NUEVA OBRA DE LUIGI QUINTO

Con información de Cristina De Palo y Rafael Serra (15/01/2013)


 

 

 

El escultor italiano presentó recientemente un Crucificado que lleva por título Cristo, Semilla de Vida. Ha sido realizado en madera de olivo para presidir el ábside del nuevo templo de la ciudad de Corato, dedicado a los Mártires de Abitania, cuyo diseño ha corrido a cargo del arquitecto Giuseppe Fallacara.

Luigi Quinto modela el cuerpo de Jesús en el tronco de un árbol propio de la zona italiana de Bari, famosa por su producción de aceite, vino y cereales. El instante recreado es la expiración, momento iconográfico de transición entre la vida terrena y la ultraterrena. Se percibe con tangible realismo en esta obra la exhalación del último aliento. El impulso hacia el Cielo (lo ultraterreno) desde la base del tronco (las raíces terrenales) se representa gráficamente mediante los brazos extendidos hacia arriba.

Aunque lo suyo es la obra profana, el veterano artista coratino ha realizado importantes piezas sacras: un Cristo Agonizante para la Iglesia de la Sagrada Familia y una escultura en bronce del Padre Pío de Pietrelcina para el Hospital, ambas en su ciudad natal, o el Cristo de la Caridad para la Iglesia de San Pablo de Andría, en la carrera para ser incluido en el Libro Guinness de los Récords por sus grandes dimensiones.

 

 
 
 
 

 

Con esta obra el autor distorsiona el significado de la cruz: no solo es un instrumento terrible de muerte, sino también una metáfora de sacrificio y amor, en el sentido de que a través de ella el mártir está a punto de dar su vida por los demás. Asimismo, es un Cristo que lentamente desaparece en el tronco y se desmaterializa, dejando atrás sus restos mortales y su condición humana para abrazar el mundo del espíritu.

El Crucificado de Luigi Quinto posee, además, una doble interpretación evangélica: la divinidad que se hace humana (Flp 2, 6-8) y los escritos del profeta Isaías sobre el espíritu que milagrosamente se encarna y brota del tronco de un olivo: "Brotará un retoño del tronco de Jessé, un vástago de sus raíces florecerá. Se posará sobre él el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de discreción, espíritu de prudencia y decisión, espíritu de piedad y de temor del Señor" (Is 11, 1-2). Sobre el Hijo, por tanto, descansa de modo estable el espíritu del Padre, fuente y origen de los dones con los que ha sido agraciado el Mesías para ejercer su función real.

Independientemente de su vinculación con la ciudad de Corato, la elección del olivo obedece a su doble condición de planta sagrada: por un lado, es símbolo de la regeneración tras la destrucción causada por el diluvio; por otro, es signo de paz y de reconciliación entre Dios y los hombres, entre lo espiritual y lo material.

 

 

 

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