestiones de la vida se dirimieron con él de testigo presencial.

Rubens es autor de una obra muy abundante (se conservan en torno a 1.500 cuadros suyos), que realizó con la ayuda de su taller, instalado en Amberes, y que vendió gracias a su sagaz espíritu comercial. Pintó para las principales monarquías europeas, la aristocracia, la Iglesia y las élites culturales y comerciales de todo el continente. Fue también un fabuloso dibujante, y diseñó tapices, esculturas, obras de arquitectura, y conjuntos decorativos para ceremonias públicas. Al margen de su trabajo artístico, trabajó como diplomático para la Monarquía Española, y fue un apasionado conocedor de la cultura clásica, lo cual refleja la grandeza del personaje. Fue también un importante coleccionista de cuadros, esculturas y libros, entre otros objetos, y cosmopolita que viajó extensamente y se expresaba en varios idiomas. Por todo ello, fue considerado un modelo profesional y social por sus colegas.

Hablar de la colección de cuadros de Rubens que guarda el Museo del Prado, es lo mismo que hablar del propio pintor: es difícil evitar los superlativos. Por ser natural de los Países Bajos meridionales (la actual Bélgica), tuvo un especial vinculo con la familia real española, que gobernaba la región. La infanta Isabel Clara Eugenia heredó de su padre, Felipe II, el mando de los Países Bajos. Desde su corte en Bruselas, utilizó al pintor como consejero y apoyó su carrera artística y cortesana, hasta el punto de solicitar de su sobrino, el rey Felipe IV, que lo ennobleciese.

Felipe IV le encargó decenas de obras para decorar sus palacios madrileños, y fue también el principal comprador de las que el pintor dejó en su estudio tras su muerte. Él es la principal razón por la cual el Museo del Prado conserva la mayor colección que existe de obras de Rubens, con unas 90 pinturas (la cifra exacta oscila, según se acepten, o no, algunas atribuciones). Pero no es sólo cuestión de números: el hecho de que muchos de los cuadros de Rubens que conserva el Prado fuesen pintados para el rey, o personas próximas a él, explica la gran calidad de la colección. El Museo del Prado nos ofrece una oportunidad única para adentrarnos en el universo de Rubens.

 

 

Nota de La Hornacina: Alejandro Vergara es Comisario de la Exposición y Jefe de
Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte en el Museo Nacional del Prado.

 

Hasta el 23 de Enero de 2011 en el Museo Nacional del Prado de Madrid (Edificio Jerónimos, Salas A y B) Dirección: Paseo del Prado, s/n. Horarios: de martes a domingo, de 09:00 a 20:00 horas; cerrado los lunes y los días 25 de Diciembre y 1 de Enero; los días 24 y 31 de Diciembre y 6 de Enero, el horario será de 09:00 a 14:00 horas.

 

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