Representación del pasaje evangélico en el que Cristo es despojado de sus vestimentas para ser crucificado en el monte Calvario (Jn 19, 23-24) a través de una escultura realizada a tamaño natural (mide 186 cm de altura, aproximadamente) en madera de cedro real tallada, estucada y policromada de modo tradicional al óleo.

Los artistas, guiados por maestros imagineros del barroco español como Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa o Luis Salvador Carmona, plasman un tormento agudo pero comedido en un varón apolíneo y barbado, completamente anatomizado pese a haber sido concebido para vestir, observándose también en su desnudo, tapado por elegante perizoma, los esquemas de los clásicos italianos del renacimiento.

Las secuelas de la flagelación en el cuerpo de Jesús, descubiertas al quedar medio destapado, son atroces y recuerdan las visiones de santas como Brígida de Suecia o Faustina Kowalska, que hablan de un Nazareno con el cuerpo lleno de heridas. El destino de tan devota figura es una devoción particular de Mengíbar (Jaén).