La Catedral de Palencia está dedicada al patrono de la ciudad San Antolín, santo sirio del siglo IV considerado mártir por el cristianismo. Su presencia es una constante en el templo metropolitano de la ciudad castellana y nos muestra un conjunto de relatos que cruzan el tiempo, alimentado por la devoción popular.

Las reliquias del santo habrían sido traídas a Palencia por el rey godo Wamba, olvidadas tras la invasión musulmana y descubiertas por el rey navarro Sancho III, las cuales le fueron reveladas por el propio santo en una cacería de jabalíes. El escenario de tal prodigio se correspondería con el espacio más antiguo de la enigmática y evocadora cripta catedralicia de San Antolín, construida por su estilo en la segunda mitad del siglo VII y ampliada en el XI.

La obra del escultor e imaginero onubense Martín Lagares (La Palma del Condado, Huelva) ha sido realizada en resina policromada, en la línea entre lo inacabado y lo espiritual que caracteriza su estilo escultórico, y hace pareja con la de San Manuel González García que Lagares que modeló en el año 2016 con motivo de la canonización del santo hispalense. Ambas imágenes han sido colocadas alrededor de la capilla del Sagrario.

El santo va ataviado con la dalmática propia de los diáconos, donde se distinguen tres flores de lis, símbolo del Cabildo Catedralicio de Palencia. La obra presenta una composición inspirada en la escultura sacra del Renacimiento, sujetando un libro con una mano y con la otra la palma de martirio, este último atributo labrado en forja.