IMÁGENES DE UNA ÉPOCA. MANUEL ÁNGELES ORTIZ

14/01/2007


 

 

En la muestra Imágenes de una época. Manuel Ángeles Ortiz se presentan más de cincuenta obras del artista jiennense Manuel Ángeles Ortiz (1895-1984). Se trata de una exposición en la que se aborda de manera monográfica el tema del retrato. Se presentan imágenes de grandes personajes de la Generación del 27 y del entorno del artista.

Manuel Ángeles Ortiz había nacido en Jaén, en el año 1895, pero su familia se trasladó a Granada cuando el artista tenía tres años, y tanto esta ciudad como su íntima amistad con Federico García Lorca habrían de marcarle para siempre. Exitoso en sus inicios con pinturas costumbristas, sus juveniles asimilaciones del colorismo postimpresionista fueron especialmente acertadas; aunque pronto, un improrrogable afán de novedades habría de llevarle a otras posiciones. Gracias a Manuel de Falla y a Vázquez Díaz, conoció tempranamente el encuentro entre cubismo y nuevo clasicismo. Su Retrato de Ángel Barrios es buena prueba de ello, y en la voluntad de profundizar en el conocimiento de esta situación viajó a París. En 1922 ya estaba instalado en la capital francesa.

Su fructífero encuentro con Picasso favoreció el encuadre de sus posiciones y entre el cubismo y el nuevo clasicismo se situó la obra que realizara entre 1922 y 1927. En estos años, además, Manuel Ángeles Ortiz estrechó su relación con Pettoruti y Juan Gris, se introdujo en la agitada vida social de los condes de Beaumont, expuso en las galerías Quatre Chemins, Berger y Vavin-Raspail, y realizó decorados para piezas musicales de Falla, Satie y Poulenc.

En el año 1932, el artista regresó a Madrid y trabajó en proyectos de las Misiones Pedagógicas, especialmente con La Barraca. En la capital española su obra fue especialmente estimada por importantes sectores de la alta sociedad y por miembros del establishment republicano, pero, desgraciadamente, la gran mayoría de los proyectos y retratos que realizara para ambos sectores sociales también ha desaparecido. 

Durante la Guerra Civil se vinculó con la Asociación de Intelectuales Antifascistas y estuvo presente, en 1937, en el pabellón de la II República española de la Feria Internacional de París. Tras ser liberado por Picasso, dos años después, de un campo de concentración en el sur de Francia, el exilio le llevó a la República Argentina. Allí permaneció hasta 1948, año en que volvió a París. Los registros plásticos del artista se situaron de nuevo en la diversidad. Pintó bodegones de acento naturalista, realizó esculturas con materiales naturales encontrados e, incluso, en obra sobre papel, comenzó a indagar sobre las posibilidades de la abstracción lírica. Sin embargo, su regreso a París le volvió a situar en la herencia figurativa del cubismo, tal como puede apreciarse en importantes series como la de la Mujer Sentada, tendencia que se acentuó aún más, penetrando en las posibilidades de la abstracción, al lograr visitar España, a partir del año 1958, en las series ya mencionadas. 

Manuel Ángeles Ortiz murió en París, en el año 1984. Supo vivir la vida intensamente, a pesar de los íntimos sinsabores que de continuo jalonaron su biografía. Pese a la diversidad de sus registros plásticos, el cubismo fue siempre para él una genuina matriz rectora con la que le era fácil reencontrarse y, al final de sus días, la crítica y el público supieron apreciarlo.

 

Hasta el 11 de Febrero en el Museo de Jaén

 

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