INTERVENCIÓN DE JOSÉ MARÍA HURTADO

Con información de José María Hurtado y Sergio Cabaco (11/07/2015)


 

 

La intervención ha sido realizada sobre el Cristo de la Buena Muerte, imagen realizada en 1989 por el escultor, tallista y dorador Antonio Díaz Fernández (Víznar, Granada, 1927 - Granada, 1999) para la cofradía granadina de los Ferroviarios, llamada así por haber sido fundada por empleados de las compañías RENFE y FEVE.

 

 

Se trata de un Crucificado representado muerto en una cruz de sección cilíndrica y arbórea. Inclina suavemente la cabeza hacia la derecha, observándose en su dolorido rostro los ojos semicerrados, clásico perfil y los labios entreabiertos. La corona de espinas se superpone a una cabellera ondulada y peinada al centro, trabajada, al igual que la larga barba, mediante simétricas guedejas.

La anatomía de la escultura es esbelta y sencilla de líneas, con los brazos colgantes del travesaño y las manos abiertas y taladradas por las muñecas. El torso marca notablemente el arco condrocostal, mientras que las piernas se unen superponiendo el pie derecho sobre el izquierdo. El sudario o paño de pureza es cordífero y forma un lazo en la cadera derecha, dejando al descubierto este costado.

 

 

 

La imagen del Crucificado, de tamaño natural y labrada en madera de pino, ha sido nuevamente policromada por el escultor José María Hurtado, quien también ha llevado a cabo la realización de un nuevo madero del mismo tipo que el anterior, obra de Eduardo Espinosa Alfambra (1998).

La intervención de Hurtado ha consistido, por otro lado, en el restañado de grietas, resanado de los ensambles de los brazos, cambio de los tres clavos por otros más estéticos y que no ejercen tensiones en los ensambles del Crucificado, y finalmente la aplicación de la nueva policromía.

La nueva encarnación dota al Crucificado de un mayor naturalismo y busca la estilización de la obra, matizando Hurtado que su modelado original en ningún momento se ha visto alterado. Antes de esta intervención el Crucificado era conocido por su palidez y por la escasez de efectos cruentos en su hechura.

 

 

El Cristo de la Buena Muerte tiene como precedentes procesionales a Jesús de las Eras, talla anónima de Cristo con la cruz a cuestas (siglo XVIII) que recibe culto en la Ermita de San Isidro Labrador; un Crucificado atribuido a Diego de Siloe, conservado en el monasterio granadino de la Encarnación; el también titulado Cristo de la Buena Muerte, de la Iglesia de los Padres Jesuitas; el Cristo del Buen Amor, obra del prestigioso artista Domingo Sánchez Mesa (1963) que se venera en la Capilla de las Hermanas de los Pobres, y otro Crucificado, en este caso de autor anónimo y venerado en la iglesia granadina de San Agustín.

 

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