Durante los últimos meses Manuel Espejo Mármol ha sometido a un minucioso proceso de conservación y restauración la imagen del Niño Jesús de la Virgen Madre de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Lucena (Córdoba), una talla de finales del siglo XVII atribuida en 2017 al insigne maestro granadino Diego de Mora por el historiador Isaac Palomino Ruiz, quien ya en su momento se quejó del importante repinte opaco que desvirtuaba completamente la figura infantil y manifestó la urgente necesidad de retirarlo.

La restauración efectuada por el lucentino Manuel Espejo Mármol ha permitido recuperar el estado original de la escultura del Niño Jesús de la Virgen Madre, bastante alterada debido a una profunda intervención a la que fue sometida en 2013 y en la que se siguieron unos criterios poco ortodoxos y nada respetuosos con la obra original, provocando el desprendimiento de parte de la policromía original.

Asimismo, se sustituyeron los ojos vítreos primitivos y se le aplicó una nueva policromía de dudosa calidad, a base de pintura plástica y productos cosméticos. De esta forma, quedaron ocultas las calidades plásticas y estéticas de la imagen del Niño Jesús, desvirtuando por completo la correcta lectura visual de la obra.

Los trabajos desarrollados por Manuel Espejo Mármol se han centrado en subsanar los daños causados en la intervención anterior, retirando la gruesa capa de repintes, así como los añadidos de estucos que se extendían por el cuello y parte de la mejilla izquierda, sellando los volúmenes de la escultura.

El laborioso proceso ha permitido la recuperación de la encarnadura original de la imagen, que ha sido fijada en los puntos que así lo precisaba, y reintegrada con materiales inocuos y reversibles. Finalmente, se ha dotado a la imagen del Niño Jesús de la Virgen Madre de un juego de pestañas de pelo natural.

La imagen del Niño Jesús se presenta en actitud de bendecir con el brazo derecho, elevado, mientras el izquierdo queda a media altura y su mano cerrada en posición de portar algún elemento, posiblemente un cetro, hoy perdido. La forma en que dispone sus piernas, en paralelo, le otorgan una actitud más mayestática. Salvo el detalle de la colocación de las piernas, esta figura infantil presenta grandes similitudes con el Niño de Nuestra Señora de la Paz (San Cecilio, Granada), obra atribuida a Diego de Mora por Sánchez-Mesa Martín.